"si lo que ocurrió hace siete años no sirve para evaluar experiencias... estaríamos perdidos".

I
El tiempo pasa raudo y recordar, a siete años de aquellos despreciables episodios en los que una oposición enloquecida se lanzó a una absurda aventura, tiene aspectos que marcan diferencias con anteriores conmemoraciones. Es imposible evitar que el ramalazo de aquellos hechos lo golpee a uno. Fue demasiado irresponsable, brutal y revelador de lo que es capaz de hacer un sector social atrapado en el odio. Violentar no solamente el orden constitucional y legal de la República, sino un mínimo de convivencia; arremeter contra el adversario con saña sin igual; perseguir con la ferocidad de la bestia al compatriota por la sola circunstancia de estar en la acera de enfrente, y hacer todo eso en nombre de la democracia y la libertad, es algo que queda grabado de manera indeleble en la conciencia de quienes vivieron esos terribles momentos.

Personalmente los viví -y lo vivieron con intensidad mi familia y miles de compañeros y de amigos-, y confieso que cuesta trabajo apartarse de ese letal recuerdo y disipar la sensación de que la infamia pudiera repetirse. Pero no se está en el mundo para rumiar recuerdos ingratos y para acumular sentimientos de revancha. Hacerlo es degradar la condición humana y las causas políticas más nobles. Si lo que ocurrió hace siete años no sirve para evaluar experiencias, para extraer enseñanzas y otear las claves para no incurrir en la repetición, estaríamos perdidos. Abrigo la esperanza que desde una posición humanista se pueda recomponer la relación entre venezolanos con un mínimo de respeto. Que se superen cruentos episodios y se dejen de lado las miserias que nos colocan ante un disparadero.

II
Frente a lo que pasó en Venezuela hace siete años se puede reaccionar echando una capa de olvido y guardando un silencio cómplice; o bien a través de una reflexión que conduzca a la reivindicación del Estado de derecho y el respeto a la voluntad popular. Hay compatriotas que siguen aferrados a la creencia de que lo que entonces pasó fue correcto y alimentan la esperanza de repetirlo. También hay compatriotas que consideran que la historia se paralizó en esas fechas dramáticas de abril de 2002. Que nada ha cambiado y que el enemigo, visto en forma general, es el mismo, y que por tanto no hay posibilidad de recomponer el tejido humano y social de la nación. En lo personal no lo creo.

Me resisto a aceptar el carácter pétreo de las sociedades y que los seres humanos no puedan cambiar: que el golpista de hace siete años fatalmente tiene que seguir siéndolo. Si así fuera, no se explicaría cómo es que aquellos que no fueron golpistas entonces ahora lo sean.

La actual situación del país conserva las huellas de la polarización, mas ésta, estoy convencido, sólo se ubica en ciertos sectores de la sociedad. Cada día hay menos aventureros; menos fanáticos de la violencia. Las campañas irracionales estimulando el enfrentamiento de los venezolanos se ubican, a medida que el tiempo transcurre, en determinados círculos.

Ejemplo: algunos medios de comunicación. Pero su incidencia y el eco en la población es muchos menor. ¿Por qué escribo ésto? ¿Acaso con el propósito de que bajemos la guardia ante las amenazas que sin duda persisten? Todo lo contrario: para poner de bulto la existencia, en el fragor del combate -exacerbado a propósito por los medios- de un proceso de despolarización. De búsqueda de puntos de encuentros que debemos asumir con racionalidad.

Hoy por hoy no hay la menor duda de que el clima es distinto al que hubo hace 7 años. Las instituciones están más consolidadas; la unidad Pueblo-Fuerza Armada Nacional Bolivariana, es garantía de estabilidad y hay madurez en la colectividad para rechazar aventuras. Siete años no han pasado en vano, y hay que extraer conclusiones positivas.

LABERINTO

El sector privado de la economía no debe seguir haciéndole el juego a los aventureros. El empresariado tiene que dedicarse a sus empresas y dejar de lado la política (o mejor, la politiquería), lo cual no significa que se desconecte de la realidad... pero la dualidad político-empresario no funciona: fracasa el empresario o fracasa el político. Ejemplo: Pedro Carmona y otros...

Lo cierto es que hay mucho empresario que en verdad no lo es. No posee empresas; no tiene compromisos con los trabajadores, con una nómina. Tan sólo es instrumento de algunos peces gordos de la economía que lo utilizan a su antojo. Así pasa con lo que queda de Fedecámaras y otros gremios...

El creciente deterioro de los partidos puntofijistas conduce a que el liderazgo no exista. La mayoría de las veces lo ejerce el medio que se despacha y se da el vuelto, o gremios discapacitados con dirigentes sin conexión social...

Es la lección que deja el colosal fracaso del paro magisterial. ¿Con actitudes así pretenden hacerle mella a Chávez?... Por eso es que la tarea más urgente de aquellos que de verdad quieren hacer oposición con calado popular, es zafarse de esas rémoras...

¿Quién, medianamente sensato, que aspire salidas distintas del chavismo, puede secundar políticas antinacionales como las que adelantan unos burócratas empeñados en ventilar los problemas del país en instancias internacionales? Nada más desagradable que ese tipo de conducta, al igual que la solidaridad mafiosa que se da cada vez que un corrupto de oposición es llevado ante la justicia...

Una denuncia en España descubre la corrupción imperante, no ya en partidos como el derechista Partido Popular (PP), sino en el nivel parlamentario. Ejemplo: de los 350 diputados -casi las tres cuartas partes-, 250 cobran dinero al margen de su dieta en el Congreso. De esos 250, 214 declararon que perciben ingresos adicionales del sector privado, y el resto tiene actividades públicas remuneradas. Sólo 84 diputados tienen dedicación exclusiva (por cierto, son estos los personajes que suelen dictar cátedra de honestidad a los latinoamericanos)...

El Papa Ratzinger está en el candelorio. Le critican sus anacrónicas decisiones que despiertan reacciones hasta en la Iglesia. Filippo di Giacomo, periodista y sacerdote, en la actualidad juez vicario en Roma, considera que la crisis del Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de gobierno no funciona ni es colegial". Y agrega: "La curia moderna es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil. Hay 35 cardenales en Roma. Están divididos en grupos enfrentados y se dedican a conspirar y a cooptar afines por los pasillos. Esta crisis se refleja en el funcionamiento de la Iglesia católica en el mundo, desconectada de la realidad y vinculada a los poderes fácticos...

Mike Davis, norteamericano, autor de obras de política y economía -entre otras, "Las ciudades alucinadas del neocapitalismo"-, escribe sobre Obama: "Es amargo e irónico, pero pienso que históricamente es previsible que los millones de electores que creyeron en sus promesas de terminar la guerra hayan hipotecado su voto a favor de una escalada militar -más decidida que la de McCain- en Afganistán y en la frontera tribal paquistaní. En el mejor de los casos, los demócratas van a cambiar una guerra brutal perdida por otra guerra. Temo que no asistiremos a una resurrección de la esperanza, sino a un doloroso despertar"...

Mantuve una grata y fecunda relación con el expresidente argentino Raúl Alfonsín. Siempre guardaré el mejor de los recuerdos de él. De su amplitud política. De su dignidad y coraje. Paz a sus restos.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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