El jolgorio de la democracia burguesa, se vio interrumpida, el ruido y desorden habitual escapaba a su típica respuesta “dejad que el tiempo lo solucione”, esta vez el Pueblo guardó las esperanzas en sus bolsillos y sacó de ellos la ira y la rebeldía ancestral acumulada, para gritar al unísono: ¡basta! “Tomemos las calles” y se fue a la calle el 27 y 28 de febrero de 1989.
Fue un movimiento popular en la calle, interconectado por el sentimiento y la impotencia. Así un pueblo indefenso formaba colmenas, constelaciones, sin vanguardia, sin partido sin twister, sin mensajes de texto, los convocaba la sangre indómita del Caribe que hasta ese momento estuvo dormida.
Decenas de miles de pobres bajaron de los cerros, los olvidados, los “invisibles” se hicieron ver y sentir, una bulla, un grito colectivo, el ruido de las puertas, “Santamaría” rejas y vidrieras recorrieron dos ciudades y llego a la casa de los ricos, burgueses y se metió por las ventanas del poder y del gobierno causando terror, inmovilidad y angustia.
El festín burgués, se sentía amenazado un grave error se había cometido, la lucha y avaricia por la inversión publicitaria y el rating llevaron a RCTV y VENEVISIÖN a visibilizar al pueblo, lo que motivó a que otros sectores populares se incorporaran a la espontánea y “inmediata” forma de lucha que convertía a Venezuela (Caracas) en el primer pueblo en el mundo en oponerse al paquete neoliberal, gesta que horas después sería apagada con el tronar de ametralladoras y fusiles.
Reunidos en palacio, aun ebrios y sorprendidos, “las fuerzas vivas” del país: el presidente Carlos Andrés Pérez, algunos ministros, banqueros, sectores de la burguesía, militares, máximos líderes de los partidos AD y COPEY, dueños de los medios (RCTV y VENEVISIÖN) había consensuado sacar el ejército a la calle, pero solo faltaba una persona, para tomar definitivamente la decisión y llego el representante del MAS el sin memoria TEODORO PECKOFF, quien oyó los argumentos y dio el visto bueno para iniciar la cacería humana del 27 y 28 de febrero y días posteriores.
Generales (Oficiales superiores y subalternos) arrastrados, cancerberos, de mansiones y penthouse, de avionetas y de jets, generales testaferros, de barraganas, de empresas, adecos y copeyanos embriagados de old parr y buchanans participantes activos del jolgorio burgués y hambriador cumplieron las ordenes: asesinar al pueblo.
Miles de pobres (hijos del pueblo) uniformados verde oliva, fueron arengados y llevados con discursos anticomunistas y de defensa de una corrupta “democracia” a asesinar a su pueblo a su propia sangre y origen.
Centenares de de miles de balas acallaron momentáneamente la rebeldía, dejando en su camino miles de muertos entre ellos muchos niños, niñas y lideres populares. En defensa de un jolgorio opresor, se había mancillado de la forma más vil el Legado Libertario de Nuestros Próceres, el Ejército de Nuestro Padre Bolívar. La Burguesía, la oligarquía había convertido al Ejército Venezolano en un puñado de mercenarios, en un ejército asesino.
Nunca más…nunca más
Nunca más las armas del Ejército Libertador se volverán hacia el pueblo, por ello la Revolución Bolivariana debe (sin conceder una letra de sus principios y objetivos) tender los puentes, hacer todos los esfuerzos posibles (directamente, sin intermediarios) para que los sectores del pueblo y clase media engañada y despistada abracen con conciencia, el Amor y Principios de está Revolución.
La Revolución debe con todos los medios posibles, hacer los máximos esfuerzos para evitar que el imperialismo y el gobierno paramilitar colombiano, nos arrastre a una guerra civil, evitar que esta burguesía apátrida pueda arrastrar con sus mentiras a los sectores engañados a situaciones violentas y militares.
A las nuevas generaciones de oficiales de todos los componentes militares y las generaciones por venir debe enseñárseles que las armas son para defender la Patria del agresor y defender el estado de justicia social e igualdad. Jamás olvidar que son el pueblo uniformado.
Nunca más…Nunca más
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