Muchos libros de textos e informes productivos agropecuarios oficiales, sostienen que en Venezuela el uso de la tierra se desarrolla en regiones agrarias, distribuidas así:
El extremo norte. En esta región se observa el predominio de unidades de explotación pequeñas y medianas (conuco y cría de cabras); la producción se dedica al autoconsumo.
El norte medio. Esta región se caracteriza por la existencia de relaciones de producción de tipo semifeudal, las cuales se expresan en forma de arrendamientos, aparcerías y medianerías, como forma de tenencia de la tierra.
El llano. Es una región dedicada a la cría de bovinos en grandes latifundios; en los últimos años se están imponiendo modelos de agricultura comercial.
El norte de Guayana. Esta región posee la misma estructura que la región del llano.
La periferia. Está integrada por la sierra de Perijá, el sur del estado Apure, la mayor parte del estado Bolívar y los estados Delta Amacuro y Amazonas; en ella, la actividad agrícola o ganadera es escasa; al mismo tiempo, existen tribus indígenas con relaciones de producción poco desarrolladas.
Las características del espacio agrícola que se acaba de exponer, nos presenta un estado muy subdesarrollado de la actividad productiva en el campo. Ahora bien, si en esta actividad predominan relaciones de producción autárquicas y feudales, donde la pequeña producción sirve para cubrir las necesidades elementales de grupos rurales aislados y la “gran producción” continúa en manos de terratenientes. ¿No estará aquí parte del secreto del desabastecimiento y el acaparamiento?
Trato con este artículo, contribuir a ver que las medidas de combate in situ del acaparamiento, se suman a esta ineficiencia social de la producción agrícola. Esta medida gubernamental solamente es un atenuante de la situación; cuya ejecución no resolverá fundamentalmente el problema de la deficiente distribución de lo que se produce. Este es solamente un enfoque que solamente busca contribuir a no perder de vista la ruta del socialismo.
El socialismo resuelve el problema de la distribución, generado por la limitada función social de la producción autárquica y la producción privada y sus males (el acaparamiento, el desabastecimiento y la especulación con los precios) modificando el tipo de tenencia, producción y distribución de la tierra y los recursos agropecuarios. Esto quiere decir, que desde la perspectiva del socialismo, para resolver los males del acaparamiento y sus derivados, hay que tocar esencialmente las relaciones de producción agrícolas, es decir: realizar LA REFORMA AGRARIA.
Posiblemente, esta sea la otra área de intereses económicos que los burgueses venezolanos están procurando preservar.
Si Chávez tuvo la clarividencia de reformar las relaciones del Estado con los inversionistas en la explotación del petróleo, porque colocó al Estado venezolano en una posición más digna, patriótica y de sagacidad bursátil, le corresponde a Maduro y a su gobierno, si quiere continuar con el legado de Chávez y el socialismo. Meterse con todo, a la Reforma Agraria.
De aquí que, una justa demanda al socialismo es la ejecución de una reforma agraria estructural que respete las necesidades (tenencia y explotación de la tierra) de los grupos rurales (campesinos e indígenas) aislados y modifique la tenencia latifundista de la tierra, para modernizar desde la perspectiva revolucionaria la actividad agropecuaria.
Para implementar esta reforma, se requiere de la participación de los campesinos, quienes hasta el momento, no aparecen en el escenario político de la revolución venezolana.
¿QUE DICEN LOS CAMPESINOS?
A la burguesía se le derrota, haciendo desaparecer las relaciones de producción que la sustentan.