El otro día, hace unos cuantos años escribí a través de un medio regional un artículo titulado:-“Volver al Trigo y al Tren”; entonces explanaba una realidad dolorosa como fue la que por acuerdos anti-nacionales y entreguistas de gobiernos títeres, a Venezuela le desmantelaron su antigua red ferrocarrilera que desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX habían surcado los espacios territoriales de la República, e igualmente reseñaba el hecho de haber dejado de ser cultivadores de Trigo, lo cual nos hizo como es entendible dependientes de factores exógenos que nos imponen diseños y políticas de medios de transporte y por ende de una dependencia total en el consumo de la llamada Harina del Norte como se le conoce en el mercado.
Pues bien, hoy ante la realidad dura que estamos atravesando como consecuencia directa del malvado plan conspirativo que la oligarquía interna e intereses foráneos han estado promoviendo en contra de la economía y estabilidad socio política del país; hemos podido ver y sentir con mayor preocupación y realismo la necesidad que tenemos como nación soberana de romper de una vez por todas con esa debilidad que tenemos desgraciadamente de ser un país que depende en alto grado de la importación de la mayoría de los productos que alimentan a una población cerca de 30 millones de habitantes. (De los cuales unos 7 millones podrían ser inmigrantes)
Por otro lado nos hemos vuelto a percatar que la oligarquía interna y externa nos tiene agarrado por donde más nos duele, ya que en su juego maquiavélico han monopolizado y concentrado en pocas manos la libre importación, así como el procesamiento y comercialización de los principales rubros alimentarios que consumimos los Venezolanos de ayer y de hoy; y si no nos ponemos las pilas de mañana y después.
En este orden de ideas, en estos días hemos desempolvamos una añeja propuesta que ha estado del tumbo al tambo, sin que realmente gobierno alguno la haya tomado en consideración y que esta referida a la necesidad y/o obligación que tenemos los venezolanos de buscar la forma y manera de auto abastecernos agroalimentariamente para evitar lo permeable que somos en este campo estratégico, donde a todas luces tenemos una tremenda debilidad interna como Estado Nación.
La idea central de esta propuesta esta referida a la factibilidad que existe de convertir El Centro Ecológico de Tierra Altas (CETA) ubicado en la población de El Cobre Municipio Vargas, conjuntamente con el Instituto Nacional de Investigaciones agropecuarias (INIA) que tiene su sede en Pueblo Encima Municipio Jáuregui, en un Centro realmente de Producción y certificación de semillas; ya que estas instituciones cuentan con laboratorios aptos para cumplir este rol tan necesario para la producción y desarrollo sostenible de semillas de toda especies y variedades.
Esta preocupación que convertimos en propuesta tiene su razón de ser, por el hecho cierto que nuestra dependencia agro-alimentaria tiene su inicio en que la mayoría de las semillas que año a año tenemos que sembrar provienen del exterior, lamentablemente está es la pura verdad; lo que hace que vivamos en un país irreal, que adquiere o importa todo cuanto requiere o necesita con la divisas que le entran por la vía de la exportación que hace la industria petrolera nacional.
En este sentido concretamos la iniciativa con una propuesta que conlleva a la urgencia que tenemos de iniciar la búsqueda de aplicar el proyecto concebido por el antiguo Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP) ahora INIA de Producir nuestra propia semillas de múltiples rubros, ejemplo: para papa de consumo doméstico y de papa industrial, ya que en más de un 90 por ciento de la materia prima que estamos procesando en la agro-industria papera venezolana depende de la importación que estamos haciendo desde siempre. (Imaginasen Ustedes cuantos dólares entrega diariamente la República a la empresa transnacional Psico que procesa millones de kilos de papa industrial traída mayormente de Colombia?)
Lo que estamos indicando le evitará a la República fuga de divisas y presencia de plagas o enfermedades que contaminan nuestros suelos y ambiente, además de ello, generará empleos, riqueza y autonomía agro-alimentaria a nuestro país, como lo concibe El Plan de La Patria 2013/2019.
Esto es posible si asumimos de una vez por todas auto-críticamente que
no hemos sido capaces en la dimensión esperada, de sembrar el petróleo como lo sugirió originalmente el tachirense Amenedoro Rangel Lamus, en sus reflexiones que conllevan explicita el concepto de que.-“el Petróleo, si sus manipuladores no saben utilizar la riqueza que de él sale, corromperán la República; mientras que la agricultura y la ganadería, elevan el auto estima de los pueblos que las desarrollan y viven de ellas, de forma decente”. En este orden, se sugiere que la Misión Agro Venezuela vaya en carne y hueso con batallones de agro técnicos (hombres y mujeres) egresados de Misión Sucre y otros institutos universitarios asumir el rol para lo que fueron y están siendo preparados, que dejen la oficina con aire acondicionado y vayan al medio de producción mas antiguo que se conoce, como es la tierra. Que la autoridad de Agricultura y Tierra, o el mismísimo Presidente Nicolás Maduro, hagan un llamado o convoquen a ese contingente de venezolanos e inmigrantes egresados de Escuelas Técnicas Robinsonianas, así como técnicos Universitarios, agrónomos y veterinarios e incluso prácticos hechos en el surco como peones de brega, para que veamos que ahí está el talento humano que bien podrá volver al campo e ir a cultivar el mana de la tierra nuestra.
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(*) Coordinación Cunade/Núcleo UNESR/La Grita