No hay manera de revertir la realidad de la caficultura que no sea organizándonos, urge construir una estructura capaz de dar sustento y orientación a las luchas necesarias de los caficultores y campesinos. Hemos estado huérfanos de organización y de combatividad para que se visualicen nuestras exigencias y se oriente nuestras luchas y nuestros sueños y así ver florecer el trabajo creador al que entregamos nuestros sueños y nuestros vidas. A los campesinos siempre nos han organizado para defender los intereses de quienes nos organizan y las estructuras creadas terminan secuestradas por intereses partidistas y económicos que distorsionan y entregan nuestras luchas.
Una nueva estructura supone una manera distinta de hacer lucha gremial, distante de los intereses politiqueros y partidistas que dominan el escenario en el que se debate la vida del país. No podemos convertir nuestra lucha en escenario de esa perversa metodología politiquería que ha dominado los espacios de lucha y que tanta decepción y daño ha causado a nuestra vida cafetalera. Los problemas nuestros los sufrimos nosotros y somos nosotros quienes debemos construir las respuestas y salidas a estás realidades.
Lo primero es organizarnos, luego promover y luchar por construir junto al Estado una política agrícola del café que supere los intereses grupales y personales para convertir está actividad productiva en una herramienta transformadora y de desarrollo del país. Hay que construir una política de Estado en materia café, que no obedezca a los vaivenes de la politiquería partidista y los cambios del aparato burocrático de gobierno nacional, regional o local. Los productores de café merecemos respeto y eso debemos conquistarlo a pulso, y en esa tarea quiénes primero debemos aportar somos nosotros, con una coherente estructura organizativa gremial útil para orientar y delinear las políticas del café en Venezuela.
Una mejor calidad de vida de los campesinos productores de este rubro agrícola solo podemos lograrla y pelearla con dignidad y fortaleza, si nos organizamos de manera correcta sin sectarismos ni exclusiones. Debemos construir una política cafetalera clara que aborde los diferentes temas involucrados en esta dinámica de producción agricola. Lograr el establecimiento de un plan de semillas moderno tecnologica y cientificamente diseñado, un plan de siembra de nuevos cafetales que implique la recuperación y mantenimiento de los ya existentes; una política de financiamiento que los representantes del Estado no nombran en ninguna de sus alocuciones. Una clara y transparente práctica de exportación del grano direccionado por el Estado y no por empresarios y arrimados a la sombra del poder que nos arruinan. Una adecuada y eficiente producción y suministro de abonos e insumos que permitan regenerar nuestros suelos agricolas para incrementar la producción y productividad.
Se necesita fuerza, fuerza moral y fuerza orgánica que nos lleve a construir una política de Estado en materia agrícola y específicamente en el rubro café. Seguir anclados a la mera crítica no soluciona mayor cosa.