En los últimos días hemos venido abordando la realidad económica de Venezuela y presentando propuestas que ayudarían a optimizar los mecanismos actuales y corregir las fallas existentes en aras de lograr la estabilización necesaria para crecer como país y atender de manera eficiente los requerimientos de los ciudadanos. Planteamos elaborar un plan económico emergente, basado en un modelo de gestión por resultados, y que se establezca una coordinación entre las políticas cambiaria, monetaria y fiscal; pero todo esto debe hacerse partiendo del respeto a las leyes básicas de la economía.
La economía, definida como la ciencia que estudia los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades humanas, contempla una serie de reglas y principios que deben cumplirse para alcanzar los resultados esperados. Las leyes económicas tienen carácter objetivo, surgen y actúan sobre la base de condiciones económicas, y como lo han dicho algunos estudiosos: el hombre no puede cambiarlas o eliminarlas, puede conocerlas y utilizarlas en provecho de la sociedad. Comprender esto es fundamental para Venezuela en este momento.
Otro elemento es que estas leyes son producto del desenvolvimiento de la sociedad, son válidas para una determinada realidad, por lo que algunas pueden modificarse según la dinámica de la sociedad.
Existe un sinfín de leyes, sin embargo, quiero referirme a dos, que son generales, por considerar que nos permiten entender la economía para lograr la eficiencia que queremos, evitando errores básicos. Una de ellas es la Ley de la Ganancia, que establece que no hay ningún trabajo por el que no se espere ganancia. Nadie, trabajador o empresario, trabaja para perder dinero, sino por todo lo contrario: obtener una ganancia.
La otra es la Ley de la Competencia, que es el motor del desarrollo. Para obtener el menor precio y/o la mayor calidad se necesita competencia, libertad empresarial, que se implementa mediante la definición de estándares creados por el Estado, los sectores económicos privados y la sociedad. Esta se combina con el principio básico sobre la oferta y la demanda, que es la que determina el precio de un producto. El precio baja si la oferta es mayor que la demanda.
Para que todo esto exista debemos seguir combatiendo el burocratismo, impulsar la simplificación de trámites y establecer requisitos claros, bien definidos, seguros, transparentes y con riesgos minimizados para promover el ingreso al mercado, motivar la producción y lograr un desempeño positivo, con ganancias reales para todos. Sí podemos. Se los aseguro.