¿Sabe usted quién fue Kakabo?: Otra historia Universal de la Infamia

Si usted quiere, diga que esta historia tiene que ver con la MALDICIÓN DEL DINERO tal como también lo pensó el genial León Tolstoi en su libro "El trabajo y el dinero", del cual nos basamos para desarrollar esta historia. ¡El dinero es la fuente de toda la tragedia de la humanidad!

  1. Hablaremos acerca de la historia moderna de las islas Fiyi (que miden 40 mil metros cuadrados) y quedan en el Océano del Pacífico Sur (en la Polinesia). Esta es una historia verdadera, basada en documentos fidedignos.

  2. Vivían en estas islas de la manera más feliz e idílica unos 150.000 aborígenes fiyidenses y unos 1.500 blancos. Los fiyidenses, inteligentes y laboriosos, eran agricultores y ganaderos, lo tenían todo, y el lugar y la vida no podía ser más perfecto para aquella población, cuando en 1859, repentinamente, se presentó un inesperado e insólito "conflicto internacional". De allende los mares al rey Kakabo le llegó un RECLAMO que él mandó a traducir y leyó muchas veces: "…Debe usted pagar una indemnización al gobierno de los Estados Unidos de América… A TÍTULO DE DAÑOS Y PERJUICIOS RESULTANTES DE INJUSTICIAS HECHAS POR SUS INDÍGENAS PARA CON UN CIUDADANO DE LA REPÚBLICA NORTEAMERICANA…".

  3. Kakabo no sabía ni en qué lugar estaba situado Estados Unidos. Pero Kakabo era "muy respetuoso de lo ajeno", y por nada del mundo podía concebir que uno de los suyos hubiese cometido alguna injusticia a un extraño, y con premura y por su condición de hombre noble (¡PENDEJÍSIMO COMO NOSOTROS!) aceptó la reclamación aún sin abocarse a averiguar realmente lo que había sucedido.

  4. Este momentáneo gesto de buscar cómo reparar "el supuesto daño causado a un norteamericano" salvó a Kakabo de ser catalogado de ipso facto por la "comunidad internacional" (Estados Unidos y Europa) como DICTADOR, ASESINO, TERRORISTA y VIOLADOR DE LOS DERECHOS HUMANOS.

  5. En realidad, como veremos, a EE UU para nada le interesaba que le indemnizaran con especies, por ejemplo. Lo que ellos querían eran cambiar por completo el sistema económico de estas islas para así apropiarse de un modo más expedito y completo de todos sus recursos y de su estructura política y social.

  6. Para percibir la referida indemnización, a su mejor estilo, los americanos empezaron por enviar una escuadra, la cual ocupó bruscamente algunas de las mejores islas, e incluso llegó a amenazar con bombardear y destruir los poblados si no se entregaba en un plazo perentorio el importe de la contribución al representante de EE. UU.

  7. Porque el problema clave era que Kakabo no podía pagar con dinero porque en la isla no existía. No circulaba dinero entre los indígenas, y todo el comercio consistía en intercambios de mercaderías. Hasta los pequeños impuestos municipales se pagaban en especie, y ahora los norteamericanos estaban exigiendo que se les pagase por la fulana indemnización 45.000 dólares. Kakabo no tenía ni la menor idea de lo que podía representar tal monto.

  8. El pobre Kakabo celebró consejo con los demás jefes y quedó resuelto dirigirse a la reina de Inglaterra (de quién tenía conocimiento) para pedirle que tomase las islas Fiyi bajo su protectorado mientras pudiese ir pagando la suma exigida. La reina de Inglaterra susurró: "Señores, de entrada se percibe que Kakabo para nada es un DICTADOR ni un TERRORISTA, y eso CONSTITUYE un gran alivio."

  9. ¡Imagínense ustedes lo despistado que estaba Kakabo, que le estaba pidiendo ayuda, nada menos que a los más grandes caníbales, miserables y asesinos de la tierra (¡padre engendrador de la estirpe de los gringos!): los ingleses! Los ingleses no se molestaron en un principio en ponerle atención a ese "minúsculo problema". Luego reflexionaron un poquito y enviaron a unos de sus mercenarios en 1860, con el fin de explorar las islas y ver si valía la pena incorporarlas a sus posesiones, y prestar el dinerito exigidos por los acreedores gringos.

  10. A todas estas, los gringos, ni sonsos ni perezosos, comenzaron a ocupar algunos de los mejores puntos de islas, y en dándose cuenta de la gran prosperidad de aquel reino insular, elevaron sus exigencias a 90.000 dólares, amenazando con elevarla si no se apresuraban en hacerla efectiva cuanto antes.

  11. El pobre Kakabo, apremiado por todas partes y sin la menor idea de las operaciones de crédito tal como se llevan a cabo en Europa, trató, por consejo de los colonos blancos, que se proporcionarse el dinero a toda costa y con cualquier condición, aun cediendo su trono a simples particulares, por medio de los negociantes ingleses. Los bandidos ingleses con toda la calma del mundo se frotaron las manos y se dedicaron a constituir una sociedad comercial. Esta sociedad tomó el nombre de "Compañía de la Polinesia". Se firmó con los jefes de las islas Fiyi un tratado ventajosísimo para ella. Se encargaría de pagar la indemnización reclamada, y recibiría en cambio, 200.000 acres de los mejores terrenos que podía elegir a su albedrío; obtendría exención de todos los impuestos y tributos, a perpetuidad, para sus factorías, para sus operaciones y para sus colonias; y, por último, el derecho exclusivo, durante muchos años, de establecer Bancos en las islas, con privilegio para emitir billetes por una cifra ilimitada.

  12. Desde que se firmó este tratado, ratificado en 1868, las islas Fiyi se hicieron DEMOCRÁTICAS: además de su Gobierno autóctono, con Kakabo a la cabeza, éste estaba sujeto a un segundo Gobierno constituido por la poderosa sociedad comercial "Compañía de la Polinesia", la cual poseía las grandes propiedades en todas las islas y ejercía una influencia decisiva en todas las cuestiones políticas. (Fue así como el mundo se llenó de bellas e idílicas DEMOCRACIAS como esta).

  13. Habiendo pasado a poder de la Compañía una parte considerable de las mejores tierras, se produjo un déficit cuantioso en el Tesoro. Por otra parte, habiéndose asegurado la Compañía la entrada y la salida de las mercancías de todas clases, libres de derechos, como sabemos, hubo de resultar, naturalmente, que disminuyeron otro tanto los ingresos por los derechos de aduanas. Los indígenas, que constituían el 99 por ciento de la población, nada suponían en lo referente a los derechos de aduanas, puesto que no usaban ninguna de las mercaderías europeas importadas, excepto acaso algunos tejidos y ciertos objetos de metal.

  14. Una vez que la Compañía hubo adquirido la franquicia aduanera para todas sus importaciones, y expulsado del mercado, por consiguiente, a los importadores que pagaban derechos, se evaporaron en absoluto las rentas del rey Kakabo, y fue preciso pensar en nuevos recursos. Kakabo consultó, pues, para saber de qué modo podría salir de apuros, a sus amigos los blancos, los cuales le aconsejaron introdujese en el país un primer impuesto directo, pagadero en metálico, con el fin de evitar la recaudación en especie. Se decretó el impuesto, bajo la forma de impuesto personal, señalando, en todo el archipiélago, una libra esterlina por cada hombre, y cuatro chelines por cada mujer. Pocos indígenas poseían dinero; en cuanto a los demás, su riqueza consistía exclusivamente en diversos productos brutos y en ganados. El nuevo impuesto, pues les obligaba a proporcionarse en ciertas épocas y a toda costa una suma en metálico, suma relativamente crecida para una familia de Fiyi.

  15. Hasta entonces, los indígenas no habían tenido que soportar casi ninguna carga para atender a las necesidades del Gobierno, excepción hecha de algunas prestaciones personales sin importancia que, en realidad, no podían considerase como una carga. Los nuevos impuestos debían pagarse por el municipio en la capital de que dependiese, donde se centralizaba el cobro de aquellos. Así, pues, no quedaba más que un medio de salir de apuros: buscar dinero entre los colonos blancos, es decir, entre los traficantes y los propietarios de plantíos. El indígena tuvo que malvender sus productos a los colonos, puesto que el recaudador exigía en el plazo señalado el importe del impuesto vencido; en muchos casos le fue preciso pedir dinero prestado. Naturalmente, el traficante no se olvidó de su propio interés y prestó con unos réditos de los más usurarios. En otros casos el indígena tuvo que dirigirse al plantador y venderle su trabajo, es decir, convertirse en un ESCLAVO. Ahora bien; viendo bajado extraordinariamente los salarios en las islas Fiyi, sin duda alguna por la exagerada oferta de la mano de obra, el jornalero adulto sólo llegó a ganar, según datos oficiales, un chelín por semana, o sea dos libras esterlinas y doce chelines al año; de manera que los fiyidenses, para poder pagar el impuesto personal de una libra esterlina, se vieron obligados a abandonar su casa, la aldea en que vivían, su propio campo y su explotación rural, y dirigirse a otra isla, a veces lejana, para trabajar allí como ESCLAVOS de sus acreedores. Además, les fue preciso recurrir a otros medios con el fin de proporcionarse el importe del impuesto debido por sus familiares.

  16. Kakabo no pudo arrancar a sus 150.000 súbditos nada más que seis mil libras esterlinas, y los gringos le recomendaron que para obtener los pagos del impuesto recurriese a métodos represivos, violentos. Al efecto se inauguró una serie de medidas coercitivas desconocidas en absoluto hasta entonces por los indígenas. Las autoridades locales, que ante jamás habían caído en la corrupción, no tardaron en ponerse de acuerdo con los colonos blancos, de modo que éstos se encontraron dueños por completo del reino. Los jueces castigaban, si no se pagaba, y los pobres fiyidenses eran severamente condenados a prisión, de seis meses por lo menos. Además, tenían que pagar considerables costas judiciales. Estas condenas solían conmutarse por trabajos forzados, trabajos que los indígenas debían ejecutar en beneficio del primer blanco que les pagase el importe del impuesto debido y los gastos de la justicia. Por consiguiente, los propietarios de plantíos tuvieron, casi por nada, más jornaleros de los que deseaban. La duración de este trabajo forzado, en sus comienzos, estaba limitada a seis meses; pero los jueces prevaricadores hallaban fácilmente el medio de extender la pena hasta dieciocho meses, y entonces ya no había ningún obstáculo para una nueva condena.

  17. En pocos años se encontró por completo cambiado el conjunto de la situación económica de las islas Fiyi. Distritos muy florecientes y muy poblados se vieron empobrecidos y privados de la mitad de sus habitantes. Toda la población masculina en masa, excepto los viejos e inútiles, trabajaba lejos de sus aldeas, en las propiedades de los plantadores blancos, con el fin de ganar el dinero para pagar los impuestos o las costas judiciales. Como la mujeres fiyidenses no podría emplearse en las labores del campo, permanecían solas en sus hogares, pero dejándolo todo en el mayor abandono. En pocos años, la mitad de los indígenas se habían convertido en siervos de los colonos blancos, y se propagó la prostitución, y corrió como pólvora entre los fiyidenses llegar a un país en el que está el sueño de todos los sueños, el MUNDO DE LAS OPORTUNIDADES: ESTADOS UNIDOS.

  18. En la antigüedad, todo el orden económico estaba fundado en la esclavitud pero los más grandes genios eran incapaces de advertir ese estado. Jenofonte, Platón, Aristóteles y los romanos creían que no se podía vivir de otro modo, y que la esclavitud era consecuencia inevitable y exclusiva de la guerra, sin la cual no había modo de concebir la humanidad. Ahora, a la humanidad (esclavizada) no comprendida en el área de EE UU y la UE, se le exige que tenga una DEMOCRACIA como la de las islas Fiyi. Punto.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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