El rentismo petrolero: Entre Arquímedes, Aristóbulo y el nuevo crédito chino

No creo olvidaré nunca la cara de Aristóbulo, cuando anunció, como quien habla de un amigo, "ha muerto el rentismo". Estaba, triste, taciturno y acongojado, todo eso junto por demás. Y nos invitó a tomar un camino nuevo porque eso de vivir chuleando al petróleo era algo como deshonesto. Por eso propuso ese día que, aunque pudiese resucitar por lo tanto que la madre tierra guarda en su vientre y dentro de nuestro territorio nacional, le hiciésemos la cruz y "adiós luz que te apagaste". La malo es que pocos días después, no mucho tiempo, como para nos burlásemos de él, de Aristóbulo, para dolor nuestro, porque en fin de cuentas es un maestro que ha dado clases en todas partes menos en un aula, lo que se le nota por su poca sutileza pedagógica, le nombraron no ministro de tierras, de agricultura y cría, sino de "Agricultura Urbana". Y apareció un día en Cumaná, otro en Maturín, exhibiendo por televisión unos materitos, de esos de pote, dentro de un patiecito minúsculo, como la fórmula para inundar el mercado. Hasta con orgullo mostró como una señora en aquella ciudad había cosechado quince kilos de algo que se consume de manera masiva. ¿Los resultados? Pues están a la vista. ¿Qué se alcanzó con aquella prédica y descubrimiento? Pues al parecer nada significativo, salvo en el aspecto moral.

Menos mal que Aristóbulo, más formado en escuelas de cuadros como las de AD, MEP y para rematar en aquella de Causa R, pero no de Maneiro sino la de Andrés Velásquez, de esas de zancadillas, de grupos y sectarismo, no puso aquella cara de euforia de Arquímedes, cuando salió a la calle semidesnudo gritando ¡Eureka! porque acababa de descubrir la causa que los cuerpos floten en el agua. No. La cara de Aristóbulo fue la propia de cuando se vela a un muerto y de los íntimos. Acababa de descubrir que se acabó lo que se daba, la pasta y de ahora en adelante había que pulsear y apelar a las mañas de aquellas escuelas suyas, las que hemos mencionado, para seguir flotando y mantenerse en el coroto.

Romper con el rentismo, en el caso venezolano, más que simplemente "sembrar el petróleo", significa alcanzar la soberanía y desligarse del control de cualquier imperialismo. Sacarle el tuétano a la tierra, lo que Dios puso allí, para venderlo sin agregarle nada, es como un chuleo que se paga a la larga. Los revolucionarios llegados al poder tenían y tienen aquella meta trazada y no hay espacio para inventar y pretender ser más fieles que todo el mundo. Quienes llevan 20 años, que es bastante, no exactamente como cantó Gardel, que "veinte años no es nada", porque eso es relativo, tienen una enorme deuda, tanto como la que dejaron intacta los fundadores de AD, de no haber hecho nada sustancial por la independencia y seguridad de este pueblo. Entre el Libertador y sus glorias, hasta ahorita, hay una enorme deuda histórica –palabra que al presidente tanto le agrada – por pagarle al pueblo venezolano.

Para romper con el rentismo se requieren muchas cosas. Lo primero son capitales para invertir en lo nuevo por crear que incluye los sectores productivos. No he hablado ni voy hablar de relaciones de producción porque eso parece muy confuso y pese eso, para algunos pareciera una cosa de niños. Nosotros en estos veinte años dilapidamos la renta, la gastamos en una larga borrachera y de repente, nos acordamos de lo que debíamos hacer cuando estábamos en la ruina y sin con que comprar un azadón o un pequeño motor de medio caballo. Y quien eso no calle es desleal y traidor.

La tragedia nuestra de ahora es como para ponerse a llorar. Parece que para salir del rentismo, no nos queda otra cosa que volver a él con el mismo ánimo de antes. Si queremos dólares, y los queremos porque con eso se mueve el mundo, aunque hablemos pendejadas, hay que aumentar la producción petrolera y vender oro y lo que bajo de la tierra tengamos listo para ser vendido. Es un volver al comienzo después de veinte años, como cuando Chávez recuperó los precios del petróleo para empezar; esa es la nueva oferta, de nuevo la tarea de romper con el rentismo.

Estamos endeudados con los chinos, relativamente hablando, tanto como EEUU. Les debemos hasta el modo de caminar. Y ellos necesitan nuestro petróleo, no caraotas, frijol, ñame ni lentejas y menos bicicletas u hondas, gomeras o chinas para promover guarimbas o "tranques"; esto lo compran a los chinos los gringos. Nosotros necesitamos de todo, hasta dientes y muelas para masticar la comida, y eso se compra con dólares y estos se nos pusieron muy caros y llegan de a poquito con la caída del la producción petrolera.

Y volvemos al rentismo petrolero, pese Aristóbulo hace cinco años atrás lo dio por muerto y enterrado. Ahorita mismo, acaba de informar AP, que los chinos nos otorgarán un préstamo de 5.000 millones de dólares para reactivar la producción petrolera. No voy a condenar que a ese fin se dedique ese préstamo, que los chinos otorgan para eso, no para otra cosa y ellos nada de pendejos tienen, pero por lo menos uno espera, que esta vez, estando los precios del petróleo como están, en un nivel bastante bueno, cuando cumplamos la meta a que nos obliga la necesidad y la rigurosidad china, no volvamos al jolgorio de antes y menos tengamos que ver de nuevo a Aristóbulo invitándonos a saciar el hambre con una matica de verdolaga sembrada en un viejo pote de avena Quaker.



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Armando Lafragua


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