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¡Nos volvieron a destruir el sueldo los criminales comerciantes! Nos cuesta tener que escribir estas verdades, porque vaya Dios a saber cómo la usarán (manipularán) los enemigos, pero como uno no tiene medios para hacerlas llegar a los altos niveles y seguir con estas cargas tragando arena nos mata…, pues, no nos queda más remedio que hacerlas pública para ver si se entienden o si alguien nos definen mejor el rumbo hacia dónde vamos. Nos obliga hacerlas públicas el preocupante desconocimiento de ellas o el desdén con que se las trata. ¿O acaso será que lo que estamos viviendo ya habrá sido previsto por los asesores económicos de la revolución… y somos nosotros somos los que deliramos? Ojalá así sea, pero la realidad es que en tan sólo dos meses el derrumbe del bolívar soberano ha sido catastrófico, ¿y además, que se nos avecina para los próximos meses? Suponemos también que en este estado de cosas, (¿PREVISIBLES?), el gobierno ya tenga un plan B, que desconocemos y que hasta ahora ha disimulado muy bien.
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Hay que decir de entrada, que el comportamiento de la devaluación del bolívar soberano se ha venido dando de manera imparable, de modo tal que existen muchos artículos de primera necesidad que se van encareciendo a una razón de cien soberanos cada día. ¿Y quién ahora podría parar esa progresión tan vertiginosa tomando en cuenta que los comerciantes de la manera más arbitraria y criminal están llegando a disparar los productos de modo que ya lo que provoca es cargar una kaláshnikov? La historia de siempre, hermanos…
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Calculen ustedes, queridos camaradas, lo que implica hoy hacer mercado: en plan de andar sabaneando huevos, carne (de pollo, cerdo o de res), aceite, pan, sardinas, atún, azúcar, queso, mantequilla, harina de maíz, natilla, etc., que todos estos son productos que usted difícilmente consigue, o están sumamente escasos, o con precios incalculables (que los ve, da vueltas y vueltas, y a la final tiene que tragar grueso e irse con las manos vacías…). Vean este casito: están pidiendo por un kilo de cochino 2.000 soberanos en Mérida. Usted con 4.000 soberanos no resuelve ni siquiera la comida de una semana para dos personas, ciñéndose estrictamente a los dos golpes, el del desayuno y el almuerzo... Sin incluir los gastos de pasajes, jabón, bombillos, papel, ropa, una hojilla de afeitar, un desodorante, champú, toallas sanitarias, crema dental, algo de cloro o desinfectante, … nada de nada de lo que podría ser llamado "accesorio" que en muchos casos no lo es… Las verduras están por las nubes … Vean este caso entre miles: a una señora joven le descubren un espolón en un pie y debe ponerse unas plantillas porque si no las usa no podrá caminar. La pobre (empleada pública) gana sueldo mínimo (1.800 con descuentos…) y por las plantillas le piden 2.500 soberanos. La señora debe entonces guardar cama, postrarse y suspirar… ¿Cómo alguien en este estado podrá comprar entonces lingoticos o Petros?, y no me hable usted de un mal agudo o crónico, repentino, de un cáncer,… esta es la situación que se está dando en millones de venezolanos…
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Sobre la Guerra Económica, hemos propuesto que sean las comunidades las que asuman este control de precios ante los comerciantes usureros y desbocados, y hemos visto cómo el Vicepresidente del PSUV en un noble empeño por evitar que caiga en la ruina el bolívar soberano, que ya es un hecho, reclamó que estos comerciantes fuesen presos o llevados ante la justicia. Se hizo entonces evidente que la mano peluda invisible y monstruosa del MERCADO CRIMINAL pudo otra vez más que nosotros. Aunado a esta situación, los camaradas que se han enfrentado a los comerciantes ladrones, han salido heridos y humillados incluso a veces ante la indiferencia de las autoridades y de los propios máximos dirigentes de nuestro partido.
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Sólo dos semanas nos duró la ilusión de que podríamos vencer a los criminales usureros con lo de la reconversión. Y como en un vendaval progresivo fuimos siendo presa (otra vez) del caos especulativo que lo barrió todo. Camaradas Presidente y respetado Diosdado: pónganse la mano en el corazón, vean el cuadro de dificultades económicas que está sufriendo el pueblo y luego pregúntense con absoluta franqueza quién puede salir a comprar Lingoticos de oro o Petros, ¡por favor! El pueblo tiene su manera de interpelar también y se interroga: "- ¿Acaso sólo los podrán comprar esos venezolanos del barrio de Salamanca de Madrid, que sean ellos otra vez quienes también se aprovechen de nuestros lingotes y de nuestros Petros?". ¿De resto quién, por favor?, porque el cuadro que presentaremos a continuación (en relación con nuestra situación social) no está para que alguien ni siquiera de la clase media, esté en condiciones de comprar los referidos lingoticos o Petros sin que ello le ocasione un desajuste brutal en su presupuesto.
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Amigos Nicolás y Diosdado, vean esto: de veras que al pueblo no le importa para nada dar la vida por defender el proyecto de Chávez, que estamos seguro que cuando llegue la hora y se le pida salir al frente ahí estará listo y dispuesto para el combate. Pero amigos, el hecho de ahora se nos invite a comprar lingoticos de oro o Petros desconcierta preocupantemente, porque eso significa que se está desconociendo el caos desmadrado económico por el que estamos pasando. ¿Con qué nosotros, estos enhiestos y eternos muertos y desahuciados de siempre, podremos salir a comprar algo que de hecho se nos presenta superfluo ante el horrible cuadro de necesidad que nos acogota, nada prioritario frente al hambre que está cundiendo y ante tantas vitales requerimiento que nos acosan…? Uno compraría lingoticos viendo que le sobra el dinero, pero le aseguro que de los 30 millones de venezolanos apenas si habrá unos pocos de miles que estén en capacidad hoy de comprarse unos lingoticos o Petros, y así seguir frescos como si nos les faltara nada. Vean las redes y los comentarios del pueblo que se pregunta, si es que acaso el Presidente Maduro no tendrá a alguien a su lado que le diga cómo es que se está batiendo la manteca (que no hay)… acá abajo. ¡No habrá, Dios mío!, se pregunta tanta gente, alguien que le diga al Presidente que el poder adquisitivo del venezolano descendió tan abruptamente que ni siquiera nos podemos tomar un cafecito en la calle?
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Con esa oferta de lingoticos o Petros, nos da la impresión que lo que estamos haciendo es enriquecer aún mucho más a los ricos, a los canallas empresarios y comerciantes, a los estafadores de nuestro pueblo que se irán a tragar el oro nuestro, porque son ellos los únicos que pueden comprarlo. ¿Quién, Dios mío!, podría comprar PETROS en rublos, yuanes o euros? Díganme, por favor! ¡Ese sin duda es otro chuzo bien calado que nos habrá de meter la derecha, camaradas! Porque además, el salario está en cero y el irrespeto a los precios acordados ha sido la peor de las bofetadas al pueblo.
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Sí, de todos los horrores que referiré el que más ha provocado pánico en la población ha sido ese llamado, para que nos aprestemos a comprar lingoticos o Petros. ¿Qué despropósito es ese? Vamos a insistir: al pueblo no le importa pasar por los horrores de una guerra frontal, que de hecho ya desde hace tiempo la viene sufriendo; ese pueblo que ha padecido una y mil tragedias no se queja de lo duro que es tener noches y días viviendo las tensiones y amenazas que se urden contra él. ¡Nada de eso arredra al pueblo, que está claro de la guerra de Estados Unidos y la Unión Europea contra nosotros, que a fin de cuentas ambos conforman la misma de la Santa Alianza que luchó contra Bolívar, porque el pueblo con Chávez supo empaparse de nuestra historia y de los sufrimientos acumulados de todos los infiernos sobrellevados durante las guarimbas y los crímenes salvajes de los paramilitares, de los sabotajes y esos atentados de la derecha que no nos han dado paz en estos últimos veinte años. Todo eso lo entiende perfectamente el pueblo, y tiene esa conciencia sin vacilación sobre el enjambre de crímenes alimentados y dirigidos por la Unión Europea (con su OTAN), engendradora de horrores en el Medio Oriente.
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Ahora bien ante ese cuadro, con qué, insistimos, con qué puede un pobre diablo, sea de la clase media o baja, podrá darse el descomunal lujo de salir a comprar un lingotico o un cuarto de Petro! ¿Acaso comprarlo a costa de qué, de la arepa de cada día que de hecho no consigue, a costa de un medicamento sencillo que el necesitado esté requiriendo para poder ir medianamente tirando? ¿Saben ustedes queridos Presidente y Diosdado cuántos lingoticos cuesta hoy en día un seudo cartón de huevos? ¿Saben ustedes, acaso, la poquísima población que tiene posibilidad hoy de comer carne, algo desaparecido de todos los anaqueles o por lo menos del todo incomprable? Lo que nos produce pánico por tanto es esta desubicación, y que además los asesores de la revolución económica estén realmente desconociendo los niveles del desastre en que nos encontramos. ¡Cuidado, muchísimo cuidado con esto!, porque de otro modo nos estaremos dirigiendo hacia una pavorosa catástrofe, aún imprevista por nuestros dirigentes! Y fíjense, por ejemplo, que el dólar lo habremos sacado de nuestra circulación financiera oficial, pero casi todo se tasa en dólares, acá… abajo, en los infiernos.
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Vamos a dar esta versión del cuadro de calamidades que enfrentamos desde Mérida, que no sabemos realmente cómo estará en el resto del país. Aquí en Mérida la situación es horrenda. Quizá en medio de una guerra frontal con Estados Unidos, a través de Colombia, no nos encontraríamos tan mal como lo que solapadamente vemos en muchos aspectos, pero saquémoslos a flote:...
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En Mérida, casi ninguna residencia en este momento cuenta con gas (desde hace meses) ni con agua, y el agua cuando llega no pareciera estar en condiciones de potabilidad. La electricidad se interrumpe todos los días, de modo que muchos edificios de pronto se encuentran sin gas, sin agua y sin electricidad. Los daños a los aparatos son tremendos, y casi todos los bombillos que se tenían para ahorrar la electricidad se han dañado. Los condóminos van hacia a la bancarrota. El que tiene una cocinita eléctrica en un edificio debe compartirla con los vecinos para que se pueda comer algo medio caliente, en las horas que llega la electricidad.
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Calcúlese los inmensos daños que ocasiona este estado de cosas, teniendo hijos y ancianos a quienes atender, a quienes tener que dar de comer, tener que mandar a la escuela, tener que lavarles la ropita o los cacharros; hacer comida, meterse en inmensas colas cuando no hay transporte. Y téngase en cuenta que el sistema de comunicación por celulares o telefonía fija, y el internet se encuentran en un estado de peligrosa inoperabilidad: con grandes extensiones urbanas sin cobertura posible…, en pocas palabras con zonas electrocutadas e incomunicadas.
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Añádase a todo esto que el problema de la basura en Mérida es de dimensiones dantescas, con lo cual la salud de los habitantes de esta ciudad ha venido estando seriamente afectada por diarreas, vómitos, hepatitis y otras endemias. Las avenidas principales se encuentran anegadas de miasmas, convertidas éstas en un inmenso muladar, pobladas de montes, con descomunales promontorios de miasmas, con las consabidas moscas, ratas y zamuros en festines permanentes cerca de escuelas, CDI’s y residencias. Mérida no tiene alcalde ni gobernador que pueda velar por nada, ni resolver nada, teniendo también en cuenta de que estos señores adecos, por puro interés personal llegaron a esos cargos, careciendo de partido que los apoye y de organización para encarar los grandes males que nos trastornan.
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El transporte en Mérida es otra de las más serias y terribles calamidades, prácticamente no existe. De lo cual se infiere que cumplir con un horario de trabajo es casi imposible para el Estado y para la llamada empresa privada. Se cobraba por pasaje un soberano y repentinamente las pocas busetas que circulan están exigiendo cinco soberanos en las rutas cortas. Ya se habla de precios lineales, para ir desde Mérida al Anís por ejemplo (El Anís está fuera del casco urbano a una hora…), hay que bajarse de la mula con 35 Bs.S como tarifa única, así sea que el pobre diablo requiera quedarse a medio camino (calcúlese entonces, hermanos, el horror de cómo la inflación devora el sueldo, y además acosado por el panorama que se nos avecina en diciembre!). El Trolebús está peligrosamente destartalado, llevando en cada unidad centenares de personas de manera hacinada. Las paradas para tomar el transporte están atestadas por demenciales colas, y en calles y avenidas se ven los ríos de gente tratando de llegar a sus casas a veces bajo torrenciales aguaceros o bajo un sol plomizo y agobiante.
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Agréguese a todo ese cuadro, las tremendas e interminables colas para echar gasolina o comprar una batería, que nadie sabe por qué se presentan ni porque están cada vez más caras estas baterías, con precios exorbitantes y demenciales. Y ahora llama la atención esa tardanza también inexplicable por activar el pago de la gasolina a precio internacional que tanto requiere el país para medio paliar los recursos que necesita la nación, haciendo que la gente viva congestionando todas las estaciones de servicio de combustible.
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Por otro lado, señor Presidente y amigo Diosdado, ¿quién hoy está en capacidad de mantener un carro? ¿Saben ustedes cuánto cuestan unos cauchos, cuánto cuesta cambiar aceite y filtro o comprar una batería (lo repito), o arreglarle un problemita que se le presente a la máquina? Hay decenas de miles de carros varados o inutilizados en talleres y estacionamientos, y los que tienen sus carritos más o menos parapetados no saben si sacarlos no sea que se les escoñeten totalmente.
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El dinero no alcanza para hacer mercado ni siquiera para las necesidades más básicas, y lo peor, ni para una consulta médica o unos exámenes de laboratorio que se requieran repentinamente, pues los CDI’s están prácticamente desmantelados y casi nunca tienen los reactivos. Aquellos que otrora tenían con que acomodarse con los tres golpes, se las arreglan como pueden para comer bandeándose con productos "baratos" como cambures, plátanos, topochos o batatas. No es exagerado decirlo, pero en gran medida la clase media descendió a niveles casi de tener que vivir de la caridad ajena para poder bandearse, y ustedes incluso verán gente que antes tenía con qué (propietaria de casa y vehículo, que viajaba por el mundo…) llevando hoy en la mano unos camburcitos, algún aguacate o guayabas que alguien se cogió de un solar ajeno, y siempre buscando una locha para completar un real, y tratando de que con ese realito hacer el milagro de que se pueda medio cuadrarlo para completar un aliñito (con el cual engañar las tripas)... Si acaso.
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Y todo este rosario sería inacabable, si además toman ustedes en cuenta que ya ni se puede lavar, por qué cómo hace usted para quitarse la arepa para comprarse un jabón de lavar, como ya dijimos. Bañarse a diario cuesta también….y dígame si en la casa se le daña un grifo… ni qué decir…, porque los ferreteros son de los más usureros y canallas que quepa imaginar….de modo que nada se podrá reemplazar y se va viendo cómo se arruinan los apartamentos y las casas sin poderles resanar nada. Pero nosotros estamos muy claros de la realidad, y cuando vemos este cuadro de ruina formal le digo a mi mujer: "Son las bombas, mi vida, que nos ha lanzado la Unión Europa y su gran hijo de puta los Estados Unidos... entiéndelo que es así,… Date cuenta de que estamos en otro Alepo…, las bombas que no cesan y que no cesarán…".
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Entonces, querido Presidente y admirado amigo Diosdado, a veces pensamos que en lugar de pensar en aumentar el sueldo, mejor será que nos manden unas kaláshnikovs, a ver si así salimos de este vicioso círculo de vicios.... A lo mejor algo se resuelve…, pero eso sí, con lingoticos o Petros, con eso… NO IREMOS A NINGUNA PARTE, al menos nosotros los muertos de siempre! Un gran abrazo, camaradas, y pa’lante, CARAJO, que ánimos no nos falta….