¡Qué manera tan brillante de ahorrar!

Si el presidente Maduro supiera la verdad de las hazañas de la familia venezolana para adquirir, solo algunos o un producto de la dieta básica, porque el sueldo no le alcanza, no estaría empeñado en llamar al ahorro en una época de crisis económica. Normalmente, quien ve las cadenas de televisión o las noticias que muestra a algunos políticos atendiendo a entrevistas, se puede dar cuenta y contrastar la invitación al ahorro del presidente, con lo que percibe en el rostro rozagante de los gobernadores, diputados, alcaldes y otros funcionarios con cachetes lustrosos e inflados a lo "Quico" y barriguitas a lo "don barriga" y puede concluir al compararlo con su físico que: "Coño, esos carajos si están gordos, creo que estoy ´pasando hambre"

Y cuando se repara en la vestimenta: camisas, chaquetas, pantalones, blusas importadas, etc., no faltará quien se acuerde de sus camisitas estrechas, "lullías" y desteñidas en la espalda de tantas lavadas o de sus pantalones, ya tubitos de tanto meterles en las piernas; o de sus cinturones cada vez más ahuecados dependiendo de lo que se rebaja cada semana. De hecho, hasta negocios se han creado para abrir huequitos al cinturón, hay quienes se ganan la vida haciendo ese oficio, y les va bien, los clientes abundan.

Entonces, ante este cuadro presentado, ¿Quién puede ahorrar? Y si se ahorra, ¿Con qué se compra la comida? Y si la semana de trabajo no llega, ¿Cómo se subsiste?

Por cierto, a mi vecina que es docente, no le llegó su semana de trabajo, y nadie dice nada al respecto, y casualmente, según ella, estaba pensando en ahorrar algo de ese dinero, porque la propaganda la ha afectado de tal manera, que le parece gracioso cuando aparece el viejito con su lupa, viendo el brillo del oro y decir "¡Qué manera tan brillante de ahorrar! Pues, ella quiere quedar bien con el gobierno, y consigo misma, pero, dice Y ¿Cómo hago para ahorrar?

Hay que señalar que su cobro semanal depende de su cuenta nómina y en verdad allí no tiene nada y eso lo constata a cada rato en Clavenet, con la esperanza de que le aparezca la semana que el ministerio de educación no le depositó, pero ¡qué va! Nada. Otra pregunta que se plantea mi vecina es: Bueno, si en mi cuenta de ahorro no hay ahorros ¿Qué ahorro? Y como yo poco ahorro, poco ahorros hago. Ella dice que su cuenta es un elemento de transición, el poco dinero que se gana, enseguida pasa a la posteridad como un gasto rápido a veces por un solo producto que llega solo a la mesa, sin acompañante porque no alcanzó para el otro producto. También se puede decir, que esas cuentas de ahorro no ganan ningún interés, precisamente, porque el dinero no aguanta un mes en el banco en su cuenta, pero si gana en la cuenta del especulador que se lleva su dinero. Mi vecina ha pensado en ahorrar con la tarjeta de crédito, pero ni así, porque en el último aumento del límite de la tarjeta de crédito, de vaina llega al cuarto de petro.

En verdad, no cae bien llamar a ahorrar a quien no le alcanza lo que gana para comer;

como lo dije antes, eso provoca rechazo y los asesores del presidente no deben seguirle insistiendo con eso del ahorro, porque por más que se quiera, no se puede. No se le puede insistir al pueblo que ahorre lo que no se gana. Ni tampoco se le puede pedir que renuncie a lo poco que puede adquirir con lo que gana. El ahorro es bueno y las personas saben que en buenos tiempos, sin necesidad de que se lo digan, ellos ahorran. Por lo tanto, en estos momentos, es difícil que haya una manera brillante de ahorrar.



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Jesús Rafael Barreto


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