En el Palacio de Miraflores:
Ministros, ministras y gobernadores lucían sus relucientes dientes exageradamente pelados y blancos, y rostros radiantes, como una prueba de que habían recibido la última caja CLAP con dos perniles cada una. Lucían vestimenta navideña. Quiero decir que estaban ataviados con el traje rojo, rojito de Papa Noel, o Santa Claus, para algún más chic. El largo mesón ya no daba para más. Los ministros y ministras, apretados, como en cola para cobrar la pensión en el Banco Venezuela, se veían rozagantes unos a los otros, con una sonrisa plena y cómplice de dicha pasajera dibujada en el rostro, mientras los gobernadores estaban en la parte de atrás, sobre sillas coleadas para el evento, hablando en cuchicheos sórdidos.
Habla el jefe:
Los he convocado a este Consejo de Ministros ampliado navideño, para revisar con ustedes, ministros y ministras, y los gobernadores, las órdenes, o mejor dicho, las instrucciones que he impartido últimamente. Trataremos sólo los asuntos puntuales que, de alguna manera afecta, en un sentido u otro, la buena marcha de nuestro equipo gubernamental. Ante debo recordarles que todos, absolutamente todos estamos programados, entrenados y educados para triunfar. Nuestro Comandante Chávez nos preparó para eso. Para pasar por encima de cualquier obstáculo hasta vencer. Somos los mejores hombres y mujeres que jamás gobierno alguno haya tenido a lo largo de nuestra historia republicana. Y no perdamos más tiempo en retórica… Y hablando de retórica, no quiero guabineo, quiero respuestas precisas. Por cierto, veo unas caras nuevas. Nunca las había visto en este gabinete… Pero imagino que si están aquí es porque yo los nombré, y si los nombre es porque son rojos, rojitos… ¿O me equivoco?
—Tareck El Assami, todo poderoso de la economía, ¿cómo va eso de los precios acordados?
—Bien, presidente. En estos momentos nos encontramos acordando sobre lo acordado, que había sido acordado hace meses… Pienso que ahora sí se respetaran los precios, y si no, le juro que iremos a otras reuniones acordadas y consensuadas, hasta que los precios bajen de las nubes, mediante acuerdo final. Esa es la idea.
—¿Y los CLAP?
—Yo respondo, presidente. Siguiendo las instrucciones suyas, hemos articulado con otros organismos, y, ahora mismo, le puedo asegurar que ya los ministros y ministras, así como los gobernadores están recibiendo, en sus respectivas viviendas, su caja CLAP, con sendos perniles, y, de ahora en adelante dos veces al mes, tal como usted lo ha pedido… Y una botella de Moê Chondon, como un regalo de fin de año de parte suya y de su esposa Cilita.
—Erika, sorté un platal para "Suena Caracas", ¿cómo están los soneros?
—Todo suena bien, presidente. La gente está bailando en una sola pata, como se dice coloquialmente. Fíjese usted, que hasta está sonando al lado del "Sonero Clásico del Caribe", una orquesta japonesa, yo no sé qué de la luz… Ah, sí la Orquesta de la luz, que interpretó épocas pasadas, cuando yo no había nacido, a Alma Llanera y el pasaje "El Caimán de Boca Brava". Mire presidente, cómo estará sonando Caracas, que hasta Diosdado, que no baila ni la pepa de los ojos, está meneando el esqueleto… Ese dinero que usted drenó hacia acá, es la mejor inversión que usted ha hecho… Usted verá, presidente, a la gente intoxicada y borracha de música, hallaca, pernil y ron pá to el mundo.
—Tareck, ¿cómo va eso de los aguinaldos?
—Todo, absolutamente todo, se viene cumpliendo al pie de la letra, tal y como usted lo ordenó. Hemos venido entregando gotas de aguinaldo para que el pueblo no queme los churupitos de una sola vez. Así, de gota en gota, siempre tendrá su real y medio. La gente se ha quedado quieta… No les ha quedado otra. Es cuestión de acostumbrarse a recibir lo que se puede. Ahora bien, presidente, la gente no protesta, lo que significa que usted se la comió con ese cronograma de aguinaldos. Nadie sabe cuánto recibirá, nadie sabe cuándo es cuando… Y hasta sueñan con un bono hallaquero… Por cierto no sé de dónde han sacado esa verdolaga… Dios santo, ¿qué haríamos sin sus ideas, presidente?
—Haber, tú, superintendente, ¿qué me dices de las compras del Petro y los lingoticos de oro? Ya Cilita y yo compramos…
—Presidente, eso va viento en popa… La compra del Petro fue masiva por parte de los gobernadores… Hasta vimos un camión de Drácula, frente a la superintendencia… Y de los lingoticos amarillos, ni se diga. Todos, toditos los trabajadores, han seguido el ejemplo de los gobernadores, y han invertido en Petro y en oro, en respuesta a su llamado que usted hizo al ahorro. Las dos gotas de aguinaldo la invirtieron, sin importarles que ahora tengan que comer cable importado. Sólo esperan el pernil para comer el 31… Y a festejar sea dicho… ¡Que gozadera, presidente!
—¿General Quevedo, ya llegamos a los dos millones de barriles diarios de producción? ¿O todavía estamos en el arranque?
—Tal y como usted nos instruyó, vamos para arriba. Es decir, subiendo y subiendo, como la espuma. Pero no le doy cifra, en estos momentos, porque no quiero amargarle la reunión… De eso, presidente, yo sí sé… En tiempo récord aprendí, y hoy, le informo, que puedo hablar en inglés a nuestros socios en la OPEP… No se preocupe por CITGO, los gringos me dijeron que lo que van a hacer está bien guardado, para que no haya sorpresa…, pero que apunta hacia fines inconfesables…, según me sopló un experto petrolero que milita en la ANC. De manera que yo ya he tomado mis provisiones, por si las moscas.
Vuelve a hablar el jefe:
Bueno señores, este conversatorio se acabó. Para quienes me han preguntado que si viajaré a México, para la toma de posesión del presidente electo, popularmente conocido como AMLO, les informó que sí iré, a pesar de los pesares de muchos de allá y de acá. Les informo que me sobran ganas de aumentar el salario mínimo, pero tengo miedo que nos quedemos pelando para el año que viene. Esa vaina, con el perdón de las ministras, (risas, risas y risas) de las tablas salariales me tiene atosigado… No sé a quién creerle… ¿Le paro a los sindicalistas bochincheros de las empresas de Guayana, o a nuestro constituyente y pico de oro Francisco Torrealba… Alguien me preguntó al entrar que por fin que iba a hacer con la gasolina, y respondí que todavía no tengo claro que es lo que debo hacer, y no quiero dejarle eso en manos de los asesores, porque allí si es verdad que se pone morado el sancocho… Seré responsable total y absoluto del precio de la gasolina, y si me apuran mucho consulto con uno de esos astrólogos que abundan en los canales de televisión… Con la gasolina, paso agazapado… Señores: moderación en estos días, en especial la Noche Buena y el 31. Empinen el codo con sobriedad y recuerden que estamos en austeridad. Tomen agua, como lo haremos Cilita y yo, yo y Cilita… Esta reunión no ha existido, es solo un juego de imaginación. HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE.