Cuando los venezolanos nos quejamos del problema del poder adquisitivo del salario, porque fue poco lo que aumentó el gobierno, no nos damos cuenta u omitimos intencionalmente que los grandes monopolios industriales y comerciales también lo afectan de acuerdo al comportamiento en los precios de los productos que venden. Es decir, los empresarios suben arbitrariamente sus precios (Después de haber sido acordados) que terminan absorbiendo y superando cualquier aumento de salario por parte gobierno. Y de esto, hace tiempo ya, y así es imposible vivir más o menos, si lo que se gana no alcanza para comprar alimentos, vestirnos, para el medicamento o para recrearnos. Ante esta situación, decidimos endeudarnos, apelando a los pequeños créditos que ofrece la banca, para seguir "lambiendo como el mosquito" (Así decía mi abuela). Realmente, está pasando que tras cada aumento de salario, solo el incremento de un producto básico rebasa al mismo, y como en una carrera de caballos, le saca varios cuerpos de ventaja, que lleva al gobierno a iniciar un nuevo ciclo de aumento de salarios y así vamos, en un círculo vicioso, en el cual no aparece la autoridad que aplique la ley a quienes se ocupan de trasquilarnos con sus precios elevados.
Ante esta realidad que vivimos, presionados por la acción inclemente de empresarios que sabotean la gestión de gobierno como una forma de someterlo para que claudique, diariamente se nos plantea un grave problema de sobrevivencia que se relaciona con los alimentos que debemos consumir, y al respecto debemos escoger entre calidad y cantidad, pero siempre terminamos eligiendo la cantidad de acuerdo al precio del producto; asimismo, el producto no se consigue en todas partes, habiendo sitios específicos como por ejemplo, Las bodegas polar, en las cuales para comprar hay que someterse al combo preparado por esta empresa, en la cual, el alimento básico, es más barato que el agregado, que resulta ser más caro, aun cuando no es ese el producto que se necesita; pero, siempre bajo estas condiciones andamos luchando e inventando para ver que compramos con lo que tenemos.
En otras palabras, el salario que nos incrementan cada cierto tiempo nunca alcanzará si los alimentos siguen aumentando, aun cuando sus precios sean acordados. Por ejemplo, tuvimos un periodo de cien días como prueba para justificar un salario aumentado en gran proporción, que se supone sería suficiente para sobrevivir si los precios de los productos conservaban sus precios por ese lapso de tiempo, pero no fue así. Bastaron, solo 15 días para que ese poder adquisitivo se evaporara por la acción del comerciante, bachaquero e industriales o empresarios que dieron rienda suelta al alza del precio de los productos, pero agravado por la inercia gubernamental en cuanto a no aplicar las leyes como debe ser.
En fin, cada vez que se produce un aumento salarial, sobre todo con la frecuencia con que se hace, debido al deterioro de la economía por causas diversas, siempre surgen los argumentos en contra del mismo, porque genera inflación Sin embargo, dependiendo de quien lo diga, siempre estará implícita cierta ideología que se quiere imponer, porque es verdad que cuando aumentan los precios mucho más que el salario, son pocos los que salen a quejarse frente a las empresas que producen los alimentos, sin embargo, cuando se produce el aumento de salarios le recriminan al gobierno el hecho de haberlo aumentado, pero sin darse cuenta que con el salario antes del aumento no podría comprar de acuerdo al descontrol de los precios.
También se alega que cada aumento de salario debe estar en consonancia con el incremento en la productividad, pero resulta que los empresarios, los llamados a producir están endeudados con sus trabajadores. Es más, la chillan cuando el gobierno aumenta los salarios a sabiendas de que en este descontrol, ellos salen ganando, precisamente porque en parte originan este ciclo de aumento de salarios por el gobierno, contra el aumento de los precios de los productos por su parte sin someterse a los acuerdos en relación a los precios acordados. De hecho, el gobierno ha asumido las nóminas de algunas empresas para que los empresarios no la chillen, como si en realidad fueran los perjudicados. A todas estas, como en la pregunta eterna de quien fue primero entre el huevo y la gallina, creo que valdría la pena preguntarse en estos tiempos de crisis económica: ¿Quién fue primero, entre el aumento de salario mínimo y el aumento de precios? No soy economista, por si acaso.