Expansión monetaria e inflación en la situación venezolana

La situación venezolana es sin duda alguna muy delicada. La inflación ha alcanzado niveles extraordinariamente elevados, injustificados dado el enorme potencial y recursos productivos que posee la economía venezolana, ha destruido ingresos y riquezas de una gran porción de venezolanos, y favorecido -al mismo tiempo- su concentración en una porción cada vez más pequeña de la sociedad. Las causas de este fenómeno, aunque complejas y ocultas tras un enmarañado juego de intereses políticos y sociales; sin embargo, pueden ser explicadas.

No extraña que exista una gran discusión en nuestro país acerca del papel de la expansión monetaria (QE) en la explicación de la inflación. Las inquietudes surgen debido a que el dinero y la inflación son obviamente variables relacionadas, así como la fiebre y la temperatura del cuerpo lo están, lo que para nada significa que una fuese la causa de la otra. Realmente, cuando decimos que la cantidad de dinero causa la inflación no estamos explicando nada, simplemente hemos constatado que una variable está asociada con la otra; esto es, cuando suben los precios requerimos algún incremento de la cantidad de dinero (o de la velocidad con la que circula el dinero para adquirir los bienes, servicios o activos). Sin embargo, la emisión de dinero no es absolutamente inocua o inocente, y es obligación de los Estados -particularmente de la autoridad monetaria o Banco Central y autoridades financieras- cuidar la dimensión y modalidad de la emisión de dinero (o crédito) en una economía. De hecho, la emisión de dinero constituye una nota de crédito que se otorga al portador sobre una porción de la producción; el dinero da derechos a quien lo posee sobre bienes, servicios o activos disponibles ya o de los que se dispondrá a futuro. Mientras más dinero existe, mayores son los derechos de sus portadores sobre esta riqueza. Por lo tanto, cuándo la riqueza crece (o disminuye), disminuyen (o crecen) -en relación inversa- los precios en que se expresan los valores de los componentes de la riqueza (bienes, servicios y activos). Y derrochando el crédito que se nos da hoy, reducimos la riqueza de la que podrán disfrutar las próximas generaciones.

Para evaluar la dimensión verdadera del dinero en la economía (como de cualquier otro factor) hay que expresarlo en términos reales (o relativos, comparados con un patrón o medida para tener idea de la real magnitud de su variación), no basta su expresión en términos nominales; esto, precisamente, por el fenómeno inflacionario. Dado que, como ya han comprendido claramente todos los venezolanos, la expresión nominal de una cantidad económica más grande (llamemos ésta precios de productos, de servicios como el trabajo o de cualquier otro activo) no indica necesariamente un aumento en términos reales (digamos un incremento real en los ingresos de los poseedores de esos bienes, oferentes de un servicio o dueños de activos).

No obstante la importancia del dinero, tras éste se encuentra oculto el juego de poder entre distintos grupos o factores sociales y esto, a pesar de su importancia, suele obviarse. Nada es más conveniente para los poderosos que lograr que su juego pase inadvertido por parte del resto de la sociedad. Y este juego de poder es determinante, actualmente, en el mantenimiento de la trama inflacionaria en Venezuela.

En la generación de la inflación jugó sin duda un papel el incremento excesivo de los niveles de endeudamiento global de la nación; en la medida en que el vencimiento de un monto importante de deuda se acerca, o cuando el pago del servicio de la misma se eleva como porción de nuestros ingresos, sobre todo en el caso en que esa deuda está expresada en divisas o dinero extranjero, aparecen presiones y surgen dudas sobre la posibilidad de mantener el valor de nuestra moneda en relación con las divisas o monedas extranjeras; esto es lo que llamamos el tipo de cambio o, en términos frecuentes aunque cada vez menos confiable, el precio del dólar.

En esta situación aparecen actores -incluso operando desde el exterior (Dólartoday y casas de cambio informales en países vecinos), actuando aisladamente, o en coordinación con actores al interno del país- que juegan a hacer (mucho) dinero (también pueden influir, y no es infrecuente, variables políticas) apostando a la posibilidad de que se devalúe la moneda (el bolívar) y aprovechando la ocasión, y la posesión de grandes cantidades de dinero (aquí radica precisamente la importancia de vigilar la cantidad y modalidad a través de la cual se emite crédito o se expande la cantidad de dinero), demandan crecientes cantidades de divisas (digamos dólares) forzando a que ocurra la devaluación (suerte de profecía autocumplida), o en caso de que esta devaluación no se produzca reducen en cantidades insostenibles el nivel de reservas de divisas disponibles por el país. Esta situación se mantendrá o agudizará en la medida en que surjan o permanezcan dudas acerca de la estabilidad de una economía, y en que los factores que contribuyan con su desestabilización continúen en control de los medios para desestabilizarla; a menos que, el Estado llamado a hacer frente a tal situación logre adoptar una estrategia adecuada para hacer frente al "juego" de estos factores.

La ocurrencia de la devaluación y el agotamiento de las reservas que finalmente ocasionan estas acciones de sectores especuladores (por especulación normalmente se entiende la actividad "especial" llevada a cabo por unos sectores que hacen dinero sin tener que recurrir para ello a la actividad productiva; esto es -muy significativamente- sin trabajar) generan la inflación, sobre todo en el caso de una nación muy dependiente de las importaciones para satisfacer sus necesidades. Mientras mayor sea el grado de dependencia de esa economía con respecto a las importaciones debemos esperar -sobre todo en este caso- mayor impacto sobre la inflación, dadas las condiciones de especulación sobre el precio o valor de la divisa.

Es condición necesaria para hacer frente a la especulación: elevar los ingresos nacionales de divisas y hacer un uso adecuado de estos recursos, destinándolos -en primer lugar- al incremento global de la producción nacional y al abastecimiento de bienes esenciales; pero en términos además eficientes. Es decir, obteniendo el máximo valor de los mismos para que se traduzcan además en un incremento de los ingresos y de la calidad de vida de los factores dedicados a la producción (no a la especulación, al menos no a este tipo de especulación).

Es necesario, igualmente, modificar el comportamiento de todos los actores, tanto públicos como privados, para hacernos más productivos y eficientes, condenando cada vez más firmemente las conductas contrarias a estos fines (incluyendo el delito y esta especulación destructiva de la cual hablamos). También es necesario reducir los niveles actuales de endeudamiento globales, principalmente, el servicio de la deuda externa. No obstante, el factor principal es elevar la producción, objetivo que para nosotros está vinculado también con una mayor justicia social y la reivindicación de las clases trabajadoras.

Lamentablemente, aquí ha jugado un papel determinante la estrategia de algunos factores por impedir un incremento de la producción nacional (la desinversión de sectores empresariales, los llamados al boicot internacional en contra de la producción y economía nacionales, la corrupción y el saboteo en empresas estatales, sobre todo las de importancia estratégica: petróleo, electricidad, siderúrgicas, etc.).

Para hacer frente a la inflación y a la actuación desestabilizadora de estos factores, debemos actuar unidos y formar un frente nacional para producir y crear, estabilizar y vencer.

magallanucv@gmail.com



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Rodolfo Magallanes

Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la UCV

 magallanucv@gmail.com

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