Una de las graves consecuencias, que está encarando el actual proceso de guerra económica capitalista en contra de la Revolución Bolivariana, tiene que ver con el avanzado sesgo canibalizante de los monopolios en sus relaciones con las pequeñas y medianas empresas. Los monopolios, debido a su gran capacidad de poder absorber -por largo tiempo- una ofensiva contrarrevolucionaria contra el Poder Constituido, léase: el Gobierno Nacional, no escatiman esfuerzos por atacar con rudeza y agresividad a dicho Poder, sino que arremeten –violentamente- contra toda la población con sus alzadas de precios, sin importarles las pérdidas económicas que ello pudiera causarle a la entidad económica no monopolizada; en base, al principio maquiavélico de que "el fin justifica los medios". Lema, que impulsa sus actuaciones sin importarles los efectos que pudieran causarles al colectivo nacional, en analogía al razonamiento del Asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton: "No sabemos si las sanciones de EEUU van a producir un quiebre del gobierno de Venezuela; lo que sí sabemos es que el sufrimiento del pueblo venezolano va a aumentar". Es así, que Lorenzo Mendoza, en su obsesión por derrocar al Gobierno Constitucional del Hno. Presidente Nicolás Maduro, a su vez que lo ataca, agrede también al pueblo venezolano, sus potenciales clientes, avanzando más allá, al atacar también a sus hermanos de clase: los pequeños y medianos comerciantes, que se encargan de distribuir sus productos y venderlos al pueblo todo. Pues, cuando –semanalmente- incrementa sus precios, estos –los pequeños y medianos comerciantes- son los primeros en sufrir los avatares de su guerra, producto de la pérdida de consumidores en sus negocios y, en consecuencia, la pérdida de rentabilidad, motivada por la baja continua de compradores ávidos de consumir, pero, sin recursos suficientes para cancelar los productos encarecidos semanalmente. La especulación, al final de su circuito de circulación, termina cobrándoles en bajas ganancias, debido a pocos compradores, el alto costo ficticio de sus mercaderías ancladas a un dólar virtual, sin racionalidad económica alguna, pero que sirven de justificativo para mantener en alza sus precios especulativos, de los cuales se beneficia el monopolio sustancialmente.
Somos testigos del caso de un portugués, cuya panadería se encuentra ubicada en una populosa parroquia del oeste capitalino, a donde acudíamos -con regularidad- a adquirir el pan campesino. Durante los años 2016 y 2017, fuimos testigos de excepción, al ver al portu, expresar con voz alta y ubicado a mitad del local: ¡Ahora sí, Nicolás se va! Mientras, todo sonriente veía a su alrededor, desafiante quizás, como esperando alguna respuesta de los presentes en el local. En 2018, la panadería, en los hechos, pasó a convertirse en un verdadero supermercado. Las mercaderías brasileñas, coparon los anaqueles del negocio, y eran la base sustancial de las compras de los que acudían a la panadería. Además de los dos empleados que cocinaban el pan, le bastaban dos personas más para atender los puntos de ventas y despachar, pues el resto del local era atendido por hijos y familiares del portu. Inicios de 2019, representó un cambio cualitativo importante para el negocio. En enero, inicia remodelaciones importantes que modificaron el local. Cuatro cajas fiscales se instalaron y pasaron a acompañar los puntos de ventas, pasó a ser casi que el único negocio que entregaba facturas en la zona. Hacia marzo, la panadería, formaliza su condición de supermercado y nuevos estantes ocupan la mitad del amplio local. Nuevos estantes, que se llenaron de producto marca Polar: harinas de maíz, pastas, arroz, aceite, salsa de tomate, margarina y mayonesa.
Con la llegada de los productos de Lorenzo Mendoza a la panadería, comienza ésta a adoptar la dinámica de precios de alimentos Polar. Semanalmente -en analogía a la empresa de Mendoza- el portu comienza a incrementar sus precios, tanto los de marca Polar como del resto de alimentos y productos de aseo personal que traía desde Brasil e incluso, los panes, dulces y tortas. Inducido, en la dinámica de precios del monopolio de Lorenzo Mendoza; pronto, comenzó a sufrir los rigores de la pérdida de clientela en un negocio, que parecía ir viento en popa. Por estos días septembrinos, se ha producido un cambio radical en la gestión de la panadería, de las cuatro cajeras que empleaba para cubrir las cajas fiscales, tan solo le queda una sola, mantiene los panaderos, pero ha encarecido tanto sus panes que sus otrora clientes habituales, han cambiado sus hábitos por la panadería de la competencia, más económicos y de mejor calidad. La familia del portu y hasta él mismo, se han visto obligados por las circunstancias a tener que cubrir la responsabilidad de atención al público, pues, con el Salario Mínimo que paga, nadie le quiere trabajar por ese monto y menos con caída de clientela.
Obviamente, ahora reduce la provisión de alimentos Polar e incrementa los brasileños. El portu, estimamos, ha venido concientizando que Mendoza, tan solo lo conduce a la quiebra y pérdida de su patrimonio en tierras venezolanas, con su dinámica –obsesiva- de precios especulativos para procurar derrocar al Gobierno Bolivariano, agrediendo al pueblo venezolano. "Este sistema americano, llámalo americanismo, llámalo capitalismo, llámalo como quieras, da a todos y a cada uno de nosotros una gran oportunidad; sólo apodérate de él con ambas manos y consigue lo mejor de él", decía Al Capone…
Caracas, 08-09-2019