- Con la estratagema de una acción política de cooperación con las repúblicas de las Américas, llega a Venezuela, en 1940, la Misión Técnica Económica (presidida por el señor Manuel A. Fox), la cual presenta un informe al ministro de Hacienda, Francisco J. Parra, sobre los problemas fiscales, económicos y financieros de la nación. Se trata de un trabajo de unas trescientas páginas, cuya publicación fue inmediatamente aprobada por el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, jefe de la editorial Magisterio. El prólogo crítico de este documento lo hace Rómulo Betancourt, cuyo nombre aparece en gruesas letras en la portada. El Informe es realmente un estudio socioeconómico de la necesidad de promover un golpe de Estado contra el continuismo gomecista en el que se ven las lacras de un sistema que impide el progreso. Que impide que Venezuela se abra al vibrante mercado mundial.
- Tan excelentes como tramposas resultan estas recomendaciones este INFORME FOX. A nadie iba a permitirle Estados Unidos actividades conspirativas en los cuarteles, incluso con apoyo logístico de la propia embajada americana, si antes estos planes no estaban armoniosamente acoplados con los intereses políticos y económicos del norte. Al comenzar la Guerra Fría, Betancourt es escogido por Norteamérica para que juegue un papel de primer orden frente al peligro comunista en Venezuela. Recuérdese que Medina Angarita queda anclado a la vieja estrategia de Roosevelt, aparentemente más humana que la del "terrible Stalin". Los miembros de esta Comisión, y en función del atraso del país, de su creciente analfabetismo, le plantean a Estados Unidos que para sacar a Venezuela del foso, el gobierno de Medina no representa nada positivo. Que se hace imprescindible aplicar los «paliativos» económicos que sugiere el Informe Fox.
- Betancourt, evidentemente molesto y con lenguaje confuso, se adelanta a decir en el mencionado prólogo, que las recomendaciones propuestas en este informe por la Standard Oil resultan esquemáticas y que «tratan a todo trance criterios mineralizados en la conciencia de los gerentes de la división venezolana de la empresa contratante de sus servicios. Y también de que las aceradas, y acertadas críticas por ellos hechas a algunas modalidades de la administración pública en Venezuela, así como ciertos justos enfoques de varios aspectos de nuestra realidad económica y social, sirven de ‘relleno’ a tesis que fueron de antemano formuladas».
- Llama sobremanera la atención que escoja la siguiente cita del libro que prologa: «Un país — dice la Comisión — cuyo bienestar depende de un solo producto, se encuentra muy a menudo en una posición de inseguridad económica; una situación que podría remediar por una diversificación de la industria y de la agricultura». Y añade que por ello: Venezuela está amenazada de una catástrofe económica por estar ligado su destino a una sola fuente de riqueza, perecedera, que se agota [...] y que está bajo control extranjero. Lo más patético es que quien hasta hace poco era tildado de comunista, de peligroso revolucionario, ahora afirme que los norteamericanos que elaboraron este Informe «han demostrado precisamente su amor por el pueblo venezolano».
- El que tenga un poco de memoria podrá aseverar que esta catástrofe fue precisamente impulsada por el modo de gobernar los adecos (imprevisivos, sectarios y soberbios), que en más de 40 años mantuvieron una economía estrictamente sustentada sobre el negocio petrolero, y que será la base de la ruina y abandono del campo, del mismo trabajo productivo. Resaltaba entonces Betancourt en este prólogo, el absurdo de un país en franca decadencia productiva por estar sufragando una burocracia hipertrofiada. Lamenta la migración de hacendados para enchufarse en la administración pública y viviendo como parásitos del erario. Así, este es un cuadro que les pintará de manera perfecta a él y a su gente cuando les toque gobernar. Ataca con furia que el Estado esté guardando dinero cuando el país está crucificado de problemas. El Informe sostiene que somos flojos porque comemos mal. Y, basado en otra generalización, Betancourt aprovecha para argumentar que ya estamos ocupando el tercer lugar en producción de café en el continente americano; que en cuanto al maíz, nos situamos en el séptimo, y que en el caso del cacao nos supera Brasil.
- Estas circunstancias se produjeron precisamente porque no se atendía lo primordial: el aspecto humano. Se creyó que mejorando la economía todo se arreglaría, y llegaron millones de dólares, suficientes como para que un país organizado y con una población superior a la nuestra hubiese hecho maravillas; pero no obstante, todo empeoró, porque era una economía rentista, en la que apenas el 0,0001% de ese capital se invertía con el fin de crear una industria propia. En nombre de ese Informe pedía que no se gravara con tarifas escandalosamente altas a la mercancía extranjera, en una clara defensa de lo que se manufacturaba fuera y en contra del desarrollo nacional.
- Se estaban echando las bases para esa política colonialista que se sustentaba en que era mucho mejor y más económico, comprar las cosas hechas que hacerlas nosotros mismos. Clama Betancourt contra una «arquitectura rentista erigida sobre la movediza arena de una industria minera, por su propia naturaleza condenada a desaparecer [...]». Y se ven las primeras amenazas del golpe del 18 de octubre, cuando advierte que si no se realiza una reforma tributaria (que satisfaga a las empresas extranjeras), «en Venezuela bien podría surgir una insurrección popular». Betancourt le enrostra a Medina que esté cometiendo «delitos de lesa patria por permitir que en Venezuela se perpetúe un sistema tributario que la identifique más con una factoría de la Polinesia, que con un Estado civilizado y moderno». Recomienda el Informe Fox las reducciones arancelarias para que aumenten las importaciones, y de este modo el gobierno tenga suficientes ingresos para compensar una parte sustancial de sus gastos. Pugna porque se introduzcan métodos modernos y se impulse una utilización más intensa de maquinarias y equipos (también modernos), para que así la industria agrícola vea aumentada su producción.
- Las compañías norteamericanas estaban deseosas de encontrar compradores de estas máquinas; al adquirirlas nosotros quedábamos supeditados eternamente a que ellos nos suplieran regularmente de piezas, repuestos y componentes. He aquí el primer gran paso hacia la ruina, al que nos empujaron Betancourt y Gallegos en sus deseos para que nos ungiéramos del sublime carro del progreso capitalista. Una vez inundado nuestros campos de chatarras, no nos quedó otra cosa que seguir trayendo más chatarra. Chatarra tras chatarra. Los empresarios norteamericanos siempre se estaban asegurando que nosotros no fuésemos capaces de conseguir nuestra independencia tecnológica. Para ello forjaron el truco de traernos equipos y aparatos altamente refinados para nuestro desarrollo para que la dependencia a sus mercados fuese total, y nunca los pudiésemos fabricar por nuestros propios medios. Ese fue el gran paso hacia el desarrollo al que nos lanzaron Betancourt y sus asesores, hacia un abismo del cual nunca más saldríamos.
- Se quejaba este Informe de que la competencia extranjera estaba excluida en virtud de tarifas prohibitivas. Sostenía que los artículos que se vendían en Caracas eran el doble o el triple de lo que valían en Washington; que la ropa también era más cara que en el norte; igual en lo relativo a servicios de hotel, comidas en restaurantes, alquileres de casas, servicios médicos. Pero que además ahora no sólo eran más caros que en cualquier otra parte del mundo, sino que nada resolvían. El Informe Fox se quejaba de que existiesen procedimientos administrativos como la expropiación de propiedades particulares, que pudieran desalentar la iniciativa privada y la inversión extranjera.
- Arremete el Informe contra el gobierno de Medina Angarita porque ha prohibido la importación de conservas de tomates enlatados. Dice: La importación de salsa de tomate enlatada fue prohibida en 1924, y en 1927 esta prohibición fue ampliada para incluir la pasta y la sopa de tomate; en 1930 se prohibió también la importación de preparaciones con salsa de tomate y los tomates enteros enlatados [...] No existe justificación real.
- Téngase en cuenta que este Informe sostiene que una de las razones principales por las cuales nuestra población es desganada y trabaja mal es porque no come bien; y aun así querían que importáramos esa porquería de los enlatados, que es comida para cerdos o perros. Bueno… de todos modos nos las arreglamos para comerla, y ya hoy se expende en todas partes. El Informe exigía que los impuestos para importar cigarrillos fuesen rebajados, lo cual se consiguió posteriormente, y en tal sentido es tajante al considerar que debe rebajarse de 20 a 10 bolívares por kilogramos bruto el Impuesto de Renta Nacional sobre cigarrillos importados. También propone que debe suprimirse el monopolio del gobierno sobre los fósforos y reemplazar las rentas derivadas de éste por derechos arancelarios moderados.
- Considera el Informe Fox, que las tasas provenientes del petróleo «han aumentado considerablemente», y ponen por ejemplo la Ley de Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de junio de 1922, que fijó un impuesto de 10 céntimos de bolívar por cada hectárea que se explote. Este impuesto se paga una vez solamente al extenderse la concesión para la exploración. Pero el componente más importante de las rentas sobre el petróleo está representado por el Impuesto de Explotación. La Ley de 1922 fija esa participación en 10% sobre el valor comercial del petróleo producido en el puerto venezolano de exportación, con un pago mínimo de 2 bolívares sobre cada tonelada métrica164. Y si ésta era la base de donde Venezuela obtenía la mayor parte del dinero del presupuesto nacional, calcúlese entonces lo que debía extraerse. El Informe Fox debió haber tomado datos y consejos del doctor Arturo Hidalgo, para quien el petróleo no nos hacía falta y que nada malo tenía si los gringos se lo llevaban casi gratis. «Hasta un favor nos hacían».
- Cuando los adecos entraron a saco al poder, entre 1945 y 1948, despilfarraron millones de dólares aplicando las recetas del Informe Fox; creían que con ellas en poco tiempo íbamos a tener una población con capacidad para el consumo, como sucedía en Nueva York o París, por lo que consecuentemente bajarían de precio los artículos de primera necesidad. Eso sí, para alcanzar ese progreso el país comenzó a llenarse de chatarra de tercera o cuarta mano; comenzó a crecer el endeudamiento y se despilfarró desenfrenadamente en cuantos proyectos faraónicos y extraños a nosotros concebían nuestros sesudos tecnócratas.
- A partir de 1945, la delincuencia dejó de ser clandestina para convertirse en una actividad pública respaldada por el gobierno. La Ley de Inquilinato, la de los Impuestos Rurales, las actividades de las Juntas Reguladoras de Precios y los Impuestos Especiales, todas impulsadas desde el gobierno, provocaron un desajuste moral en toda la población y permitió la actividad desmedida de estafadores y corruptos. El gobierno no podía castigar a nadie porque él era el primer delincuente. Fue entonces cuando se gestó ese clima de ofensas, de irrespeto y desprecio por todo lo que tenía que ver con la administración pública, al tiempo que se valoraba como insuperable y admirable el funcionamiento de las firmas privadas.
- En realidad, a partir de 1945, el país había sufrido un extraordinario cambio, hacia atrás, se entiende. El desastre de la explotación petrolera hizo que se cerraran muchos centros de producción (que incluso cuando Gómez nos dimos el lujo de llevar nuestra leche a Japón, envasada por la Compañía Ganadera Venezolana, por ejemplo). Comenzó a mermar esa enorme producción propia que le permitía al venezolano consumir leche, gallinas, huevos y quesos, mantequilla, caraotas y azúcar de nuestros propios campos; usar telas, papel y jabón venezolanos, y nos volvimos unos enajenados importadores de todo a cambio del petróleo que se llevaban, y además endeudándonos hasta más allá del delirio. Se fueron muriendo las vacas y las gallinas; secando las sementeras, abandonando los campos y dejaron a la buena de Dios las pocas fábricas. Con los bachilleres dorados de Betancourt, Gallegos y el doctor Leoni comenzamos a comer carnes de Nicaragua o Argentina; azúcar, maíz y caraotas de Cuba, Santo Domingo o Puerto Rico y huevos norteamericanos; a beber leche de Oklahoma o de Texas y a traer aceites de España; a leer periódicos impresos en papel sueco o ruso y la gente a trajearse con telas de Brasil o Estados Unidos. Se estaban aplicando las fabulosas recomendaciones del Informe Fox.
- Entonces vino a ocurrir un fenómeno que ahora es cuando apenas comenzamos a entender. Cuando caímos en cuenta que nos estábamos hundiendo, no lo achacamos a la absurda política de dejar de producir lo nuestro por llenarnos de lo que otras naciones hacían. Comenzamos a reclamar a EE UU por el aumento de cupos de alimentos y vestidos para nuestra población. Es decir, que los que le dieron un golpe a Medina, querían que otros, los estadounidenses, fuesen el sostén de nuestra industria, comercio y economía. «Señor Truman: Usted tiene que alimentarnos y vestirnos», fue realmente la consigna de Betancourt y Gallegos. Este par de Rómulos había sido en verdad amamantado por la señora loba del norte, y quedaron indigestados para siempre. Sobre este aspecto dijo de manera clarividente el Libertador: «La influencia de la civilización indigesta a nuestro pueblo, de modo que lo que debe nutrirnos nos arruina».
- Resultó inconcebible que cuando teníamos 1.500 millones anuales de ingresos, sin ninguna necesidad el gobierno adeco solicitó un empréstito de 50 millones de bolívares y además se trajo al señor Nelson Rockefeller con sus grandes mercados, para que se nos esquilmara mejor. Fue así como los norteamericanos se hicieron dueños, de manera exclusiva y a perpetuidad, de la clientela de la población de Venezuela, a tal punto, que por ejemplo, para 1940, la familia Rockefeller era dueña del 95% de la producción petrolera, de numerosas propiedades rurales y mansiones en Caracas. Por otro lado, los gerentes del grupo Shell y de la Creole Petroleum Corporation creyeron también oportuno emitir opiniones sobre asuntos que sólo a nosotros nos correspondía. El gerente de la Shell expresó que el gobierno de Acción Democrática superaba en democracia al inglés, y el de la Creole no tuvo escrúpulos para decir que confiaba en la inmutabilidad de ese régimen, con lo cual daba a entender que era serio, honesto, conciliador y comprensivo, o que contaba con el apoyo material de los Estados Unidos o de su empresa. Pecaríamos de injustos si dijéramos que para 1941 Rómulo Gallegos estaba convencido del todo, que nuestra política debía hacerse siguiendo lo que ordenase Washington. Gallegos no era entonces tan pro-norteamericano como Betancourt. Es muy probable, que de los primeros contactos entre Nelson Rockefeller y Betancourt naciera aquella «brillante idea», propuesta que le llevó este magnate petrolero a F. D. Roosevelt: implantar la política del «buen vecino» para América Latina. Una política que se traducía en: véndeme a precios de gallina flaca toda la materia prima que necesitamos, para mantenerte doblegado y no dejarte crecer mientras que yo te ayudo, vendiéndote a precios justos lo que no requieras para que sigas siempre dependiente de nuestro desarrollo.