No es infrecuente leer en la prensa venezolana unos comentarios – opiniones, más que análisis- sobre la evolución de la economía venezolana que sorprenden, precisamente, por lo errado que lucen. Comentarios que, prefiero creer, se originan en la errónea interpretación, que pudieran hacer los encargados de redactar las notas, y no en la mala fe de las fuentes que se citan.
Algo así me sucede con los comentarios del diario de hoy, que apuntan a ulteriores devaluaciones del bolívar nuestro. No me refiero, por supuesto, al de los nobles ideales, sino al nombre de nuestra moneda.
Supuestos analistas anuncian más devaluación. Lo que realmente es absurdo. Pues suponen ellos, que el valor del tipo de cambio que señala el mercado en Venezuela, es el tipo de cambio que corresponde en condiciones normales a la economía venezolana, a su capacidad productiva normal, real y cotidiana. Se olvidan, entonces, que la economía venezolana no se encuentra en situación normal, sino que es víctima de bloqueos y sanciones extranjeras. Y que la industria petrolera -para siempre venezolana- ha sido víctima también de sanciones que limitan su capacidad de producir y generar ingresos, así como la economía toda es víctima de agresiones y violencia.
Esta situación debe tender a aliviarse en la medida que pasa el tiempo; principalmente, por las siguientes razones: una, porque aprendemos obligatoriamente a superarla y evadir sus instrumentos y consecuencias; y, al mismo tiempo, porque las acciones de bloqueo se hacen crecientemente odiosas e injustas, no sólo para los habitantes de Venezuela -esta tierra de Gracia- sino para la opinión pública regional y mundial, cuya conciencia moral viene señalando también crecientemente la inicuidad de tales acciones violentas, antipopulares, ilegales, extraterritoriales y unilaterales. Además, tales comentarios omiten que avanzamos en los procesos de diálogo fuera y dentro del país. Y, todos estos cambios, contribuyen simultáneamente a mejorar la situación de Venezuela.
Debemos reconocer todos que Venezuela no está en quiebra. Quiénes anuncian nuevos males para nuestro país, parecen pensar en un mundo estático, su pensamiento se encuentra en un tiempo anterior a los anuncios de Galileo ("Eppur si mouve"). Viven en un tiempo que no es tiempo. Como si fueran fósiles; especímenes congelados de eras antiquísimas.
El tipo de cambio actual o de mercado, no es el tipo de cambio que corresponde a una economía con las capacidades y potencial productivo de la venezolana; sino que se trata esencialmente de un tipo de cambio subvaluado, resultado principalmente de la agresión externa continuada a la economía nacional. Tal hecho se revela, además, de manera grotesca, por la persistencia de niveles salariales muy bajos, en términos internacionales, para la fuerza de trabajo de Venezuela. Tal situación no justificaría nuevas devaluaciones. Como tampoco lo justificaría la relativa estabilidad existente actualmente en las cotizaciones del tipo de cambio. Ni la posesión por parte de empresas y particulares de Venezuela de una fortuna en dólares, esperando por oportunidades de inversión en nuestro país. ¿A qué vienen entonces estos comentarios absolutamente equivocados?
Los escenarios más probables de la economía venezolana son optimistas. Y así convendría a TODOS además que se reconociera. Hago una recomendación a estos analistas, a que sean más prudentes a la hora de emitir opiniones o comentarios, y contribuyan más bien a la estabilización económica y progreso de Venezuela. Los anuncios o promesas de estos analistas parecen más bien discursos de políticos demagogos. Un poquito de más de respeto al pueblo venezolano sería altamente recomendable.