PANORAMA GENERAL DE LA DISCUSIÓN
Cuando me refiero a "el debate", no hablo del enfrentamiento polarizado que ha saturado el espacio público desde hace más de 22 años, simplificando al extremo las cosas. Ni siquiera del choque de las caracterizaciones acerca del chavismo o el madurismo (de si son la misma cosa o diferentes), que se han venido exponiendo desde más o menos el 2013, con la muerte de Chávez y las presidencias de Maduro. Más bien apunto a la discusión que se ha suscitado desde que la crisis adquirió rasgos catastróficos con la caída libre de la actividad productiva, la hiperinflación, la devaluación del bolívar, la dolarización, la suspensión del orden constitucional desde el enfrentamiento entre el Legislativo y el Ejecutivo, la agitación política, el fantasmagórico "gobierno interino" y las sanciones económicas de Estados Unidos y sus aliados contra el gobierno de Venezuela a partir de 2018. Específicamente, concentraré mi atención en la discusión que ha problematizado las políticas económicas del gobierno desde el interior mismo de los defensores del gobierno, o sea, en las filas del PSUV, sus alrededores, y más allá, en los sectores de izquierda que acompañaron al chavismo en distintas coyunturas del pasado y que hoy incrementan las distancias. Esta es la novedad respecto a la polarización anterior e incluso los señalamientos hechos por los grupos que se han desprendido del partido chavista durante los últimos años.
La polémica ha llegado a las bases del chavismo porque estas, que venían sufriendo las consecuencias de las decisiones de su gobierno, con un resignado estoicismo, reforzado por chantajes emocionales e ideológicos (el recurso de la lealtad, cada vez más parecido al "principio del líder" fascista; o un antiimperialismo convertido en ideología encubridora) o intimidaciones, se han sacudido para ponerse de pie al lado de las marchas de los maestros, pensionados, funcionarios públicos en general, así como los trabajadores de SIDOR, el sector eléctrico, salud, y otros.
Las costumbres y malas mañas adquiridas en casi dos décadas de polarización, no ayudan mucho a la discusión. Habría que hilar fino; dejarse de simplificaciones y dicotomías con ánimos de insulto. El aparato ya ha hecho gestos intimidatorios. Maduro acusó a los "exministros" de una conspiración, amenaza implícita de prisión hoy en día; Mario Silva amenazó por TV a María Alejandra Díaz por participar en un foro acerca del chavismo, que tuve el gusto de organizar en Valencia, junto a la exministra Oly Millán y el secretario general del PCV, partido hoy en día asediado por los primeros pasos de una maniobra legal para quitarle la tarjeta, y así evitar que se nuclee una oposición de izquierda que le quite apoyos al PSUV en los próximos comicios. Jesús Farías, en defensa incondicional de su gobierno, ha llegado hasta a alegar que la Constitución no hay que tomársela tan a pecho, descalificar intelectualmente a Luís Britto García, uno de los más destacados escritores y estudiosos de este país, y asomar que Lenin era neoliberal por aquello de la NEP. O sea, cambia el tema para defender lo indefendible. También hay que debatir con Carvajalino que ha expuesto sus razones (por lo menos) para defender a Maduro de la acusación de neoliberal, planteando una pregunta tramposa, pero interesante: si Maduro es neoliberal, ¿por qué EEUU ha intentado tumbarlo?
Pero lo bueno es que la discusión se ha generalizado. En Barquisimeto, hubo llenos completos de militantes del PSUV, en auditorios para escuchar las ponencias de Pascualina Curcio, Tony Boza y Valdés, para conocer planteamientos que se distancian de las políticas del gobierno, como informa el amigo Cecil Pérez. Los foros proliferan como hongos. En Maracay (el 10 de marzo, foro "Balance del chavismo"). En otras ciudades. La pelota parece picar y extenderse.
Sirve de contexto propicio tres elementos. El primero, la movilización laboral patente en las calles de las principales ciudades del país desde enero. Maestros, empleados públicos, pensionados, trabajadores de las industrias básicas, etc. han sentado un precedente de movilización centrada en sus reivindicaciones, independiente de identificación partidista que, en un ambiente tan polarizado como el venezolano, se prestaba a la manipulación y a la distorsión de las luchas. La segunda condición es el repliegue de la oposición apoyada por los Estados Unidos, en parte para lamerse las heridas de otra derrota vergonzante por sus erradas tácticas, en parte para procesar sus muchos conflictos internos que seguramente estallarán a propósito de las primarias. La tercera condición es la misma situación económica que se agrava otra vez, después de un rebote el año pasado, sobre todo en el sector comercial, y el incremento imparable del dólar.
Vale decir que las opiniones críticas que se han expuesto hasta ahora no constituyen una posición unificada acerca del gobierno de Maduro, sino, en todo caso, una convergencia de opiniones que van, desde el apoyo a la justa lucha de maestros, pensionados, empleados públicos, trabajadores en general, por un sueldo que, tal y como lo expresa la Constitución Nacional y las concepciones clásicas de la economía, pueda mantener la subsistencia del ser humano; siguen con la caracterización de las políticas económicas del gobierno, hasta llegar al balance histórico del chavismo. La coincidencia se da, precisamente, en puntos muy sentidos: restitución de la Constitución, salarios justos, recuperación de los derechos laborales, rechazo de las medidas neoliberales o de ajuste.
Las propuestas son diversas. Tal vez la que ha tenido mayor resonancia, en relación al tema de los salarios, ha sido el de la indexación planteada por Tony Boza y respaldada por los textos de Pascualina Curcio, quien señala como "monetaristas" a los ejecutores de las políticas económicas del gobierno. Hace poco, economistas de posiciones diversas, como Víctor Álvarez y José Guerra, han sacado cuentas para determinar de dónde pueden salir los recursos para un aumento de sueldos. Pero la crítica va mucho más allá. Por ejemplo, la Plataforma por la Defensa de la Constitución, donde se agrupan varios exministros de Chávez (como Oly Millán) y otros militantes, ha hecho una crítica completa a políticas de Maduro que van desde el decreto del arco minero del Orinoco, pasando por la suspensión de la Constitución en virtud de la llamada "Ley antibloqueo", la ley de estímulos a la inversión extranjera, la Ley Orgánica de las Zonas Económicas Especiales, el giro autoritario general del gobierno, hasta llegar a la Ley de las ciudades comunales que pretende eliminar la tradición política venezolana de las municipalidades. María Alejandra Díaz ha denunciado que la constitucionalidad ha sido suspendida y hay que recuperarla. Los del PCV, al negar su condición de chavistas y reafirmar la de comunistas, han resaltado un aspecto importante: ser de izquierda no implica necesariamente ser chavista. La izquierda es previa e independiente del PSUV y el gobierno. Incluso estos actualmente están en contra de la primera, como cualquier gobierno anticomunista, abiertamente de derecha. Hay también críticas muy claras acerca de la desastrosa política agrícola del gobierno, por parte de Alirio Rangel Díaz. Habría que mencionar también los señalamientos acerca de la gestión petrolera de Mendoza Potellá y otros.
Aunque el foco es la caracterización de las políticas económicas del gobierno, el análisis se desborda hasta el balance de más de dos décadas de algo que, por comodidad, se denomina chavismo-madurismo. En realidad, la reflexión toca puntos muchos más amplios: la vigencia de la Constitución, el balance de las experiencias de socialismo, de los gobiernos llamados "progresistas" en América Latina, la ubicación en la actual "Guerra Fría" mundial, los pro y contra del llamado "socialismo de mercado" chino, etc.
Por eso decidí escribir la presente serie de artículos, para no seguir tratando de comentar cada aspecto parcial, sin tener una visión de conjunto que permita levantar la mirada e ir esbozando un sentido general. Al revisar qué cosas debiera abordar, hice una lista de puntos que me parecen claves. Debiera, por ejemplo, esbozar una perspectiva marxista, no sin antes aclarar que esta corriente del pensamiento no es un tipo de economía, sino más bien una crítica a la economía política burguesa. En todo caso, es necesaria una reflexión acerca de las experiencias del siglo XX de construcción económica de socialismos en algunos países; pero sin partir de que hay unas indicaciones o instrucciones precisas para hacer en casa una sociedad poscapitalista, sino más bien unos valores generales que buscar: los mismos de la modernidad: libertad, igualdad y solidaridad.
Seguidamente, debiera develar los rasgos cepalistas, keynesianas y neoliberales, de las posiciones que se han asomado en la discusión hasta ahora, sin aceptar la cara detrás de las máscaras. Contribuye a la sinceridad llamar la atención acerca del keynesianismo que, en este siglo XXI, ha asumido la "izquierda" en América Latina, así como las correcciones del neoliberalismo a partir de la crisis mundial de 2008 y las condiciones de la nueva "Guerra fría".
Otro punto fundamental que debiera tocar es la descripción de las etapas del período chavista de la historia, a semejanza de las anteriores, signadas por un "rey de la baraja", en el estilo de Herrera Luque. Por supuesto, un balance completo del período es una tarea colectiva. Hay que emplearse en analizar los aspectos del chavismo como movimiento político, ideología, realización de gobiernos y, finalmente, su contextualización en la historia del país, especialmente en la etapa del colapso del rentismo.
Ya con todas estas consideraciones previas, podría dar una respuesta a preguntas como ¿de verdad, ha habido revolución? ¿Qué nos ha quedado al país después de este "proceso bolivariano"? ¿Hay algún legado que defender o por desarrollar?
Ruego al amable lector tenerme paciencia para seguirme en las siguientes entregas.