Definitivamente, el dólar paralelo marca la pauta de la inestable economía venezolana. La diferencia entre el precio del dólar fijado por el Banco Central de Venezuela -BCV- y el dólar paralelo se viene ampliando desde el mes de julio y ya alcanza el 27%. Esa diferencia conocida como "brecha cambiaria" está trastocando la menguada tranquilidad de la población y ha disparado la inflación hasta provocar un forcejeo entre consumidores y comerciantes que también sufren el efecto perverso del festín del dólar paralelo.
La economía venezolana arrancó el año con buenas perspectivas y durante los primeros meses experimentó un crecimiento relativamente alto en relación a los años, inmediatamente, anteriores. Ese crecimiento económico fue alterado por la caída de la producción petrolera producto de las sanciones y la voracidad de la corrupción en PDVSA. Esto provocó un retraso en las posibilidades de recuperación económica y la reinserción en el mercado internacional del petróleo. Saliendo de este duro golpe, sucumbimos a la crisis y parálisis de julio provocada por la incertidumbre política que generaron las Elecciones Presidenciales y sus implicaciones. Ha sido tal la incidencia del evento electoral que algunos estudios indican que la expectativa de crecimiento económico ha cambiado al punto que se habla de una nueva recesión económica que combinada con la presión sobre el tipo de cambio tiende a inducir un proceso inflacionario muy alto para el último trimestre del año.
Analistas financieros y economistas coinciden en advertir que una brecha cambiaria alta incide de manera negativa en el funcionamiento de la economía porque al impactar el valor del dólar se incrementa la inflación. El gobierno Nacional ha intervenido el mercado cambiario aumentando la oferta de dólares para la compra y solo ha logrado contener el tipo de cambio de manera artificial resultando favorecidos la banca y los grandes empresarios. La reducción del gasto fiscal se ha limitado a la congelación de sueldos, salarios y pensiones dejando a trabajadores y pensionados con un reducido poder adquisitivo que termina de mermar ante la voracidad de la inflación provocada por la brecha cambiaria. En este festín del dólar paralelo sale ganando el gran capital y paga las consecuencias el pueblo trabajador.
El Gobierno Nacional ha iniciado una campaña de fiscalización a los distintos establecimientos comerciales para controlar, vigilar y obligar a los comerciantes a utilizar la tasa de cambio anunciada por el Banco Central de Venezuela -BCV- como único referente para determinar los precios de los productos, bienes y servicios. El despliegue de los organismos de fiscalización viene acompañado de cierres temporales y multas a quienes utilicen una tasa de cambio distinta a la oficial. Los comerciantes colocan carteles donde anuncian la tasa de cambio oficial y la fecha de su emisión, pero aumentan los precios con base al dólar paralelo porque de lo contrario corren el riesgo de descapitalizar su negocio. Es un juego perverso donde solo resultan favorecidos los grandes empresarios.
En este escenario se está reconfigurando una crisis económica que golpea fuertemente al trabajador y su grupo familiar. A la pérdida de puestos de trabajo, congelación de sueldos, desaparición de beneficios laborales, eliminación de sindicatos y contratos colectivos se está agregando una inflación desmedida que termina de destruir el disminuido poder adquisitivo de los trabajadores, jubilados y pensionados. El festín del dólar paralelo perjudica a los trabajadores y devalúa, progresivamente, el bolívar como moneda nacional.
Hay un zumbido social que avanza de manera silenciosa anunciando descontento popular y pérdida de confianza en las políticas institucionales en materia económica. El país reclama un "golpe de timón" para cambiar el rumbo económico y devolverle la confianza a un pueblo que ha demostrado lealtad y compromiso con la Patria.
El festín del dólar paralelo es una orgía financiera para grandes empresarios y enchufados de todo género.
