La transformación universitaria es un proceso necesario e indetenible. La universidad se transformará, sin duda en algo mejor. Cosa que hay que explicitar ya que de no hacerlo se corre el riesgo de que alguien pregone que la universidad se transformará en algo inútil, y con la sola mentada se destruye la idílica idea.
Nada esta fuera de orden en esta discusión o debate. Todo debe revisarse. Sin embargo es preocupante que dentro de tantos temas, el asunto gremial, reivindicativo, salarial, no se toque, al menos públicamente.
Alguien podría alegar que el salario no es un tema relativo a la discusión curricular, o que en primer lugar hay que resolver sobre nuevos y mejores mecanismos de ingreso de los estudiantes, o que primero habría que buscar mecanismos para fundir la universidad con las comunidades. Todo es necesario, todo es urgente, pero el problema salarial del trabajador (administrativo, obrero y profesores) es grave.
En Venezuela se engendró un mecanismo de revisión de salarios para los profesores universitarios, al cual se le dio el nombre de “Normas De Homologación”, ya que pretendió emparejar el salario con la inflación. Este mecanismo, tonto de por si, fue ilusamente concebido para que el salario del profesor corriera detrás de la inflación, y con la lengua afuera, jamás la alcanzará.
Este mecanismo liberó de la responsabilidad salarial al patrono o empleador universidad, trasladando al gobierno (a los gobiernos) la decisión del salario de todos sus trabajadores, poniendo en evidencia la debilidad estructural de las universidades venezolanas.
En consecuencia cuando se habla de presupuesto universitario, se debería hablar de tres cosas y no una. Me explico, un gasto fijo debido a las nominas de personal, del cual las autoridades universitarias son agentes de retención o intermediarios, un gasto semivariable, comprometido en los servicios de comedor, autobuses y becas estudiantiles, y un gasto de inversión, dentro del cual están gastos de mejoramiento profesional, inversión en equipos, laboratorios, mantenimiento, planta física y la investigación en general.
Es aquí en donde se enreda el papagayo y comienza la desigualdad en la distribución presupuestaria. Las universidades tradicionalmente cacareadas, las que se hacen llamar autónomas, con menos estudiantes y hasta menos profesores tienen mas presupuesto. Inútil es cualquier comparación si no se prorratea cada tipo de gasto y luego se comparan, en términos relativos, renglón a renglón, universidad a universidad. Simple metodología de análisis comparado.
El presupuesto es insuficiente para muchas, no para todas, universidades, en especial para las universidades experimentales, y las cuentas claras deben solicitárselas a todas, sin excepción, pero con mayor énfasis a las autónomas. ¿Cuál es la razón?, simple, la desigualdad ya descrita.
También es inútil la discusión de la transformación universitaria si solo participan en el debate los estudiantes. Me gustan los estudiantes, como lo dice la canción, pero no siempre tienen la razón. Tienen la pureza y la energía, pero no toda la razón. Por ello es de imperiosa necesidad que el debate se prenda entre profesores universitarios. Que tampoco tienen toda la verdad o razones, pero sufren las consecuencias de todo el marasmo hasta después de la muerte, ya que mueren sin cobrar la liquidación que por ley le corresponde, como a cualquier trabajador de este país.
El profesorado debe revisarse y organizar sus ideas. Sabe de soluciones para incrementar el cupos, mejorar y actualizar los currículos y como impactar seriamente en la creación e ingeniería nacional. Basta con suponer que son los profesores quienes saben, ¿o no?.
Algo inhibe al profesorado universitario a la participación en el debate. ¿Qué será?.
Peco de imprudente al responder a esta pregunta solo con la visión personalísima, pero para mi es una apatía producto del bajísimo salario. En todo caso, conmino al debate, y quien tenga otra respuesta, pues adelante.
Es aquí cuando nuevamente debemos criticar severamente FAPUV. Mimetizada dentro de la oposición antichavista. Confundiendo el gremialismo con el golpismo y el oposicionismo. Callada y agazapada, escondida detrás de las espaldas de los estudiantes, mandando a decir, en lugar de dar la cara. Ni una declaración en TV, al menos yo no la he visto. En contraste, digno ejemplo el de los trabajadores administrativos y obreros de las Universidades. Serios gremialistas, hablan con voz propia. Lo dicen por TV a cada rato: “los empleados no necesitamos que alguien hable por nosotros”. Y esa es la razón de sus triunfos. Hoy día, el salario de un empleado, sus beneficios contractuales y hasta su estabilidad laboral son superiores a las de los profesores.
Observo con gran preocupación el modo en que se están utilizando a las dirigencias estudiantiles como interlocutores de temas intra y extra universitarios. Indiscriminadamente se les induce a una huelga de hambre para pedir aumento de becas o para solicitar la libertad de delincuentes, sin medir consecuencias más allá de lograr tales objetivos.
Producto de este panorama, los ciudadanos ajenos a la discusión universitaria están confundidos. Simplemente no entienden lo que ocurre. No por falta de capacidad o conocimiento, sino por la escasez de información básica y coherente. Se solicita presupuesto justo de un lado y rendiciones de cuentas desde el otro. Lo cierto es que ambas cosas no son tan simples como blanco y negro. Es un reduccionismo que trivializa el problema, y conduce a algo así como un juego infantil de policías y ladrones.
*Profesor Universitario UNEXPO