El Trabajador Universitario es más que un Salario

Nosotros los trabajadores universitarios somos más que un salario. Reducir el análisis de las condiciones de vida a la asignación de un salario no es más que desvalorizar lo que representa este importante caudal de energía humana para la transformación de la educación universitaria y su impacto en los cambios que requiere la patria.

EL trabajador universitario, junto con los estudiantes y los egresados, constituimos la comunidad universitaria, una categoría social organizativa activa que tiene reconocimiento constitucional y que mediante el conocimiento puede participar para el beneficio espiritual y material de la nación. Según la Ley Orgánica de Educación, es la comunidad universitaria responsable de hacer de las instituciones universitarias centros para la creación científica, humanística y tecnológica mediante programas de formación en atención a las áreas estratégicas de acuerdo al Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación. No es poca cosa lo que pesa sobre los hombros de los universitarios. Es por ello que la valoración que se haga del trabajador universitario tiene que ser integral, más allá de la visión economicista de nuestra función tiene que considerarse tanto los aspectos materiales e intelectuales del gran desafío que nos toca emprender.

Lamentablemente, la FAPUV y otros voceros que dicen defender a los universitarios, han desaprovechado la oportunidad de debatir, más allá del salario, las reivindicaciones justas para mejorar las condiciones de vida material e intelectual de los universitarios. Por ejemplo, en esas mesas de diálogo es importante llevar propuestas que revisen la escala de clasificación de los docentes, la carrera académica y la generación de productos del conocimiento. Esa subestimación al diálogo los ha hecho centrar el problema en el salario nominal y no en el salario digno como derecho humano y para ello han utilizado estrategias de lucha equivocadas como el paro indefinido y la degradación de símbolos académicos como la toga y el birrete.

La esperanza de los trabajadores universitarios está puesta en los acuerdos de la Primera Acta Convenio, no solo por la cuantificación de los mismos sino por la importancia que tiene de ahora en adelante el tratamiento de los problemas del sector y su solución en el marco de la normativa laboral. Esta Primera Acta Convenio tiene que ser un documento ratificatorio de los principios y fines de le educación universitaria así como de la responsabilidad colectiva de cumplir con democracia participativa y protagónica en las universidades, pero además establecer los niveles de responsabilidades en el cumplimiento de las mejores condiciones laborales y de vida de los trabajadores universitarios. Sobre esto último los Rectores se hacen de la vista gorda en la cuota que le corresponde.

Los pagos de los pasivos laborales mediante los petrobonos ha sido una experiencia exitosa para resolver este problema crónico. El salario y las condiciones materiales e intelectuales del trabajador universitario deberían encararse con estrategias novedosas, esto evitaría que el conflicto se haga cíclico como ha sido hasta ahora. ¿Será posible extender la fuente de financiamiento de los petrobonos también para sostener la inversión social que representan las universidades?

De lo que sí estamos seguros es que nuestras expectativas tienen base y es en la disposición de los voceros de los trabajadores universitarios y del Gobierno bolivariano a través del Ministro Pedro Calzadilla en llegar a acuerdos satisfactorios y abrir nuevos horizontes para nuestras universidades.


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Salvador Camacho


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