Absolutamente convencido estoy que el título de este trabajo de opinión requiere de un tomo bibliográfico completo para tratarlo con mediana dedicación; sin embargo, esta no es la ocasión ni el medio para hacerlo, por lo cual aportaremos ahora algunas muy resumidas inquietudes que, a nuestro juicio, contribuyen a seguir debatiendo sobre un asunto que es de interés general. A tal fin traigo al presente un comentario de Don Simón Rodríguez, el Adalid del Pensamiento Americano, quien decía: "Acostúmbrese al niño a ser veraz, fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado; a respetar la reputación y a cumplir con lo que promete. Y déjense las habilidades a su cargo; él sabrá buscarse maestros, cuando joven".
Pues bien en esas apenas 41 palabras, el Maestro Rodríguez, resume lo que tardaría muchos años de esmerado cuidado familiar y de educación ciudadana para con un niño hasta su adolescencia. En esas palabras, cuyo contexto histórico es relativamente lejano, interpretamos que la educación más importante es aquella que proviene de la escuela de la vida, es decir, en nuestra familia y el entorno cultural donde nos desarrollamos. Por algo David Ausubel identificó que la edad de 0 a 7 años es la etapa de los aprendizajes significativos y muchos otros teóricos, de la Psicología de la Educación, han contribuido al estudio de las estructuras cognitivas del ser humano en su evolución dialéctica. En consecuencia hacer un análisis del problema educativo centrándolo en una o muy pocas de las variables que inciden sobre la totalidad del hecho, puede resultar en conclusiones simplistas o cuando menos sesgadas hacia lo que serían las particulares convicciones de quien hace la crítica, bien sea académica, política, o religiosa inclusive, que conduce a conclusiones dogmáticas.
Obviamente que estas opiniones nuestras tampoco tienen la patente de la verdad absoluta, pero sin duda que sobre la problemática educativa actual de nuestro país inciden, entre otros factores: la familia, en particular los progenitores, pues en ella se aprenden y acrisolan los valores que nos acompañarán siempre; los Docentes, porque en su idoneidad y vocación profesional hay bastante responsabilidad; El Estado, pues la educación es un aparato ideológico cuyos objetivos estarán determinados por las orientaciones filosóficas de quienes tienen el Poder Político, así ha sido durante el devenir histórico y negarlo es una necedad. Además de estos tres anteriores, donde quizá está lo medular, vienen otros que se derivan de los primeros: La Infraestructura y Dotación de las instituciones escolares; el uso adecuado y óptimo de la tecnología; Los servicios externos complementarios o auxiliares (bibliotecas, infocentros, laboratorios, espacios para prácticas de campo, entre otros) y un factor que no les gusta mencionar a muchos es: los días efectivos de actividad académica durante el año escolar, según un estudio publicado en internet, no menos de 50 días se van en cualquier otra cosa que para nada aprovechan los alumnos.
En cuanto a la violencia en las escuelas es absurdo y simplista atribuirle su origen principal al discurso de uno o varios de los funcionarios públicos que dirigen el Gobierno, si ese fuese el caso, absolutamente toda la población andaría dándose garrotazos o convertidos en homicidas, porque actualmente casi la totalidad de las familias poseen aunque sea un televisor, una radio o un teléfono móvil, con los cuales acceder a los supuestos mensajes estimuladores de violencia. No descubro la forma de tibiar el agua al decir que gente mala hay en todas partes, aún en las más refinadas familias puede surgir un muérgano que le amarga la existencia a los otros. En ello mucho se depende de la crianza y del contexto cultural del habitad.
Afirmar por otra parte, que la religión es la inquebrantable institución para la idoneidad educativa, es ser ingenuo y desinformado; basta nada más ver las noticias reiteradas de Curas pederastas, Pastores libertinos, Rabinos pervertidos o algunos Mullah pérfidos, en fin, en cualquier religión también pueden tener entre sus cofrades, unos cuantos que son la vergüenza de la especie humana, por fortuna, no son la mayoría, pero sin duda existen. Así como también es cierto, que ser escéptico religioso -o ateo-, tampoco es credencial de perfección ciudadana.
La problemática educativa requiere del interés general de la población si realmente deseamos ver desarrollada la nación y en ella debemos involucrarnos absolutamente todos para buscar métodos y mecanismos de solución, especialmente para resolver las recién exacerbadas manifestaciones de violencia infantil y juvenil, que encuentran su estímulo y apología en los medios de comunicación ordinarios, particularmente en la televisión, así como en las redes sociales de masivo y casi obsesivo uso cotidiano.
Mirar para los lados haciéndose los “musiuos” porque supuestamente no es nuestro problema, o peor, achacárselo exclusivamente a otros para jactarnos de sesudos analistas en medio de nuestros dogmas, merece el repudio colectivo, pues a la educación se le pretenden achacar todos los males del mundo pero muy pocos de los que la critican severamente han aprovechado de beber en la fuente de la sabiduría y llevar consigo el cántaro lleno para calmar la sed de los sedientos que transitan el desierto de la ignorancia. (Santa Rosa, Biruaca.
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