Parece algo trillado hablar sobre el estado docente. Mucha gente no muestra interés por la importancia del desarrollo educativo sostenido y orientado hacia un perfil de acuerdo a la filosofía política que practica el gobierno nacional. Hay que recordar las medidas aplicadas en los años 80 comenzando por la economía nacional dirigida por el neoliberalismo y plegado a las recetas del FMI (Fondo Monetario Internacional) procediéndose a las privatizaciones de las empresas públicas y planteándose la necesidad de someter al sistema educativo venezolano a este proceso que limitara el acceso de la población al derecho de educarse. De allí se origina la profundización en el debate público con los gobiernos de la cuarta república acerca de la inconveniencia de quitarle al estado la responsabilidad de dirigir y sostener la educación en el país. Luís Beltrán Prieto Figueroa expresó al respecto en el año 1947: “El estado interviene por derecho propio en la organización de la educación del país, y orienta, según su doctrina política, esa educación”.
En la actualidad, una vez asumida la jefatura del poder ejecutivo el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en el año 1999, llama a una constituyente que elabora nuestra constitución y convoca a referéndum en diciembre de ese mismo año que la aprueba y legitima para construir una nueva república o la denominada V República. En esta constitución se establece el estado docente que asume la obligación de asegurarle la formación a todos nuestros jóvenes y niños como un derecho del pueblo, en el artículo 102 se afirma: “ La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades…..la educación es un servicio público y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento…” Indiscutiblente, la sociedad venezolana venía en un declive muy pronunciado en el rendimiento estudiantil, donde sólo el 33% de los jóvenes lograba culminar el tercer año de bachillerato y un 6% se graduaba de bachiller.
Esta realidad, justificaba la tesis de los comerciantes y empresarios de la educación para administrar ellos los planes y programas educativos denigrando de la capacidad de los entes públicos para hacer eficiente y exitosa la educación en nuestro país. Hoy se vive una nueva realidad, el estado abrió oportunidades a los excluidos con las misiones educativas, planificó con la consulta a educadores venezolanos el nuevo Diseño Curricular Del Sistema Educativo Bolivariano basado en el pensamiento de nuestro libertador Simón Bolívar: “El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo...” (Bolivia 1825) y este modelo se ajusta a las características multiétnicas y pluriculturales de la población de Venezuela. Por estas razones se debe profundizar la política educativa integral, para lograr buenas estructuras escolares adecuadas al ambiente de cada localidad, ciudad o región. Inclusive el horario de los planteles de acuerdo a las especificidades. Si la revolución garantiza el acceso de los desposeídos al proceso educativo con calidad y eficiencia, muy difícilmente el proceso revolucionario pueda ser derrotado. Una de las máximas de nuestra línea educativa es la de don Simón Rodríguez: “Inventamos o Erramos” que no es otra cosa sino la creatividad como un elemento permanente para el aprendizaje y la experiencia y de esa manera convertir el conocimiento en un producto de las vivencias.
Estoy convencido del papel imprescindible del estado como garante de la educación, se demuestra en este movimiento que genera el proceso revolucionario que es posible ir erigiendo las bases del nuevo republicano con una filosofía educativa para la liberación y la transformación. Sólo un pueblo consciente podrá sostener los cambios.
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