Eso no debe verse como malo, sino, al contrario, al capitalismo debe respetársele su inmenso aporte al desarrollo de las Fuerzas Productivas, ya que fuera de este sistema y prematuramente sólo sobreviene un retroceso parejo.
Se trata de un mérito incuestionable e insustituible. El personal de la empresa privada deberá conquistarse y ponerse al servicio de mejores causas sociales a fin de saltar de este sistema a otro por y con su intermediación, y no con “socialismos” cargados con el lastre de vicios propios de la burocracia parasitaria, como ha ocurrido hasta ahora con los ensayos socialistas que conocemos.
El caso cubano es sui géneris, su rezago industrial autónomo en fuerzas productivas responde a su mismo estancamiento, con un desarrollo económico fincado en la tabaquería manual y la siembra silvestre de azúcar, con mucha experiencia prostibularia y casinera, una Cuba que se mostró siempre poco exigente de tecnología avanzada. Recordemos que ella fue una sociedad esclavista hasta 1886, y apenas 72 años después irrumpió la revolución fideliana.
Porque los incapaces, los mediocres, los toeros, algunos excelentes para la política populista y demagógica y caradurista, de esos que han resultado excelentes en la adulancia, en el rastracruerismo, prestos para la malquistación, las habladurías, calumnias e irresponsabilidad laboral (eufemismo de corrupción), esos difícilmente tienen cabida en la empresa privada, salvo durante el breve tiempo de las pruebas de admisión o hasta cuando se les descubra con las manos en la masa.
Retomemos el hilo: Con la nacionalización petrolera el trabajador dejó de ser asalariado para convertirse en funcionario público, y ya esto decía mucho sobre el futuro realista de semejante aventura patria. En el diario “El Carabobeño” de ese año reposa el artículo “Nacionalización petrolera o el Alboroto de un Avispero”, donde quise recoger una proyección de la flamante empresa llamada Pdvsa, obviamente contaminada con las características improductivas que privan todavía en la contrata burocrática nacional.
Con Pdvsa, la extracción y refinación del petróleo pasaba a ser directamente manejado por criollos, y se le dejaba el mercadeo a la empresa privada. El Estado empezó a correr con la pesada carga de la nómina de unos ex asalariados que pasaron a convertirse en empleados públicos y como tales resultan muy susceptibles para infectarse con todos los vicios y corruptelas que caracterizan la gerencia administrativa nacional, y cuyos antecesores se remontan a la vida colonial, conocidos como “realistas” o ancestros de los “mantuanos”. Estos, como “blancos criollos”, serían los herederos directos del patrimonio económico y moral de aquella grosera corrupción que le hacían los primeros a la Corona Española. De esa corrupción y mala praxis burocrática colonial derivó la forzada contratación de mano de obra alemana para la administración de la Hacienda Pública Colonial. Podríamos inferir que en la primera contrata concesionaria del petróleo, Juan Vicente Gómez tomó en consideración no sólo medidas técnicas, sino históricas y morales.
Pero ahora, pisemos tierra, reconozcamos que con la refundación de la Pdvsa ”bolivariana” no pudo haber ocurrido milagros al respecto. Con las debidas excepciones, la contaminación de vicios burocráticos heredados del Puntofijismo parecen haberse incrementado, y este reconocimiento queda reforzado para una empresa que dejó de contar precisamente con lo mejor de la empresa privada en cuanto a personal, independientemente de la moral política que pudiera acompañarlo para el momento de la dicha refundación, y al margen de los pocos profesionales y técnicos quienes andaban por allí en otras labores y habían sido rechazados por “comunistas” o por otros “pecadillos” políticos.
Dejamos a salvo que en esa cuestionable refundación, pensamos, estuvo prevista la recontratación de personal extranjero a través de las inconstitucionales Empresas Mixtas. Sólo así se justificarían tantos desaguisados e irregularidades que han acompañado a esta nueva nacionalización petrolera.
Presumimos que en Pdvsa se cometen los mismos despilfarros ocurridos en los organismos públicos del ministeriato nacional, aunque magnificados según el monto del capital y las partidas puestas a su disposición como empresa bandera del Estado. Allí reinaría la malversación de fondos, y diversos actos de corrupción frente a los cuales la Contraloría General de la República parece jugar un papel protectriz, habida cuenta que ella se limita mayormente a llenar expedientes formales sobre enriquecimientos ilícitos y afines, con un control posféstum, además de congelar los casos más graves cometidos contra la Cosa Pública para que en primera instancia sean los altos entes políticos involucrados los que tomen sus convenientes y negociables decisiones, todo lo cual se corresponde con una conducta que es típica de la burocracia pre y extrapedevesiana.
Ocurre que, de perogrullo, a más ingresos, más egresos; se trata de una correspondencia que atañe a los estados financieros de cualquier empresa que lleve orden en sus actividades. Hasta el trabajador más modesto y de menores ingresos sabe llevar “sus libros”. Lo más importante allí es la distribución de las cuentas dentro de cada una de las partes de un balance cualquiera.
Por esas razones, debemos analizar y distinguir entre egresos basales para el mantenimiento de la propia Pdvsa, y los destinados al Presupuesto Nacional, vigilados por la Asamblea Nacional, así como los ejecutados como un Estado paralelo que sirve directamente al pueblo sin pasar por contraloría alguna ni de la Asamblea Nacional.
De allí que sea muy difícil contar una Pdvsa cuyos estados financieros pudieran arrojar saldos positivos en lugar de los probables “saldos rojos” que hasta ahora viene acusando.
La industria petrolera fue eficaz y eficiente, científica y técnicamente, mientras corrió a cargo de la empresa privada, independientemente de que esas empresas privadas se llevaran una buena “tajada” en comparación con lo que dejaban en casa. Pero ahora es cuestionable que los mayores ingresos que dejan las empresas Mixtas se traduzcan en saldos positivos debido a la baja productividad de un personal burocratizado “a lo criollo”, mejor formado para robar, para despilfarrar, para malversar y para pantallear que para rendirle honrosas cuentas a un pueblo pendejo que sigue ilusamente esperando por mejores gobernantes emanados de la democracia burguesa.
Por estas razones no hay sinceridad en los “saldos de Pdvsa”, y de allí la lentitud o ausencia sostenida de auditorías externas que debe presentar Pdvsa, o su ausencia total. Los vicios de la burocracia nacional no podrían faltar en una Pdvsa renacionalizada con un personal que siempre ha dejado mucho qué desear para gerenciar bien, pero mucho qué ofrecer como adulona e incompetente.
*.- Economista, de libre ejercicio profesional.
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