He comentado en “Facebook” un reciente artículo aparecido en este mismo medio; escribí lo siguiente:
“La dialéctica del pensamiento izquierdista afirma que el ser determina la conciencia. Eso significa sencillamente que primero comemos, o buscamos los recursos económicos para hacerlo, y luego modelamos nuestra conducta extraeconómica ante valores superestructurales, la política, la educación personal y familiar y afines. En la economía moderna decimos, pues, primero el billete y después nuestra ética y educación extraeconómica. Por eso mismo se ha venido castigando el robo y otras formas de resolver el problema del ser cuando irrespetamos el patrimonio ajeno. No se castiga ni reeduca al corrupto, por ejemplo, con consejitos caseros”. http://www.aporrea.org/
Por supuesto, los buenos consejos hogareños también forman parte imprescindible de la manera que los hijos improvisarán estrategias o medios para resolver el problema de la sobrevivencia cuando tengan que valerse por su cuenta, pero no son soluciones determinantes frente a la problemática económica, frente al mercado de bienes que sólo alcanzamos con dinero.
Como los precios de ciertas mercancías no pueden estar muy distanciados de su estructura de costos reales, en el caso concreto del precio de la gasolina, además de los posibles y necesarios ajustes en la cuantía del subsidio ya establecido desde hace muchas décadas, bien podría tratarse esta mercancía como bienes especiales que ameritarían un sobreprecio o un impuesto como el IVA. Este IVA bien podría ser diferente para determinadas regiones del país.
De esa manera, dicho sobreprecio no tiene por qué ser asimilado a un sobrecosto, ya que entonces supondría una mayor inversión de parte de los distribuidores y consecuencialmente un sobreganancia.
Dejo al margen el tipo de contrato que tiene Pdvsa con estos concesionarios ya que cualquier nuevo precio para la gasolina sin que este altere el monto de la inversión privada debe estar acompañado de alguna compensación en favor de dichos distribuidores.
