En Venezuela no hay la menor duda ya en el siglo XIX van apareciendo los gérmenes del capitalismo en forma insipiente, a través del surgimiento de los primeros bancos, casas comerciales y muy débilmente un sector artesanal a finales del siglo. En Venezuela desde la colonia con la economía agroexportadora y el luego en el siglo XIX republicano y hasta nuestro día ha predominado el sector comercio y de servicio. Junto a la oligarquía de la tierra surge un fuerte sector comercial que domina el comercio en el interior de la república y el comercio exportador e importador. En la Venezuela del siglo XIX es la clase latifundista, el trabajador campesino y este sector comercial las tres principales clases sociales emergentes. Era la tierra el medio de producción predominante, el segundo era el sector comercio y de servicio.
Con el surgimiento del petróleo, la transformación de un país rural a urbano, como queda definido en el censo de 1950, el surgimiento de las grandes ciudades, el desplazamiento de los campesinos que viven en condiciones paupérrimas hacia estas ciudades, transformarían radicalmente esta realidad social, pasaríamos de la Venezuela rural agraria a la Venezuela urbana mercantil, surgirían nuevos sectores sociales: desde la clase media, la clase obrera industrial, alrededor de la actividad petrolera y del incipiente proceso manufacturero, el sector comercio tomaría su mayor auge, convirtiéndose en el sector más importante de la economía, en relación al número de trabajadores que ocupa.
Venezuela no hay la menor duda es un país capitalista. En la colonia contribuimos con el proceso de acumulación primitiva del capitalismo que permitió desarrollar a los países europeos, lo continuamos siendo en el siglo XIX, cuando se introducen los primeros cambios y transformaciones en nuestra economía y lo sería aún más en el siglo XX cuando pasamos a ser surtidor de la materia prima más importante para el capitalismo mundial, como lo ha sido durante 100 años el petróleo. Nuestra economía interna está regida por el capitalismo, la propiedad privada de la tierra, de las empresas y servicios, la explotación del trabajo, los valores del egoísmo y el lucro individual, el proceso de alienación, son todos elementos que nos hacen considerarnos un país capitalista sub desarrollado y dependiente.
Pero, además de estas características de ser un país capitalista sub desarrollado y dependiente, como lo son la gran mayoría de países del mundo- a excepción de unas veinte naciones consideradas como desarrolladas- el capitalismo rentístico es una deformación, una contradicción a la naturaleza y racionalidad capitalista. El rentismo es una malformación de la economía capitalista. Si bien el petróleo se compra y se vende como cualquier otra mercancía, todo lo que está vinculado a la industria y a la sociedad petrolera es contradictorio al capitalismo. Se dice que producimos petróleo, es falso, extraemos petróleo, el petróleo es una producción geológica que tienes millones de años en formación, los humanos contemporáneos apenas hemos descubierto algunos de sus usos y lo hemos explotados en forma irracional y agotándolo rápidamente, sin pensar en las generaciones futuras.
La renta es un ingreso anual. Este ingreso debe ser distinguido de un salario y de los impuestos, una remuneración, un beneficio o una plusvalía. La renta es el ingreso que obtiene el propietario de un bien mueble o inmueble a cambio de una cesión perpetua o temporal de dicho bien. Para Marx existen dos formas de renta: diferencial y absoluta, una basada en la diferencia entre valor y precio de producción y la otra basada en un precio de monopolio. Una renta diferencial en razón del menor contenido de azufre del crudo (renta de calidad), de proximidad (renta de situación) o de sus condiciones de explotación
Después de Marx, la teoría de la renta del suelo fue prácticamente abandonada.La Economía Política se desinteresó de la renta debido a la pérdida de importancia del terrateniente, reflejada en la virtual desaparición de la renta como una porción significativa del ingreso nacional. Con los elevados aumentos del precio del petróleo en los años setenta, la enorme diferencia que surgió entre los costos de producción y los precios se dio nuevamente importancia a la teoría de la renta.
En Venezuela con frecuencia se ha confundido los impuestos y la renta petrolera. El Estado se apropia la renta petrolera en su condición de propietario de los yacimientos del petróleo, pero en su condición de Estado soberano exige y cobra impuestos. El capital petrolero, sea nacional o extranjero, paga ambas cosas. ¿Qué parte de los pagos realizados por el capital petrolero es renta y qué parte son impuestos? No todo el ingreso fiscal petrolero es renta. Jurídicamente, serían renta todos los pagos establecidos en la Ley de Hidrocarburos e impuestos aquellos estipulados en la Ley del Impuesto Sobre la Renta, principalmente. Cabe recordar que en la legislación venezolana las regalías y las rentas superficiales se llaman respectivamente impuestos de explotación e impuestos superficiales. Así el carácter contractual de la renta del suelo se eludiría simplemente a través de los impuestos generales.
Ya a comienzo de la explotación petrolera en Venezuela, el Ministro de Fomento, Gumersindo Torres- en defensa de los intereses nacionales- acusaba que las compañías petroleras pagaban impuesto pero no renta del suelo:
«En Venezuela percibe nada el Fisco por la explotación de los yacimientos petrolíferos en terrenos nacionales, fuera del impuesto corriente que se aplica indistintamente a las explotaciones en terrenos baldíos o de particulares. Ahora bien, son nociones distintas la del impuesto y la de percepción de una suma derivada de estipulación contractual por el goce de una propiedad nacional,…” (Gumersindo Torres en: Memoria del Ministro de Fomento, 1918, pp.XV1-XIX).
A principios de siglo, el gobierno venezolano sólo exigía impuestos a los concesionarios, pero ninguna renta del suelo. En las discusiones y los enfrentamientos de las décadas siguientes y hasta 1943, se trataba de cobrar renta del suelo aparte de los impuestos, diferenciándolos conceptualmente. De este modo el Estado venezolano se enfrentaba hostilmente al capital arrendatario y a los intereses consumidores extranjeros que este capital representaba, no sólo como propietario sino como Estado soberano. (Mommer: 1988. 97)
En cuanto a la definición el capitalismo rentista, para Baptista podría expresarse en síntesis de la manera siguiente:
Transferencia internacional unilateral de ingresos, históricamente crecientes, desde las naciones consumidoras de petróleo venezolano hacia el Estado venezolano. Venezuela es propietaria de un recurso que como tal no se produce, y que por tal condición recibe del comercio internacional una suerte de canon o de provento, o, lo que es lo mismo, una renta. Decir, pues, que Venezuela es una economía petrolera, equivale en lo esencial a aseverar que es una economía rentista, y decir que es rentista es lo mismo que afirmar que una porción muy significativa de su ingreso no proviene ni del trabajo ni del capital nacional, sino más bien del ejercicio de la propiedad de terrateniente en el mercado mundial (Baptista. 2006, 106).
Este rentismo ha traído diversas consecuencias sobre nuestra economía: sobrevaluación estructural del signo monetario, capacidad de consumo notablemente superior a la capacidad productiva de la economía venezolana, satisfecha fundamentalmente con importaciones y lo que presiona sobre el alza de los precios (inflación), incremento de los salarios reales y altas tasas de ganancias en empresas que nada tiene que ver con la productividad y rentabilidad, el sector petrolero establece su hegemonía en el sector exportador, lo que repercute en la mayor dependencia económica con respecto al exterior.
La cultura de la extracción y de la venta del petróleo y luego el recibir un ingreso sobre abultado que nada tiene que ver con nuestro esfuerzo físico e intelectual sino que es gracia o desgracia de la naturaleza, nos ha formado en una cultura parasitaria. Los venezolanos trabajamos pero poco producimos, de 14 millones de trabajadores activos la mayoría están ocupados en el sector servicio y comercio, la industria petrolera solo absorbe unas100 mil personas. Tal como advierte Víctor Álvarez:
En el caso del petróleo, el Estado -al ser el propietario de las riquezas del subsuelo- recibe una renta cuyo contenido económico es la captación de un plusvalor La primera alteración en el ADN de una economía rentista la encontramos en un ingreso en divisas que no es fruto del esfuerzo productivo. Este súbito ingreso confiere una capacidad de compra superior a la que pudiera resultar de la distribución del ingreso generado por los factores productivos internos. La inyección de la renta internacional a la circulación nacional origina una demanda que no puede ser abastecida por el precario aparato productivo local.
Más adelante se refiere a las aberraciones de nuestra política cambiaria y la tendencia especulativa e inflacionaria:
Debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, se recurre al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. Al congelar el precio oficial de la divisa se abaratan las importaciones que se hacen con ese dólar subsidiado, pero esto termina siendo “pan para hoy y hambre para mañana” debido a que el dólar barato estimula toda clase de importaciones que frenan y desplazan la producción nacional. La situación hace crisis cuando se retrasa la liquidación oportuna de divisas y se activa de inmediato un mercado paralelo hacia el cual se desplaza la demanda insatisfecha. En la aberración genética del paralelo, los especuladores cambiarios encuentran el caldo de cultivo perfecto para amasar grandes ganancias, al disparar el tipo de cambio muy por encima de la tasa oficial. Este enorme diferencial es causa de una de las más perniciosas patologías inherentes a la lógica parasitaria e inmoral del capitalismo rentístico, la cual se expresa en los ilícitos cambiarios y fraudes que se cometen en contra del interés nacional. La sobrefacturación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, las importaciones ficticias por empresas de maletín, la reventa del cupo electrónico, los raspatarjetas, son la expresión al mayor y al detal de las taras que puede desarrollar una economía rentista.