¡Son tantas las mentiras que nos hemos creído!
Nuestra mayor flaqueza económica en materia de comercio exterior-en la venta de nuestros recursos naturales-ha sido dejar la formación de los precios de nuestros recursos de exportación al libre mercado[1]. Últimamente y hasta ahora hemos creído que con el ALBA nos sacudimos de los males del ALCA, pero seguimos atados al pernicioso mecanismo internacional de un libre mercado manipulado 100% por los mismos importadores de esos recursos que exportamos, tal como se encargan de regular a su arbitrio los precios de sus exportaciones hacia nosotros. Eso es el ALCA, porque, en resumen, nos compran bien barato lo que se llevan y nos venden bien caro lo que les compramos; tal es la regla de oro de la economía crematística propia de los países imperialistas.
Como sabemos, el comercio internacional suele implicar importaciones y exportaciones, y esto no es una simple perogrullada. La economía que no logra compensar el valor de sus importaciones con ingresos provenientes de sus exportaciones es una economía en constante depresión, rumbo a la ruina[2], ruina que puede dosificarse mediante años de permanentes y crecientes endeudamiento públicos en favor de los financistas internacionales que ya se han enriquecido con esa compra barata de petróleo y venta cara de las mercancías procesadas con ese energético.
Admitamos que hasta la llegada del Presidente Chávez, nuestros recursos estaban a la orden arbitraria de los EE UU y de otros países imperiales. El precio del petróleo rayaba los $7.00/barril, y casi 1/3 del Presupuesto Nacional iba a los fondos monetarios no menos imperialistas.
En contraparte, la miseria, los sueldos de hambre y la privatización de los servicios públicos se hallaban en constante desarrollo. Los ranchos llenaban buena parte de nuestras ciudades, ranchos que sirvieron de semilleros de delincuentes, limosneros, de niños mendicantes y de drogadictos y prostitutas; la mayor parte de nuestros jóvenes no pasaba del noveno año al lado de quienes quedaban analfabetizados hasta la ancianidad.
La corrupción repartida hizo de la deshonestidad burocrática una alternativa para ascender socialmente[3]. Todo ese cuadro expresaba la apropiación de nuestros recursos naturales.
Hoy, tal apropiación continúa; sólo ha cambiado la forma de empaquetarla por parte del mismo imperio burgués. Veamos:
Con un precio del petróleo ya reducido a menos de 40% del precio de hace un año, aprox. y con una especulación desenfrenada que roba de hecho los ahorros y sueldos de nuestros trabajadores, unos ingresos que representan el llamado "dólar retorno" hacia los mismos saqueadores del petróleo; con una economía que está siendo obligada a realizar importaciones en dólares y a distraer una buena parte de nuestros mejores hombres públicos a acciones combativas de las estrategias y tácticas propias de la especulación comercial, con ese cuadro, pues, creemos que los EE UU simplemente están de nuevo reapropiándose de ese vital recurso petrolero.
Porque petróleo barato y desangramiento del Presupuesto Nacional de los dólares que todavía entran al Fisco nacional son las formas tradicionales de la apropiación de nuestros recursos.
¿Qué hacer? Bueno, podríamos convocar a la OPEP, a sus miembros que todavía no son traidores a sus propios intereses nacionales para que se le ponga un freno a esa baja petrolera. Nada puede impedirnos que renegociemos con protagonismo propio, con participación directa en los mercados, de tal manera que vayamos fijando precios mínimos. Basta recordar cuando Chávez habló de una banda cuyo límite inferior no debía ser rebasado hacia abajo.
Por otra parte, es falso que el precio sea función de la oferta y la demanda como si ambas variables pudieran tener autonomía. Esa es una versión metafísica e interesada, vale decir, clasista. La demanda de tales recursos siempre está condicionada por los mismos productores capitalistas, y la oferta también. China, por ejemplo, no es nuestro principal comprador, de manera que cualquier baja en su demanda no resulta determinante. Sin embargo, vemos que EE UU se ha dedicado a sobreproducir petróleo de esquisto dizque para abultar la oferta y declinar los precios, pero, entonces, preguntémonos: ¿Cómo es que sigue siendo nuestro principal cliente?
El comentarista internacional Walter Martínez tiene razón cuando machacadamente nos alecciona y dice casi todos los días que EE UU debe importar crudo con 45 días de tiempo para su transporte si tuviera que traerlo del Mesooriente, y que el que nos compra sólo tarda menos de 5 días.
Si EE UU está comprando petróleo nuestro por esa ventaja de transporte corto, debemos inferir que su oferta de esquisto es pantallera, es un bluff o dumping disfrazado, porque sólo sirve para fijar los precios bajos a los que EE UU no compra, no se autoabastece, pero sí lo almacena y sigue comprándonos el nuestro, no sólo barato porque la oferta inducida por ese imperio baja su precio, sino que busca arruinarnos, reapropiarse de nuestros recursos naturales y con los pocos dólares que ellos mismos nos seguirán pagando por la cuota de petróleo barato que el sigamos apendejamente entregándoles.
[1] Recordemos que la cacareada nacionalización de Carlos Andrés Pérez dejó incólume el mercadeo de la oferta de nuestra Pdvsa.
[2] Este es el verdadero plan macabro de la derecha nacional y de EE UU.
[3] Recordemos la conseja de un mantuano y de un político a su servicio: "El que no roba al Fisco es un tremendo pendejo".