Hay un refrán que repetía con mucha frecuencia mi mamá Eloisa por allá en los andes y que es muy conocido por todos los venezolanos que dice: "nunca es tarde cuando la dicha es buena".
Esta sentencia queremos traerla a colación por la reciente y acertada decisión del Presidente Nicolás Maduro en su visita a Maturín, estado Monagas; tierra donde se pasea el espíritu de Juana "La Avanzadora" y se calienta la sabana, por los fogonazos de los mechurrios petroleros.
Por decenas de años los habitantes del Norte de Monagas han visto alumbrar – implacablemente - por días y noches sus sabanas con las llamas que lanzan a la atmosfera un humo negro, resultante de la quema de millones y millones de pies cúbicos de gas, los cuales de manera inmisericorde, sin que hasta ahora a nadie le doliera y se cumpliera la orden del Comandante Chávez de evitar ese crimen ecológico – ambiental, que ha causado incalculables perdidas económicas y sociales para el país.
En más de una ocasión le escuchamos decir en sus "Aló Presidente" al Comandante Chávez, una y otra vez, que ya en la industria petrolera venezolana había desaparecido la vieja costumbre y el deprimente fenómeno ambiental que generaban los mechurrios contaminantes en el cielo venezolano.
Los que vivimos en el estado Monagas y que por cielo y tierra viajamos desde el centro del país a Maturín, hemos visto reiteradamente el espectáculo de los mechurrios al lado de la carretera y nos preguntábamos:
¿Cómo es posible que al Presidente Chávez le hayan ocultado esta realidad por tanto tiempo? y sobretodo, en las oportunidades que estuvo tan cerca de las plantas de gas en sus frecuentes visitas a los campos petroleros.
Muchos fueron los supuestos shows montados en giras presidenciales para la inauguración de nuevas plantas eléctricas a media máquina y las cuales, de manera milagrosa – se le hizo ver al Comandante - acabarían con las fallas eléctricas en todas las poblaciones de esta pujante región del oriente del país.
Existen muchas contradicciones en las frecuentes explicaciones dadas por los técnicos sobre el problema y por los "expertos petroleros"; incluso muchos de ellos, "encumbrados" en la vieja y ahora en la nueva Pdvsa, donde se han rebanado los sesos - por muchos años - en la búsqueda de soluciones al problema.
Es cierto que resulta muy compleja la inyección de gas a los yacimientos para el manejo de los crudos medianos y livianos con elevados grados (40 y 50º API), que abundan en esta zona del norte del estado Monagas (me pueden corregir los expertos).
Las plantas abundan en la zona y se tornan insuficientes para el procesamiento de dicho gas; sobre todo para la inyección del gas no tratado, el cual fluye del subsuelo con los componentes naturales que conforman los hidrocarburos y que al quemarse y por las fallas continúas de las Plantas de Gas (algunas obsoletas) que a pesar de los filtros, arrojan el espeso humo negro contaminante (9.11 millones de toneladas métricas de CO2), que han sido lanzados por año sin ninguna contemplación a la atmosfera.
Desde luego que para quienes no somos técnicos el problema no es fácil de digerir; pero no obstante, es muy cierto que por diversas razones se ha dejado pasar el tiempo y en el presente las soluciones aplazadas ahora le resultan mucho más costosas al Estado venezolano y nadie ha respondido por ello.
Mucho menos se ha salido a defender los estudios de impacto ambiental o a responder por la violación del Capítulo IX de los Derechos Ambientales de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y de la Nueva Ley Penal del Ambiente, publicada en la Gaceta Oficial Nº 39.913 del 2 de mayo del 2012, la cual muy bien conoce el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello.
Hipótesis podrían surgir muchas al analizar como diariamente se queman miles y miles de pies cúbicos de gas (500MMPED de pies cúbicos aproximadamente por día) de uno de los combustibles del futuro, apetecido por las trasnacionales y por las empresas de energía que actualmente manejan el negocio del futuro después del petróleo.
¿Qué contradicción podría resultar, por ejemplo, del hecho de que por decenas de años estuvimos comprando millones de pies cúbicos de gas a Colombia, mientras que nosotros lo quemábamos o botábamos a la atmósfera en el oriente de Venezuela?. Desde el 2003 – según informe citado – hemos dejado de percibir 12.590 millones de dólares por esta quema.
Por eso no es descabellada la decisión del Presidente Nicolás Maduro al nombrar a Diosdado Cabello responsable de los futuros proyectos de manejo del gas en Monagas (su tierra natal), quien desde niño creció viendo la quema del gas y sufriendo en carne propia, los efectos (muchas veces negados) que produce ese gas en la salud de los habitantes de las poblaciones vecinas de los campos petroleros como El Furrial y Jusepín.
El Presidente Nicolás Maduro fue muy claro al asignar la tarea al presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello. Lo nombró "Jefe Supremo de la Comisión Presidencial para industrializar el gas" y le recordó que la orden era del Comandante Chávez para lo cual podría contar con todo su apoyo y el del Ejecutivo Nacional; incluso – le dijo – "puedes cortar cabezas si es necesario".
Al dar la orden a Diosdado - afirmó también el Presidente Maduro – es bueno hacer referencia a la excelente experiencia que ha tenido el Estado Plurinacional de Bolivia con el Presidente Evo Morales, en el manejo exitoso del gas para sus diferentes usos (doméstico, industrial o para la misma industria petrolera y petroquímica).
La decisión tomada para acabar con la quema indiscriminada de gas en el oriente venezolano, en especial al Norte de Monagas, es una decisión trascendental y positiva.
En su implementación y desarrollo del proyecto contará con la participación de universidades, el conocimiento científico, Pdvsa, el poder político, la gobernación, las alcaldías y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
El viejo sueño de Diosdado Cabello desde niño, de ver a su tierra de El Furrial con un cielo limpio, puede ser ahora una realidad. Tiene además la posibilidad para ver convertida esa riqueza, lanzada a los cuatro vientos, en una fuente no sólo de energía sino de ingresos y recursos económicos sustanciales, para desarrollar la Venezuela Socialista del futuro que impulsa la Revolución Bolivariana.
¡Amanecerá y veremos!