Es considerable la cantidad de políticos y economistas que sustentan la tesis de la privatización de PDVSA, como medio conveniente e imprescindible para impulsar un supuesto cambio hacia su recuperación, tanto en los niveles de producción, como en el rendimiento económico de esa industria y de ese país, hoy sumidos en destrucción y decadencia.
Algunos de ellos ponen como ejemplo el caso de "Aramco"; empresa que ha anunciado para 2018-19 una oferta publica (IPO) de alrededor del 5% de su patrimonio, con el fin expreso de financiar el plan "Saudi Arabia 2030". Sin embargo, hay muy poco en común entre el caso de "Aramco" y el caso de PDVSA, aparte de la única excepción del orden de magnitud (ni siquiera del tipo) de sus reservas in situ.
Desde 2007-2008, nuestra industria se ha descapitalizado y ha acelerado su destrucción a través del saqueo interno de sus recursos, de sus activos y de su infraestructura, de su escasa fuerza hombre capacitada y de su ausente capital ético y moral. PDVSA es hoy una empresa en serios aprietos, desorganizada, sin norte, en donde no existe mística de trabajo y en donde la corrupción y el clientelismo conviven en su hábitat natural.
Como consecuencia de tal catástrofe, las condiciones para privatizar PDVSA y esperar resultados beneficiosos para Venezuela no están dadas, ni tampoco lo estarán en el futuro cercano. Para negociar y esperar obtener retorno y beneficio hace falta:
- Posicionamiento ("leverage"), oportunidad y credibilidad
- Un estado financiero y operativo "auditable"
- Condiciones convenientes de intercambio entre partes
- Conocimiento profundo del negocio
- Estabilidad política
- Instituciones que garanticen la oportuna aplicación, cumplimiento y respeto de las leyes (seguridad jurídica, social, financiera y operativa)
- Entorno social y cultural equilibrado
- Acceso a bienes y servicios
Aun bajo el supuesto de un eventual cambio de gobierno que garantice cierta estabilidad en el ámbito político y quizá el acceso a cierto nivel de experticia, bienes y servicio, el resto de los ítems quedaría totalmente huérfano y desatendido. Solo pocos elementos (en amarillo) podrían ser manejados con cierto grado de conveniencia para el interés nacional en esa eventualidad; mientras que el peso del resto de estos elementos aseguraría una clara desventaja y un seguro fracaso a cualquier intento de negociación en masa que involucre exponer sus cimientos fundamentales; su cadena de valor natural. PDVSA se mostraría como lo que realmente en, una empresa en serias dificultades.
Irak y Libia luego de la invasión y saqueo a que fueron sometidos por potencias occidentales, no han revisado ni menos aun invertido en incorporar nuevas reservas y menos en rescatar su infraestructura. Estos dos países son dos claros ejemplos de inversión foránea en un considerable volumen; pero inversión fallida y dirigida a la flagelación y el saqueo de esos países "soberanos", ricos en recursos, pero hambrientos de dinero.
Del total del crudo producido por Irak, entre 85% y 87% proviene de contratos de servicios con empresas foráneas mayormente localizadas hacia el sur; en Basra, hacia la frontera con Kuwait. Tristemente para Irak, Basra es una de las regiones ("governorate") de donde proviene la mayor porción del crudo producido en ese país y es también precisamente el más destruido, el más descuidado y el más azotado por la pobreza. Es esa misma región que precipitó la guerra del golfo, toda vez que "Saddam H" percibió que las riquezas hidrocarburíferas de su país, estaban siendo drenadas por su vecino, mediante pozos de largo desplazamiento. Irak luego de la guerra del golfo e invasión quedó empeñado con un número significativo de países, que succionan a diario sus riquezas naturales y lo desangran sin piedad.
El caso de Aramco y Arabia Saudita (KSA) es mutuamente excluyente y diametralmente opuesto a los casos de PDVSA y Venezuela. Aramco es una empresa reconocida y respetable, sincronizada, capitalizada, con relación potencial reserva mayor al 1%, con una fuerza hombre bien preparada, con un elevado ingrediente tecnológico, con una cultura de seguridad higiene y ambiente madura y arraigada profundamente. Arabia Saudita por su lado es un país serio y respetado, rico, donde las leyes son rígidas y su aplicación es severa e incondicional, donde las instituciones y su sociedad están orientadas y enfocadas a la protección de su país y de sus intereses.
Estos casos contrastantes por demás se explican por si solos y exponen con crudeza el futuro que le esperaría a PDVSA y Venezuela de prosperar la tesis de la privatización en masa.
De llegar a proceder dicha tesis en las circunstancias actuales, sin lugar a duda lo único que prosperaría seria las cuentas bancarias de los intermediarios, mientras que el país y su gente seguirían el mismo camino de la destrucción iniciado con el nacimiento de la cuarta republica y cuyo clímax comenzó a mostrar su rostro a partir de 2007-2008.
Alternativamente, existen ciertos modelos de negocio que evidentemente fueron tranzados de espaldas al mejor interés nacional y que ameritan ser revisados. Existen también ciertos segmentos de la cadena de valor, así como ciertos activos que podrían ser considerados para una futura negociación. Pero antes de pensar en ello, se debe "aceitar muy bien la maquinaria". La pregunta que surge es; existe realmente la voluntad de ahondar en la búsqueda del mejor interés nacional o es la conveniencia individualista la que promueve esta tesis de la privatización?
Antes de pensar en privatizar nuestra industria petrolera, Venezuela debe "reinventarse". Su sociedad debe internalizar su verdadero rol en la reconstrucción del país, prepararse, culturizarse y educarse, dejar de reposar sobre el estado y comenzar a contribuir y trabajar para su arraigo y valorización.
PDVSA tiene posibilidad de recuperarse sin entregarlo todo a cambio. Uno de los escenarios con mayor viabilidad a nuestro entender, estaría representado en la grafica anterior. El mismo tiene como premisa que los modelos de negocios tanto para la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) como Costa Afuera (CA) sean revisados, renegociados y "descentralizados". Bajo esta premisa recuperar PDVSA seria ciertamente posible en una ventana que rondaría los 48 a 60 meses, tiempo necesario para permitir la evaluación técnica de la situación real de nuestros activos claves, implementar acciones de alto impacto y madurar proyectos medulares de producción asistida y recobro mejorado.
El objetivo central sería rotar la relación de producción en el corto plazo de la actual 40/60 (propia/mixtas) a más de 50/40, para luego apuntar a 70/30 más allá del primer lustro (60+). De esa manera se estima posible el explotar y monetizar la potencialidad de nuestros recursos, reducir la dependencia de importaciones, abatir costos y elevar el posicionamiento de nuestra "suite" completa de hidrocarburos y activos.
La ejecución de este plan no es simple y amerita sacrificios y esfuerzo. Requeriría de la integración inmediata de personal con elevado grado de exposición y conocimiento en la industria petrolera y geopolítica energética, así como también en el área gerencial, operativa y técnica al frente de su junta directiva, la expulsión de todo reposero, la masificación tecnológica "propia", el arraigamiento de una cultura proactiva en términos de Seguridad Higiene y Ambiente (SHA); y los más apremiante, la revisión, saneamiento y rescate de la estructura organizacional apuntando hacia la necesaria "verticalizacion", respeto y disciplina corporativa. Algo que resulta duro decir, pero que en esencia contradice el entorno actual de PDVSA.
Estamos claros que en estos momentos pareciera más bien un ejercicio de mera realidad virtual. El momento que atraviesa el país, con una ausencia clara y evidente de mística, orgullo nacional y alejamiento a la defensa de muestra soberanía, pone en duda la posibilidad cierta que el plan arriba expuesto y propuesto tenga alguna esperanza de cristalizar y de prosperar, dejando abierta nuevamente la opción del desmembramiento y remate de PDVSA hacia manos y capitales desconocidos y de procedencia dudosa, que ya antes hemos alertado en repetidas ocasiones. Dios proteja Venezuela!