"No debe haber sectarismo posible cuando se trata de un esfuerzo como el que estamos haciendo, en el cual lo importante es el colectivo mucho más que el protagonismo de alguien".
Hugo Rafael Chávez Frías (Miraflores, 24 de febrero de 2006)
"Nunca es tarde cuando la dicha es buena" dice un viejo refrán popular y el mismo parece aplicarse a la industria petrolera donde actualmente rondan fantasmas que quieren repartírsela en pedazos y peor aún, lo hacen en nombre de la Revolución.
Este mal proceder no es nuevo y como dice también otro conocido refrán popular, "por la plata baila el perro". En Pdvsa la más codiciada joya de la corona de nuestro país han pasado los hechos más inverosímiles e insólitos de la historia de Venezuela.
Desde su creación el 30 de agosto de 1975, según decreto presidencial N. 1385 en el primer gobierno de CAP y el inicio de sus operaciones en enero de 1976, su historia ha estado ligada a los hechos más trascendentales de la vida social y económica del país, para bien o para mal de los venezolanos.
Desde su nacimiento hasta nuestros días han desfilado por sus altos cargos encumbrados personajes; algunos vinculados a las elites políticas de turno y otros, iconos petroleros quienes dejaron su huella bajo los postulados de las trasnacionales (Shell, Creole, Mobil, Stándar Oil, etc.) y después sus hijas putativas Maraven, Lagoven y Corpoven.
Con la llegada del Comandante Chávez al poder su poderío pareció tambalearse y a pesar de quererse aferrar a los modelos del pasado, Pdvsa en su estructura jerárquica vio nacer y desfilar a los nuevos ejecutivos "revolucionarios", vestidos de rojo rojito.
Estos nuevos ejecutivos venidos por recomendación de ministros y de influencias palaciegas, impresionaron al inquilino del Palacio Blanco y le pintaron pajaritos, gracias a su caja de pandora y a la gallina de los huevos de oro, la cual les permitía hacer y deshacer en La Campiña y complacer al inquilino de Miraflores.
Todo ello, aferrados a las fórmulas de nuevos grupos y privilegios de la meritocracia (reparto de contratos y sueldos elevados) por lo cual quedaron enchufados y enamorados de sus prebendas, quienes jamás tocaron dichas estructuras burocráticas para mantener así sus privilegios hasta nuestros días en plena Revolución Bolivariana.
Pasarían los años y el desfile de virreyes y generales se ha mantenido en la IV y en la V República desde la fundación de Pdvsa porque todo el que allí llega, incluyendo dirigentes sindicales quienes gozan también de los mismos privilegios como directores externos, se aferran a la teta que chupan y la cual defienden a capa y espada.
Muchos ejecutivos petroleros alcanzaron sus cargos gracias al "jalabolismo" o al apoyo de padrinos afamados, crecieron como la espuma y encandilaron al mismo Comandante Chávez, argumentando abolengo revolucionario y además considerándose indispensables por su erudita sapiencia y gracias a su corte de mafiosos, quienes hoy ocupan sendas celdas por presuntos hechos delictivos y conductas indecorosas, respaldados por su virrey "rojo rojito".
Toda esa historia ya comienza a ser contada con pelos y señales por las victimas quienes quedaron en el camino o por los propios trabajadores petroleros abnegados, quienes fueron expulsados o jubilados prematuramente de la industria, por denunciar hechos de corrupción, contratos con empresas fantasmas o a las mismas mafias de la gasolina, quienes se resisten a morir en la frontera y muchas de ellas vestidas de verde oliva o de rojo rojito.
La historia es apasionante pero más apasionante es la que actualmente vivimos más de 28 mil jubilados de la industria petrolera y petroquímica, quienes somos víctimas de las políticas de la mafia de Pdvsa la cual antes de partir hacia la ONU, hizo fiesta con el Fondo de Pensiones para desviar los ahorros de los trabajadores (activos y jubilados) producto de muchos años de esfuerzo y de entrega en la industria petrolera nacional.
Antes de partir el virrey "rojo rojito" en un avión hacia New York con sus familiares y su entorno (directores ejecutivos y asesores); incluso algunos cuñados quienes estaban detenidos por el negocio de la gasolina, cambiaron los estatutos del Fondo de Pensiones de los Jubilados (Art. 33) en un "madrugonazo", perpetuado el 14 de septiembre de 2014.
Hoy los jubilados de la industria a quienes nos mantienen a punta de baños de manguera y adelantos de bonos (incompletos), pagamos las consecuencias de este presunto fraude o adefesio jurídico, instrumentado desde la misma Campiña por los directores y ejecutivos de turno en RRHH de Pdvsa, quienes se hacen los sordos, ciegos y mudos y son cómplices silenciosos del desfalco.
Los pormenores de esta historia (las recopilamos con reservas para un buen libro) tendrá capítulos interesantes con los folios que hoy debe estar recopilando también el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, quien a nuestro modo de ver, se ha tardado en develar este presunto "robo del siglo", cometido contra los haberes e intereses de los jubilados de la industria petrolera y petroquímica nacional.
Los jubilados representados por Ajip cansados de elevar esta denuncia al Presidente Nicolás Maduro, a la Defensoría del Pueblo, Contraloría General de la República y la Fiscalía General (Ministerio Público) ya no encontramos - en tiempos de Revolución - a quien acudir y sólo nos falta elevar el caso ante la Asamblea Nacional Constituyente, donde sabemos también hay dolientes.
La excusa es bochornosa a la hora de enfrentar este hecho de corrupción cometido ante los ojos del Estado venezolano en los tiempos del Virrey "rojo rojito", quien ahora se considera indispensable y ataca a la misma Revolución desde su castillo europeo, escudándose en la figura del propio Comandante Chávez y en la pluma de sus amanuenses y "jalabolas", a quienes sufragaba sus escritos desde la propia industria petrolera.
La Revolución Bolivariana debe hacer justicia con los jubilados y poner en su lugar a los corruptos, quienes utilizaron el nombre del Comandante Chávez para cometer sus fechorías a través de un entorno familiar, el cual apenas comienza a ser desnudado y tiene además mucho que ver con la mafia colombiana la cual sigue robando nuestra gasolina para la producción de droga en el vecino país.
Este best seller de corrupción tiene capítulos de amor y dolor que apenas comienzan a ser conocidos y algunos, fueron contados desde el famoso caso Illaramendi que aun reposa en los tribunales de los Estados Unidos y también encubre al famoso virrey "rojo rojito", quien huyó con la cabuya en la pata y debe responder ante la justicia por el Fondo de Pensiones de los jubilados de Pdvsa.
¡Amanecerá y veremos!