Desde la asamblea nacional constituyente, David Paravisini [http://www.eluniversal.com/economia/23743/proponen-crear-corporacion-venezolana-de-la-energia] propone la creación de la Corporación Venezolana de la Energía (CVE), con el objetivo de sustituir a Petróleos de Venezuela (PDVSA). Añade además; "el asunto va más allá del petróleo, pues se trata de la energía en sus diferentes formas".
Impulsar el desarrollo y uso de fuentes alternas y renovables de energía es algo urgente y necesario, máxime con el inmenso potencial con el que cuenta Venezuela. Pero involucrar PDVSA y tratar de mimetizar la verdadera razón de tal propuesta es otra cosa. Redefinir la razón social de una corporación del tamaño de PDVSA, puede llegar a tener consecuencias legales y mercantiles severas sobre ella misma y sobre la misma sucesora, sobre su función y razón de ser y sobretodo sobre el país y su gente. Es en definitiva un proceso complejo, riesgoso y particularmente costoso por las efectos que pudieran derivarse de tal acción. Normalmente, los objetivos/razones de un cambio de nombre involucran uno o varios de los siguientes elementos:
- Fusión/adquisición
- Nueva imagen. Cambio de orientación estratégica
- Restructuración y/o diversificación
A juzgar por la forma, momento y origen de tal propuesta, ninguna de las razones arriba expuestas pareciera ser la motivación real. Tal y como se desprende de su propio perfil, Paravisini es un "ingeniero experto en políticas publicas y profesor universitario". No ha ejercido cargo conocido en PDVSA, lo que arroja ciertas dudas sobre su conocimiento integral y práctico sobre la cuestión operativa y estratégica de la industria petrolera. Sustituir PDVSA por la CVE y de paso mimetizarla con otras fuentes de energía, más allá de la propaganda política de siempre y del esfuerzo improductivo que allí sin lugar a dudas se desplegaría, no resolvería el problema de fondo. Por el contrario sería caldo de cultivo para todo un enjambre de complicaciones e involucraría desde un impacto adverso en la imagen de esa eventual sucesora, hasta una repartición de cambures y cargos en una estructura en donde muy seguramente todos serian caciques y escasearía la masa pensante. Se apoderaría el caos, cederían aun más los indicadores de gestión y seria una apetecible victima de sus actuales acreedores y "socios". La percepción e imagen internacional se vería seriamente cuestionada, ya que la comunidad energética entendería que la razón real detrás de tal redenominación, no es otra que intentar huir de sus compromisos y del mal nombre que lleva a cuestas, producto de su pésima dirección y peor manejo.
La propuesta del experto de la ANC no resolvería el problema de la producción, ya que es un mal estructural producto de desacertadas estrategias, ausente visión de conjunto, falta de conocimiento e inexistente experticia. Es la consecuencia natural del empeño del gobierno en pensar que obreros, aprendices y militares, pueden, sin tener el mínimo conocimiento, sacar adelante una empresa de esa magnitud. Cuando en Alemania o Japón, países con una eficiencia industrial de las más elevadas en el globo, es común que directivos/gerentes de empresas privadas y publicas posean en su haber uno o más postgrados en universidades reconocidas, en Venezuela es común que un "charlatán o Juan bimba cualquiera", dirija empresas importantes y medulares, por el simple hecho de ser servil, "leal" o compinche, aunque nada tenga en la "bola".
Tampoco resolvería el problema de la deuda, ya que esta es la consecuencia natural del mal manejo, es una cuestión de perdida de productividad, de inmadurez gerencial, de falta de enfoque en el negocio medular y de estrategias desacertadas. Pero si el objetivo fuese el intentar evadir responsabilidades contractuales con una simple redenominación, tampoco resolvería el problema de la deuda, ya que la previsión de arrastre de deuda y compromisos Inter-corporación, escapan y van más allá del mero nombre y razón social; caerían sobre PDVSA lluvias de demandas. Aun en el caso negado que en un contrato celebrado entre PDVSA y cualquier otra corporación, no se hayan plasmado las acciones pertinentes en caso de un cambio de nombre o razón social, las obligaciones financieras y mercantiles no podrían ser evadidas solo por un cambio de nombre. Seria una inocentada pensar que se puede evadir deudas solo cambiando de nombre, ya que el contrato y compromisos entre las partes aun prevalecería; al menos ante instancias internacionales; a menos que se declare y compruebe su bancarrota, lo cual expondría a la nación a otro tipo de consecuencias.
Tampoco resolvería el problema de la corrupción, ya que esta es producto de la génesis de una porción significativa de su directiva, alta y media gerencia. Es una especie de conducta que ha sido adoptada en una gran porción de dicha empresa. Corrupción no es solo tomar lo que no le pertenece o valerse del poder para enriquecerse, es también asumir la responsabilidad de un cargo sin estar preparado para ejercerlo.
No es secreto que desde 2006 a la fecha PDVSA se ha empeñado en más del 1.700%. No es tampoco secreto que desde la entrada de las empresas mixtas (2011/2012) y la catástrofe ‘de Amuay" (2012), la situación de producción, la necesidad de importación de crudo y productos y la situación de refinación se han complicado. Las empresas mixtas son particularmente responsables de gran parte del alza de costos del barril, son también parte importante de la decadencia de la producción propia y han aparecido involucradas y señaladas en hechos de corrupción (https://www.aporrea.org/contraloria/n314022.html) a gran escala, (http://www.vicepresidencia.gob.ve/index.php/2017/11/13/ministerio-publico-desmonto-trama-de-corrupcion-en-pdvsa-oriente/). No cabe duda que el plan siembra petrolera de Ramírez y Eulogio y su ejecución, fueron un gran disparate; una monumental barrabasada.
Pero poner en duda que Quevedo es responsable de la calamidad que acusa ese país; claro que lo es. Como explicar semejante desastre financiero y operativo, que la ha llevado a perder cerca de 40% de su producción de crudo en tan solo unos pocos meses desde Noviembre’2017. Es que acaso casi 12 meses no son suficientes como para haber ya dado señales de reacción como se supone que debió haber sido. Es que acaso luego del sabotaje petrolero, esa masa de patriotas decididos a echarse sobre sus hombros al país, no levantó la producción desde 860.000 B/D en 2003 a más de 3.140.000 B/D en 2004?
Esa catástrofe que actualmente acusa PDVSA se destapa cuando cae el barril en 06/2014, pero sin lugar a dudas, la muy limitada exposición y escaso conocimiento en materia petrolera y energética de Quevedo y su (s) directiva (s) la agudiza y le termina (n) de dar el golpe de gracia. Donde están los 2.000.000 B/D ofrecidos para 2018. En que han parado los acuerdos con esas empresas de maletín. Cual es el alcance real del acuerdo gasífero con Trinidad. Quien le pone un "parao" al galopante nivel de accidentalidad e ilícitos ambientales. Como puede alguien pensar que se desean hacer bien las cosas en un empresa donde todo es improvisación y malos manejos y donde un elevado porcentaje de esa directiva no sabe ni de que color es el petróleo?
La solución a semejante catástrofe pasa por expulsar cuanto antes a su actual directiva/alta gerencia y sustituirlos por profesionales experimentados, con el suficiente peso específico y delegación de autoridad necesaria como para enfrentar los innumerables retos y entuertos que de seguro tendrán por delante. Desafortunadamente y para no crear falsas expectativas, llevar de vuelta a PDVSA a los niveles de 2008, requerirá al menos de 9 años de trabajo arduo y dedicado, bajo un nivel de actividad realizable, ejecutable y sostenible, de una inversión anual de entre US$13 @ US$15 millardo, bajo un perfil de ejecución que debe en todo caso exceder el 90% del presupuesto asignado y con similar nivel de eficiencia operativa. La necesidad de presupuesto y la recuperación de nuestra industria deben mirarse desde una visión holística e integrada y no como un hecho singular y aislado, menos faraónico e irreal.