A Venezuela vienen aplicándole un plan, vía armas silenciosas, cuyo objetivo principal es trastornar su realidad, caotizándola, en una suerte de combinación de minimalismo político junto con reingeniería social y tecnológica, cuyos efectos (en lo económico, político, social, cultural, subjetivo, financiero, monetario y poblacional) responden a la programación elaborada por la élite hegemónica y ejecutada por cipayos internos para globalizarnos. Así, a trocha y mocha, pretenden imponernos sus objetivos,entre los que destacan la nueva división internacional del trabajo y una emergente forma de funcionalizarnos al Sistema Mundial (NOM), operacionalizada desde de la ONU y su Agenda 2030.
Para justificar estos fines, esquiroles político-epistémicos, han venido satanizando la renta petrolera,achacándole ser la causa de todos nuestros males actuales y futuros. En contra de esta prescripción interesada, la renta constituye simplemente el beneficio obtenido por alguien: un ente particular, público o privado, causado por el aprovechamiento de sus bienes. En nuestro caso, la renta por la extracción de minerales cuya propiedad son de la República, es una bendición, el problema con ella, radica en la debilidad y corrupción en nuestras instituciones, además de la improvisación planificada (Adrede) y falta de una rigurosa inteligencia de negocios.
Decir que la culpa de nuestra crisis (para nosotros diseñada) obedece a la renta petrolera, expresada despectivamente como Rentismo, es pura propaganda, manipulación, para sobre el catastrofismo, saquearnos y dejar al Estado Social Subversivo sin recursos financieros para cumplir sus principios constitucionales de Justicia y de Derecho, despojándolo de su principal fortaleza material. Aquí la pretensión a renta del suelo por parte del propietario nacional estatal, es cuestionada radicalmente y consecuentemente desde el punto de vista del capital (Bernard Mommer). Alguien (muy privado) pretende apropiarse de nuestra renta. En síntesis, la jauría corporatocrática, se dispone a devorar nuestra palanca de desarrollo. ¡Sin recursos financieros no hay distribución del Bienestar posible!
La principal preocupación de este vocerío coincide con la de Asdrúbal Baptista quién agregó que "si bien hasta el presente la preocupación primordial de la política económica ha sido frenar o impedir el despilfarro de la renta, en el futuro habrá de ser la de sí la estructura económica puede resistir una redefinición radical para ajustarse a las cambiantes y distintas circunstancias."
Creemos, y por eso nuestra alerta, que el pregón (interesado también) del tránsito hacia la Venezuela postpetrolera, significa mucho más que una mera transformación económica, tratándose en realidad de una profunda desestructuración de nuestro ethos político y social. Pasaríamos entonces, de una era política de plena soberanía petrolera desarrollada por Chávez a una era postpetrolera… Según ellos una verdadera catástrofe por decrecimiento del ingreso proveniente de la comercialización de nuestros hidrocarburos. Ese "simple" detalle, impediría a Venezuela manejar soberanamente su petróleo, tal y como lo prescribía Zbigniew Brzezinski en su libro "Entre Dos Eras".
Reducir nuestra participación en el manejo de los ingentes recursos petroleros, propiedad de nuestra República, gracias a la Ley de Bolívar de 1829,y que Chávez apuntaló como inversión social, convertida en subsidio y que creó condiciones y oportunidades materiales de igualdad real, resultaría poco menos que una regresión. Nos retornan al mito del libre Mercado y del papel Supra histórico del Empresario como único creador de riqueza y sustituir el rol del malogrado Estado Social. Se destruye la industria productora de ingresos y receptora de la Renta para luego destruir el Estado Social violentando la CRBV y la Soberanía. Esta es la Cuestión Petrolera.
El escenario del reseteo petrolero, diseñado por tanques de pensamiento¿anglosajones? al servicio de la élite corporatocrática globalista, llega a nuestros predios cabalgando velozmente en lomos del pronóstico catastrófico de un supuesto decrecimiento de la renta y declive del ingreso, uno de sus principales ideólogos en el país es el economista Asdrúbal Baptista, véase: Es sólo en la década pasada cuando Venezuela, junto con los demás países miembros de la OPEP, conquista el control nacional y soberano sobre la renta.
Con ello el capitalismo rentístico llegó a la plenitud de su existencia, iniciándose a partir de allí su decadencia y superación. Se está, pues, en ese tránsito hacia la Venezuela POSTPETROLERA, o con más precisión post rentista (Asdrúbal Baptista, pág. 294, Itinerario de la economía política).
Además de su carácter bolivariano subversivo, nuestra política petrolera convierte a nuestra nación en una dinamo geopolítica y geoestratégica. Destruir ese potencial venezolano, implica asesinar arteramente la Doctrina Bolivariana, libertaria, solidaria, principal oponente de Monroe en el Caribe y Suramérica, y rindiéndonos ante sus malévolos y nefastos influjos doctrinales, ceder ese Mare Nostruma la decadente potencia norteamericana.
Debemos volver a Chávez, quien diseñó un sistema aguas abajo para la diversificación, ampliación y aprovechamiento de la extracción petrolera, que busca un desarrollo armónico, de equilibrios económicos, políticos, sociales y geográficos, apalancando su visión estratégica en la preservación y consolidación de la soberanía permanente sobre los recursos petroleros y demás recursos naturales, y sólo por esta cualidad es necesario elevarla y potenciarla con la versión financiera del petróleo subversivo, obtenida mediante la monetización de los comodities.
Intentar destruir nuestra vocación petrolera y plantearnos un horizonte postpetrolero como única salida al acoso al que nos han sometido, implica destruir el último obstáculo a la concentración del capital y simultáneamente también la demolición de la Nación. Este no debería ser nuestro dilema.
Por estas razones nuestro proyecto nacional debe continuar apuntando y apuntalando, sin desmantelar, el desarrollo petrolero soberano, elección y destino, voluntad suprema, vocación del pueblo venezolano, cargada con la potencia para producir poder, liberando la energía social, cuya máxima culminación sea la síntesis de una compleja arquitectura ético/política a ser reflejada en nuestra Constitución.