En un país como Venezuela, cuyo PIB se ha abatido de manera sostenida, luego de la inédita recuperación del sabotaje petrolero de 2002 y particularmente desde 2007-2008, hacia a cifras sin precedentes que amenazan con descender entre 10 y 15 puntos durante 2019. En ese país donde el 97% de sus ingresos en divisa provienen de su industria petrolera nacional; un país endeudado, sumido en pobreza, miseria, destrucción, hambruna, decadencia y descomposición social. Quién podría justificar que desde el mismo gobierno central y en el momento de mayor complejidad estructural, se decida poner los destinos de esa medular industria, PDVSA, en manos de individuos que no tienen noción del negocio petrolero?

Dando el beneficio de la duda y sin detenernos en las expectativas que previo al nombramiento, por allá por Noviembre’2017, pudiese haber tenido Maduro para nombrar al actual artífice del cataclismo que hoy castiga y azota nuestra industria petrolera y suponiendo que genuinamente tenía la esperanza, por alguna razón divina y no terrenal, que Quevedo pudiera haber dado resultados; una cosa es haber creído entonces. Pero cómo se explica seguir creyendo ahora, sobretodo cuando tiene frente a sus narices, la destrucción que a lo largo de 13 nefastos meses han creado en PDVSA.

El Mal General:

El mal es General en PDVSA. Desde finales de Octubre’2017 hasta el cierre de Enero’2019, la producción se ha abatido en 444.000/728.000 B/D al considerar fuentes directas/secundarias OPEP, al haber pasado de 1.955.000/1.876.000 B/D a 1.511.000/1.148.000 B/D respectivamente. El nivel de utilización de nuestras refinerías ha caído por debajo de 25% desde un 43% promedio durante 2017.

Nuestra industria continúa cayendo en mora, al no haber podido enfrentar compromisos financieros contraídos, debido a su ya esquelético flujo de caja producto de unas exportaciones casi inexistentes.

Entre 2017 y 2018 el número de pozos activos se contrajo en un 30%, pero al comparar con 2016, cuando permanecían activos unos 18.566 pozos, dicha caída acumula el 45% de pozos cerrados desde entonces.

Ninguno de los contratos y acuerdo que ha firmado Quevedo han añadido un solo barril real a la producción nación.

Ese equipo que esta al frente de PDVSA parece haber aprendido de Eulogio del Pino, las artes del maquillaje de producción abiertamente utilizadas por él y su equipo entre 2008-2016 para alterar las cifras reportadas. Que nadie se deje engañar, ese incremento observado en la producción reportada por las fuentes directas OPEP en Noviembre y Diciembre, es producto inequívoco del exponencial aumento en el volumen importado de crudo desde EEUU sufrido entre Octubre y Diciembre de 2018. Volumen este que ha sido a su vez centrifugado como producción propia, en mezclas que bien pudiesen haber ocurrido en nuestras facilidades en ultramar o domesticas.

Ese creciente y masivo volumen de crudo y productos importados, aunado a la galopante ineficiencia en sus operaciones, a la cada vez más pobre calidad de sus crudos y al elevado nivel de gastos corporativos, recalienta sin lugar a dudas las finanzas de la estatal, encareciendo cada vez más el costo de producir un barril y reduciendo peligrosamente el margen de ganancias de la estatal, precisamente en momentos en que el precio del crudo ha sufrido un derrumbe sin precedentes desde Octubre 2018 y que lo llevó a perder más de US$30 por cada barril.

Más Sanciones en Camino:

Es un secreto a voces que EEUU estudia imponer sanciones adicionales y aun más extremas, que podrían incluir tanto al sector militar como PDVSA. Considerando la menguada flexibilidad y parálisis operativa reinante, si dichas sanciones llegasen a impedir el ingreso de barriles criollos a territorio norteamericano, las consecuencias para Venezuela originaría la parálisis casi inmediata de nuestra industria, al eliminar prácticamente toda vía de ingreso de caja por concepto de renta petrolera, dada la particular naturaleza de nuestros crudos, aunado a los compromisos aun pendientes con China y Rusia.

Hay que tener tan solo dos dedos de frente para haber puesto las riendas de la empresa que suple prácticamente todos los dólares que entran al país, en manos de aprendices, en manos inexpertas y sobretodo en manos que han probado ser destructivas en momentos tan críticos como los que atraviesa Venezuela desde 2016-2017.

Qué más podría hacer falta para que alguien desde el gobierno central pudiese de una vez reaccionar y expulsar a Quevedo y esa directiva de PDVSA?

Ya con el agua al cuello, el gobierno (o falta de el) de Venezuela, debe en este momento estar tejiendo vías distintas a la petrolera, para poner la mano a la progresiva necesidad de divisas. La vía más rápida y expedita se centraría en el arco minero; particularmente en el oro. Afortunadamente para Maduro, dos de sus socios; China y Rusia han estado acumulando oro físico desde hace aproximadamente dos o tres años, en espera o apostando al inminente colapso del dinero FIAT.

Un Aprendiz a la OPEP:

Aun a pesar de los golpes que ha recibido Venezuela producto de la ineficiencia, pésimos negocios y galopante corrupción en PDVSA, el gobierno de Maduro aun tiene puestas sus esperanzas en la renta petrolera y la OPEP, mientras se deshace paulatinamente de sus reservas de oro físico. La miopía o quizás la necesidad del gobierno es tal, que lo lleva a cometer el doble error de perder su industria petrolera y también de deshacerse y quemar sus reservas en oro.

Muy poca o inexistente es la influencia que puede ejercer Venezuela, desde la perspectiva de un país que apenas abona un 3.5% del total de la OPEP y tan solo el 1.3% de la oferta mundial, a pesar de esas masivas reservas que se jacta de poseer, pero que no es capaz de capitalizar; de monetizar.

No atina Maduro a entender, que si nuestra industria hubiese sostenido el mismo nivel de producción obtenido al cierre de 2016 de 2.57 MMBD, la nación hubiese dejado de perder, como en efecto lo hizo, unos ingresos acumulados por el orden de US$38 mil millones al considerar las fuentes secundarias ó US$33 mil millones al considerar fuentes directas. Por el contrario, debido al ausente liderazgo, contraproducente portafolio de negocios y peor plan estratégico, PDVSA luce débil, dependiente y amenazada; a la merced de sus socios y acreedores.

Le corresponde a Venezuela atender la presidencia de la OPEP durante 2019. Ese cartel sostiene que posee control sobre el 78% de las reservas del orbe. Sin embargo su influencia sobre la oferta global se desinfla paulatinamente y hoy por hoy, la contribución de sus 14 países miembros (excluye Qatar) apenas totaliza alrededor del 33.5% de la producción mundial, cuando tan solo dos lustros atrás era de 46%. En el aspecto de capacidad instalada de refinación, su fragilidad es aun mayor, con solo un 11% de la capacidad global. Es decir, la influencia del cartel se ha venido desinflando ante las narices impávidas de sus propios miembros.

La realidad es que hoy por hoy OPEP se debate entre las pautas emanadas desde EEUU y los intereses de Rusia y Saudi Arabia. El resto de sus socios, son solo material de relleno; entre ellos la otrora pujante Venezuela.

Este es el panorama que le toca enfrentar al aprendiz. A ese mismo individuo que cuando abre la boca lo hace para dejar mal parado al país, o para repetir las mismísimas frases prefabricadas de siempre. Cómo podría un neófito en la materia enfrentar semejante reto?