Quiero desde el inicio aclarar que el concepto de crisis que voy a utilizar aquí, se refiere a situaciones de cambio, de necesidades nuevas, de carencias que fuerzan a la innovación y a la imaginación. Cuando hablo de crisis no me refiero sólo a cuestiones negativas de colapso y riesgo, sino a las oportunidades que situaciones inesperadas o al menos no buscadas, generan en las sociedades y en la vida de las personas; también, a las consecuencias de acciones que tienen un propósito más o menos explícito, en un área determinada, pero tienen repercusiones en otros campos. En el proceso de constitución de una nación joven como la Venezuela, nueva y compleja, es común la recurrencia de las situaciones de crisis; tanto las que surgen por el choque de facciones, por la contraposición y el paulatino desgaste de los diversos proyectos de nación, por los errores o ineficiencias en la implementación de políticas; como las ocasionadas por situaciones externas, como pueden ser las presiones internacionales de EEUU o las guerras en la que esta sometida.
Primero contra Chávez y luego contra Maduro, el bombardeo para desacreditar su credibilidad y trivializar sus análisis o las alarmas lanzadas contra las amenazas identificadas, ha sido constante.
Son dos últimos ejemplos, el magnicidio en grado de frustración con drones explosivos del 4 de agosto de 2018, y el tremendo sabotaje tecnológico del 8 de marzo, que dejó al país sin electricidad, agua, transporte o telecomunicaciones. En ambos casos, se intentó disminuir la gravedad de los episodios: en el primer caso, diciendo que había sido un "autoatentado", en el segundo se atribuyó la causa del apagón a fallas, incumplimientos y corrupción interna.
Incluso se ha negado que era posible provocar un ataque cibernético en el cerebro que controla más del 70% del suministro de agua de Venezuela, el Guri. Y esto, a pesar de las repetidas declaraciones de quienes, desde el gobierno de los Estados Unidos, pasando por sus repetidores internos, reclamaron en tiempo real y con gran detalle el sabotaje que tenía como objetivo colapsar a la sociedad venezolana y provocar la revuelta contra el socialismo bolivariano.el golpe de estado que vive hoy el país no es más que una expresión más de la agresión continuada que se sucede desde hace 20 años. Sin embargo, este último ataque ha tomado una forma distinta.
De hecho, la presión de la llamada comunidad internacional ha sido un elemento vital en esta última intentona. Empezando por el reconocimiento diplomático del autoproclamado presidente (que no es más que un títere) Juan Guaidó, hasta llegar a la instrumentalización de los medios de desinformación.
¿Podría ser posible tal ataque cibernético? Si. Deberíamos volver a las revelaciones de Edward Snowden, el ex agente de la CIA que, en el verano de 2013, develo escándalo del Datagate. En esa ocasión, se descubre la existencia de programas sofisticados capaces de espiar, y por lo tanto de intervenir, en los sistemas informáticos de los gobiernos y las empresas. Un gran escándalo internacional que mostró la omnipresencia de los sistemas de control – economíco-financiero, politico, militar – a nivel planetario. Snowden también habló del TAO, un grupo secreto de operaciones especiales de la NSA que acciona a través del sabotaje informático, en el que Snowden había intentado ingresar antes. El grupo ha estado activo desde 1998 y emplea a más de mil personas altamente especializadas tanto en ingeniería electrónica como en técnicas de inteligencia.
Su especialización principal es interceptar los servidores antes de que lleguen al destinatario e instalar chips que puedan activarse en el momento dado. Se sabe que GCHQ ha prestado parte de su tecnología a la agencia de ciberinteligencia británica similar a la NSA, para piratear al operador de internet belga que prestaba servicios en la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo. La compañía canadiense ABB, que diseñó un proyecto de modernización de el Guri y conocía los códigos de acceso, se encuentra en el centro de las sospechas de un sabotaje que podría haberse realizado a través de la complicidad interna, y desde Houston y Chicago, como ha comentado el presidente Maduro.
La investigación está en curso y, mientras tanto, el gobierno ha recurrido nuevamente al conocimiento de los piratas informáticos para hacer frente a la grave emergencia. Este fue también el caso durante el paro petrolero en 2002-2003, cuando los técnicos que se oponían al gobierno se fueron con los códigos de acceso al sistema informático de PDVSA. Y, mientras tanto, ahora se reaviva el debate sobre el poder hegemónico de los gigantes tecnológicos, sobre el uso de software alternativo y sobre las tecnologías participativas.
Después del caso Snowden, el tema se estableció en un gran convenio organizado en Brasil. En este entonces, era presidenta Dilma Rousseff, víctima directa de los espíonajes de la CIA. Había un continente lanzado hacia una segunda independencia. Hoy el imperialismo ha puesto de nuevo en la mira el Latinoamerica por imponer una nueva hegemonía. La Venezuela bolivariana se ha mantenido casi sola ,pero segura. Pero espera usar la crisis como una oportunidad ,llego la hora de defender la revolución bolivariana.