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Veo por televisión, ante un manojo de micrófonos, al diputado Miguel Pizarro. En estado eufórico y catatónico Pizarro dice que ya la Cruz Roja está en Venezuela decidida a empaparse de la terrible tragedia que se vive por los apagones y la falta de agua en muchos sectores del país… Esta declaración del señor Pizarro lo que anuncia es que vendrán muchos más apagones en Venezuela. En Mérida llevamos en cuatro días más de 72 horas si electricidad, y la felicidad de los opositores es inmensa. Viven rezando porque en todo el mes de abril no tengamos luz en nuestras casas.
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El fenómeno, de nuevo, de la guerra eléctrica se combina muy bien con la teoría de "MECHA LENTA" de Gene Sharp, que consiste básicamente en que en un país, con un modelo político hostil al capitalista se lo debe mantener en permanente zozobra, caos y derrumbe económicos hasta que lentamente se llegue un evento atroz, terrible, que provoque una incontenible explosión social.
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Es de esperarse que de ahora en adelante, se entienda que el pan nuestro de cada día será tener muy poca o ninguna electricidad en nuestras casas, con las consecuentes falta de agua en muchos sectores. Habrá que aprender a vivir con estas grandes dificultades. La psicología de opositor se adapta maravillosamente a este tipo de perturbación porque le da sentido a su vida, a su existencia. El sentir para él que algo está muy mal en Venezuela, forma parte de su esperanza, de que los opositores van en camino de conseguir sus objetivos, de que el gobierno se resquebraja, que no las tiene todas consigo, que lo anormal se está imponiendo.
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Esto es fundamental para lucha del opositor venezolano sobre todo cuando sabe que el mayor poder de la tierra, los gringos, están con ellos. En esencia hay dos mecanismos que funcionan en esta tenaz guerra de terror contra Venezuela, primero está el hecho del sabotaje y como reacción inmediata a éste, la justificación mediante "lo ineficaz, inoperante y la brutal incapacidad de gobierno".
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Cada vez que ocurre un sabotaje, la oposición recibe inmediatamente el mensaje muy bien programado desde Estados Unidos: "el gobierno chavista está en proceso de decaimiento, de derrota y desintegración", por lo tanto lo grave para los anti-chavista en que las cosas funcionen bien, es la serenidad, la tranquilidad, la estabilidad política en una palabra.
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De lo cual, cuando no hay electricidad, cuando los bancos no tienen línea, cuando en los hospitales los pacientes se ven en peligro de perecer porque todo se afecta terriblemente en los quirófanos; cuando el transporte se ve seriamente afectado por las fallas de energía eléctrica en medio de la imposibilidad de conseguir efectivo en los bancos; en los comercios los puntos para pagar se afectan severamente; todo este cuadro resulta muy alentador para la "lucha" del opositor; un opositor que de por sí está enfermo mentalmente, porque tiene profundamente dañado el cerebro por la guerra mediática mundial.
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El opositor se siente en su elemento cuando ve que todo este enorme trauma social coge cuerpo, y entonces en su urbanización él tiene fuertes razones para salir a protestar, y gritar con todas sus fuerzas que se acerca su "libertad"; para decir a voz en cuello que todo aquí es una mierda, que hay que quemar chavistas (esto es muy básico en su mente y en su entendimiento ya totalmente automatizado), que no hay "progreso", que el país es un desastre porque el gobierno está plagado de incapaces, y además dominado por comunistas cubanos, rusos y chinos. Es así como ellos los opositores representan en su propio país a los antiguos mariners, los que invadían Panamá, Haití, República Dominicana, Grenada, Irak, Afganistán,… porque son todos unos zombis para los cuales el pensamiento, el criterio propio no existe, no les hace falta.
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De todo lo anterior se puede deducir que lo peor que a veces ocurre es tratar de debatir con un opositor, porque todas sus respuestas vienen en forma de recetas muy elementales, en modo automático, por los mensajes que reciben y que se esparcen con la velocidad de la luz en sus celulares. Las respuestas mecánicas que ahora corren por la calle, en todos lados, ante los continuos apagones, es que los transformadores que se colocan y están siendo reemplazados son de factura china, de muy mala calidad. Y esta es una respuesta que está en boca de todos ellos, desde el momento mismo que la Casa Blanca ha afirmado que es falso lo que sostiene China, que el gran apagón fue producto de un ataque cibernético preparado desde los Estados Unidos.
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También se observa, que en las concentraciones de los opositores en las urbanizaciones para "protestar" contra los apagones, éstas están llenas de alegría, de fervor, con charrascas, cacerolas, vuvuzelas, pitos. Les produce una gran alegría a los opositores, cuando los carros pasan y tocan sus cornetas en plan de solidaridad, y les aplauden. ¿Qué sería entonces realmente de la oposición sin estos actos terroristas, si todo estuviese normal y aquí fuésemos en góndola y viviésemos en Jauja? Por esta razón nada les decepciona más que cuando ven que llega la luz a sus casas, y la gente se recoge, y los niños vuelven a clase, el trabajo se normaliza y hay algo de paz en los mercados, en las universidades, en los bancos y en los parques.
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El daño ocasionado a la mente de los opositores es tan profundo y casi irreparable, que van por todos lados expresando sus quejas como letanías, como quien reza una oración, y ante sus automatizadas reacciones solo cabe responderle con ironía o por el mecanismo lógico de reducción al absurdo. Es decir, comportarse uno como una especie también de opositor, pero un opositor raro, que rompe las normas estandarizadas de las respuestas automáticas que corren por las redes. Por ejemplo, en una frutería me encontré con unos opositores que ante un reciente apagón, comentaban de la manera locuaz: "- No hay luz en veinte Estados. Es que la torpeza del gobierno es muy grande, porque todos los transformadores que están poniendo ahora son chinos...". Ellos hablan y hablan y no dejan de mirar a quienes están a sus lados, y algunos aprueban con silencios y otros que tienen versiones más avanzadas y recientes de lo que está ocurriendo, todas apuntaladas sobre lo ineficiente que es el gobierno. Yo intervengo con la crudeza debida y digo lo que dentro de todos ellos hay una formal determinación que ocultan con sus éticas y muy educadas hipocresías: "- Estoy de acuerdo en que los apagones deben continuar e intensificarse –les digo-, porque es la manera que "tenemos" para que este gobierno se derrumbe, caiga. No estoy de acuerdo con que vuelva la luz, debe mantenerse en la gente un estado de zozobra, de modo que todo se le haga más difícil, doloroso, que este desaliento no se apague, porque entonces, ¿cómo quedaríamos nosotros?... Para nada: apagones y más apagones debe ser nuestra consigna".