Hemos venido señalando de manera consistente el estado de deterioro sin precedentes que atraviesa la industria petrolera nacional, la inexplicable pasividad y empeño del gobierno central de poner el manejo de PDVSA en manos inexpertas y que han contribuido a su destrucción. Ante señales claras que en cualquier otro país hubiesen encendido todas las alarmas y promovido acciones radicales, el gobierno de Maduro no reacciona.
Desde incluso antes de las sanciones, a partir de 2007-2008 y hasta el momento, todas las acciones que desde la campiña se han originado, han conllevado a la abrupta caída de producción y una continua y palpable destrucción de una corporación, que luego de haber superado el severo impacto del sabotaje petrolero se levantó gloriosa. Resulta hasta irracional tal pasividad ante tan grave situación, abriendo las compuertas hacia todo tipo de especulación.
Fase I: La Mampara
Tanto R. Ramírez, como E. Del Pino y L. Vierma provienen de Intevep. Luego del sabotaje, Del Pino ocupó desde 2002 y hasta su nombramiento al frente de CVP en 2005, la posición de gerente de Plataforma Deltana, un proyecto para entonces sin actividad relevante desde el punto de vista operacional y logístico, que no contribuía con una producción sustancial ni para el momento, ni tampoco en la actualidad. Del Pino tenía entonces como mano derecha a P. León en Deltana.
Superado el sabotaje a partir de 2002 la industria era presa del asedio desde adentro mismo, de muchos que buscaban escalar rápidamente posiciones, a menudo mediante la intermediación política y el servilismo, ante la clara su ausencia de verdadera capacidad y conocimiento.
Mientras PDVSA se recuperaba ante el asombro del mundo, Ramírez entra en 2002 a dirigir "Enagas", un cascaron vacío adscrito al MENPET y creado en 1999 junto a la promulgación de la LOHG, para promover el desarrollo del sector gas en el país. Enagas era un ente netamente promocional y no operativo, sin embargo ello le sirvió a para hacer "lobbying" político ya desde una posición de mayor visibilidad, que la de un simple ingeniero mecánico de Intevep. A finales de 2004 logra asirse mediante la ayuda de allegados al presidente Chávez, a la presidencia de PDVSA y el MENPET, siendo allí en ese ínterin, cuando un Ramírez ignorante del negocio petrolero hace equipo con varios de sus antiguos pares de Intevep y los posiciona rápidamente en la directiva. Ya desde la posición de poder frente de la industria, comenzó a sacar del medio a todo aquel que de una u otra manera le hacia sombra.
Para el momento de su ascenso al poder había mucho dinero entrando a las arcas de la nación a través de PDVSA, con un barril OPEP que había escalado de $50 en 2005 @ $110 en 2012. Con una elevada producción nación entregada por sus predecesores; A. Rodríguez, F. Rodríguez, N. Martínez y L. Marin, que superaba al cierre de 2005 los 3.274.000 B/D de petróleo y 7.100 millones de pie cúbicos por día (MMPCD) y con una PDVSA GAS Anaco que producía 1.690 MMPCD. Es decir, Ramírez recibió en sus manos, una PDVSA con mucho dinero, prácticamente sin deuda, con brillo, pujante, lucida y sobretodo efectiva y eficiente.
Asombrosamente en medio de ese festín desembocado de ingresos entre 2005 y 2014, la industria se endeudaba a un nivel del Un Mil Novecientos Cuarenta Por Ciento (1.940%). Dicho endeudamiento, no se vio nunca reflejado en un aumento proporcional de producción. Lo único que crecía consistentemente eran los pasivos, la corrupción desembocada y la ineficiencia. Ramírez reemplazaba producción de crudo Premium, por crudo pesado extrapesado, elevaba los costos de producción peligrosamente y sumergía nuestra industria en total dependencia de factores externos.
Bajo Ramírez, la deuda financiera de PDVSA había pasado de $2.300 millones en 2006 a $46.200 millones en 2014 en momentos en que el barril tocaba máximos históricos. No solo había destruido el valor financiero de la industria sino que además había sentado los cimientos para la destrucción a corto plazo de la producción propia. Es así como de sus mismas manos, PDVSA pasa de producir 3.274.000 B/D a su llegada al cierre de 2005, a menos de 2.890.000 B/D a su salida en Agosto de 2014, constituyendo un derrumbe que supera los 380.000 B/D en medio de la mayor exposición de capital malversado desde la fundación de nuestra industria.
Desde su arribo, prepararon un armazón; una mampara que soportara los grandes negocios necesarios para justificar el manejo de grandes presupuestos y para ello idearon el plan siembra petrolera precisamente en 2005, con dos importantes "vedettes" que servirían para tal efecto; la Faja Petrolífera del Orinoco y Costa Afuera.
Nos preguntamos, porque Ramírez y Del Pino no enfocaron también su atención en canalizar parte de ese inmenso caudal de ingresos en apuntalar la producción propia de condensado, liviano, mediano, en poner a punto la infraestructura ya instalada y en fortalecer aquellos segmentos de la cadena de valor de menor exposición a las fluctuaciones del barril?
Por el contrario, se destruyó la producción de C/L/M, se elevaron mortalmente los costos, se disparó la incidencia en accidentes, incidentes y toda clase de ilícitos ambientales y se creo mayor exposición y dependencia de un barril que estaba sentenciado a caer.
Haciendo un balance del valor de oportunidad reinante para el periodo 2004-2012, el potencial de Venezuela y PDVSA era masivo luego del rescate, considerando la circunstancia particular de elevados precios, creciente producción y crecimiento del polo Asiático. Desafortunadamente dicha coyuntura fue desperdiciada por algunas sencillas razones;
- Escasa visión y creencia que dichos precios eran sostenibles
- Empeño político de una abierta e innecesaria lucha contra un imperio que había por el contrario que saber manejar y anticipar con inteligencia y no con impetuosidad
- Alianzas con empresas mixtas que promovieron la dilución de recursos propios, en negocios que no competían frente otros de su propio portafolio.
A pesar de dichas amenazas el plan siembra petrolera arranca con bombos y platillos. Arranca con anuncios de producción de 6.000.000 B/D para 2019, producción de gas en Costa Afuera de 1.200 MMPCD iniciando en 2008 y varios trenes de licuefacción también para costa afuera iniciando en 2012. Se crearon grandes expectativas de inversión foránea. Solo en los trenes de licuefacción se esperaban inversiones por el orden de $19.600 millones.
Desafortunadamente para el país, nada de ello ni remotamente se alcanzó, aunque PDVSA ciertamente si ejecutaron erogaciones mil millonarias que superaron los $15.000 @ $20.000 millones, sin haber añadido un solo barril que añadiera valor sostenible. Por el contrario, tiraron al abandono las áreas tradicionales, elevaron exponencialmente la incidencia en toda clase de líticos ambientales y sumergió en negligencia el mantenimiento proactivo de la infraestructura instalada. La industria se zambulló en una orgia de derroche, ineficiencia, corrupción y gastos hasta que en 2014, cuando con el desplome del barril quedan todos al desnudo. Es en esa fecha cuando comienzan a caer uno a uno y se destapan los casos de robo de crudo, falseo de producción y sobreprecio.
Es la época de la famosa propuesta económica y fiscal que propuso Ramírez y que terminó por eyectarlo finalmente del poder por la puerta de atrás en Agosto’2014, con tan mala suerte que su sucesor había sido realmente el principal ejecutor de dicho desastre. A partir de entonces la caída de producción no solo fue imparable sino creciente. Se radicalizó el gasto, se elevó la importación de crudo y refinados y con ello, el ingreso a la nación se abatía de forma ya alarmante. Asombrosamente, el gobierno de Maduro no reaccionaba.
Fase II: El Desmadre
Entre 2014 y 2016 bajo la mano de Del Pino, los ingresos totales de PDVSA pasaron de $121.895 millones @ $48.002 millones atizados tanto por el derrumbe de barril, como por el desplome de la producción nación, representando una abismal disminución del ingreso total del 60.2%.
Entre 2014 y 2017 Del Pino fue artífice y responsable de una caída neta de 800.000 B/D en la producción nación y del alza de costo real de producción superior a más de $22 por barril y no los $9.73 que hizo querer ver en su reporte de 2016.
Dado el galopante incremento del gasto, la corrupción, la indolencia y la ineficiencia, la reducción en el ingreso neto de PDVSA fue aun más alarmante, al haber pasado de $9.074 millones en 2014, a tan solo $828 millones en 2016, representando un aterrador derrumbe del 90.9%.
En Agosto’2017 sale Del Pino, para ser enviado al MENPET a reemplazar al desaparecido Martínez, quien pasa a ocupar la presidencia de la industria. Nelson solo duró 3 meses al frente, no tuvo ni siquiera tiempo de armar equipo, pero si tocó fichas poderosas que le costaría luego la vida.
Durante su corto periplo, logró reducir la celeridad en la caída de producción y también logró cerrar el "gap" entre la producción directa y secundaria OPEP, al reducir sustancialmente los niveles de importación de crudo y refinados. Había centrado su atención en el rescate de las áreas tradicionales y en la restitución de la capacidad propia de refinación.
El 27 de Noviembre de 2017 entra Quevedo y con el; el Apocalipsis. Hoy PDVSA importa un 75% más de crudo y productos de lo que importaba anteriormente y produce un 61% menos de lo que producía antes de su llegada, habiendo cerrado Septiembre con 749 MBD. El nivel de utilización aguas abajo ha caído hoy a menos del 15% desde un 45%.
Para el cierre de 2019 se visualiza que el nivel de ingresos totales podría rondar los $7.000 millones ajustados por el reciente repunte del barril, con lo cual los ingresos netos podrían rondar apenas los $200 @$300 millones.
Cualquiera diría que ante las sanciones no hay mucho que se pueda hacer, sin embargo el deterioro de la industria tal y como hemos descrito a lo largo de este articulo no solo es de vieja data, sino que ha ido agudizándose con el pasar del tiempo. Ha ido en un modo de destrucción cada vez mayor y en aumento ante no solo la inacción de un estado a todas luces indolente, sino ante directivas de PDVSA sin visión, ni conocimiento.
En resumen y a juzgar por la cadena de errores y omisiones; y ojala y estemos equivocados, a nuestro entender lo que realmente busca el gobierno con la industria parece apuntar hacia una cesión parcial hasta ahora no oficializada aunque creciente de activos y procesos.