Ha caído Guaidó y con el, se ha auto-defenestrado todo el lumpen maloliente que le rodeaba y sobretodo que le manejaba cual putrefacta marioneta. Cayó como nadie hubiese querido caer; como traidor, incapaz, vende patria y como corrupto. Nos satisface haber sido uno; sino el único que le desenmascaró apenas una semana después de su autoproclamación y en medio del delirio desenfrenado de fanáticos, de algunos oscuros y perversos personajes que le secundaban y de otros manipulados por el oleaje mediático, que como tsunami pestilente se abalanzaba sobre el incauto Venezolano, que estimulado por esas mismas noticias no se detuvo a pensar sobre lo que tenia enfrente. Esa masa le apoyaba sin detenerse a meditar sobre el origen de Guaidó, de sus credenciales y sobretodo de su nauseabundo entorno.
Pero lo que más debe preocupar al Venezolano sensato, preparado y preocupado por su misma familia, es que pareciera ser que para muchos, el solo hecho de haber tenido la carta de recomendación del "establisment", era suficiente mérito para endosarlo y apoyarlo. Debe preocupar a Venezuela, porque sencillamente no son los mismos intereses los de nuestra patria, que los de EEUU, que los de Brasil y menos que los de Colombia.
Sobre este último y a las luces de la historia mal vecino, preocupa como fue utilizado por seudo políticos como M. Machado, A. Ledezma y el propio Guaidó, el conocido hecho de un masivo flujo comercial diario entre nuestra Venezuela y ese mal vecino, sin importar el profundo daño causado a la querida Venezuela y también al propio Venezolano. Utilizaron imágenes que representan el natural flujo comercial por cierto favorable a Colombia, para fundamentar una falsa estampida y de allí tejer una inexistente emergencia humanitaria, cuando en realidad y según el más reciente informe de ACNUR, ese mal vecino sigue siendo el país que reporta el mayor numero de población interna desplazada en el mundo con sobre 7.900.000 casos. Ese mismo informe dejar ver que hoy en nuestra amada Venezuela, se albergan más de 100.000 colombianos en condición de refugiados y viven sobre 5 millones de individuos nacionalizados y de raíces colombianas.
Pero hoy sabemos que el fin de ese nefasto clan era en realidad otro. Desafortunadamente para el clan corrupto de Guaidó, esa afrenta a nuestra patria desembocó en un millonario desfalco, que desenmascaró un submundo de drogas y prostitución, que terminó hundiéndolo en su propio y perverso excremento.
Apesta lo prostituido de los medios de comunicación que a sabiendas que mentían, intentaban vender la esencia de que el muchacho corrupto y traidor, y su entrono eran los salvadores. Apesta como destruyeron nuestra imagen, apesta la forma de hacer política en Venezuela.
Apesta lo que queda de la oposición, pero también innegablemente apesta el mal desempeñó, la destrucción de nuestros recursos, de nuestro futuro y el engaño que ocurre desde el gobierno, instituciones y empresas del estado. Eso hay que cambiarlo, no se justifica y no puede continuar.
Preocupa igualmente la destrucción de la sociedad, de una sociedad donde escasean los principios y valores, de una sociedad cuyo tabernáculo a menudo es la corrupción, es la viveza y es por consiguiente la autodestrucción. De una sociedad donde se irrespeta a sus pares conciudadanos y de una sociedad donde escasea el patriotismo.
Una sociedad que no se detiene a pensar que esa actitud de hoy, le destruye el piso a sus propios hijos y a los hijos de sus hijos. Hay que meditar sobre ello e intentar un cambio profundo en nuestra manera de actuar, de proteger y de defender a la patria, si en verdad queremos salvarla.
Sin temor a equivocarnos y quizás, salvo muy contadas excepciones, ser político en esa Venezuela significa para muchos hacerse ricos y millonarios, manejar el poder para beneficio propio, de su familiares y sus conocidos. En esencia, ser político en Venezuela significa entonces ser corrupto y ladrón. Esa imagen y sobretodo esa conducta hay que cambiarla cuanto antes.
Hay que enseñarle a ese país que cuando se elije un presidente, un gobernador, un diputado o un alcalde, ese funcionario esta en efecto empleado por usted, está a su servicio y le debe rendir cuentas a través de los canales regulares. Ese funcionario no está puesto allí para atropellarlo a usted con sus guardaespaldas, ni con ese poder otorgado por usted mismo, no está allí para manejar el dinero de todos como les da la gana, ni para disponer de el alegremente. Ese funcionario debe pedir autorización y rendir cuentas periódicamente sobre cada uno de sus actos. Ese funcionario "no" debe estar más arriba que usted en sus derechos constitucionales, ni ante las leyes.
Hay que pensar en el país, en su construcción, hay que filtrar cada palabra que digan los que hoy tienen el monopolio del poder y también hay que filtrar cada palabra de aquellos que aspiran o aspiramos a contribuir con el rescate, la reconstrucción y el engrandecimiento de Venezuela. Aprendamos!