Finalmente llega a Venezuela un forzoso aumento de la gasolina desde las manos de un gobierno que desde hace alrededor de 2 años, a los efectos la regalaba. No es que alguna vez había dejado prácticamente de hacerlo, sino que desde entonces efectivamente la regalaba.
Muchos se preguntan si dicha medida fue oportuna, pensada o por el contrario, forzada. No requiere de mucho pensar para darse cuenta que ese es resultado natural de años de descuido y decadencia de una PDVSA malquerida, pero también de decadencia política y social.
Un país que desde el entorno de 2008, aunque particularmente desde el ascenso de Maduro en 2013, se encuentra en un proceso de destrucción acelerado por la combinación de pésimas decisiones, confrontación política, sanciones criminales apoyadas por sectores opositores y sobretodo por un liderazgo no capacitado impuesto desde las esferas del gobierno central, en empresas medulares como PDVSA y la CVG entre tantas otras.
La medida del aumento de la gasolina discrimina, confisca y es a todas luces inoportuna. Discrimina porque diferencia entre dos tipos de Venezolanos que por naturaleza poseen en mismo derecho. Confisca porque saca del bolsillo de un tipo de Venezolano para ponerlo en el bolsillo de otros. Es inoportuna porque no pudo haberse hecho en peor momento que el actual, donde la entropía y exacerbación política y social es incendiaria en ese país.
CORRER LA ARRUGA:
La realidad es que la abrupta medida de aumento de la gasolina, desnuda el crítico estado y el nivel de destrucción de nuestras refinerías e infraestructura aguas abajo, hasta el punto de obligar a un gobierno que se encuentra en esencia contra las cuerdas a tomar tan inoportuna decisión. Desnuda además que esas refinerías que desde PDVSA dicen estar reparando, no estarán listas en el corto plazo. El tiempo dirá la última palabra.
Incluso en las condiciones de depresión actual de la economía criolla, el consumo de gasolina vehicular en Venezuela supera los 90 MBPD. Desde el gobierno Venezolano corren la arruga ya que el suministro iraní no es sustentable. Hasta mediados de 2019 Irán se veía obligado a importar fracciones de gasolinas. Actualmente aunque aseguran ser autosuficientes, su producción promedia 660 MBD de los cuales consume cerca de 610 MBD. Es decir, su excedente tan solo ronda los 50 MBD, sin considerar el crecimiento del consumo interno anual del 9%, con lo cual en cuestión ya de meses volvería a requerir de [https://www.bourseandbazaar.com/articles/2019/3/3/iran-declares-gasoline-self-sufficiency-but-challenges-still-remain] importación para satisfacer su propia demanda.
CONTRABANDO Y MATRACA:
Meditando sobre la dualidad de aumento se advierte la inevitable creación de un mercado secundario desde el espacio de los subsidiados, que bien pudiera abarcar desde la reventa e incluso hasta el contrabando de extracción. Las implicaciones de dicho impulsivo aumento de la liquidez a través de las fronteras se podría traducir finalmente en una mayor presión al alza sobre el dólar.
En la reciente adquisición de combustible, Venezuela expuso en dicha transacción con Irán unos $46 millones para satisfacer el mercado interno Venezolano a lo sumo por unos 21 días. Sin existir garantías de una pronta puesta en marcha ni de Cardón, ni El Palito, el gobierno y PDVSA han invertido en dichas reparaciones una cifra cercana a $1.000 millones.
Hacia finales del mes de Abril [https://www.aporrea.org/energia/a289541.html] sometimos la consideración de Venezuela un propuesta para no solo detener el contrabando de extracción, sino para reducir la presión interna sobre el consumo de gasolina vehicular. Expresamos que aquellas propuestas sustentadas en la importación, no son soluciones sino simples paliativos que no añaden valor. Añadimos que toda propuesta que profundice las importaciones es por ende; transitoria, no sostenible e inviable; bien política, bien financiera, bien estratégicamente. En contraposición propusimos una alternativa sustentable, viable y factible, tanto financiera como operacionalmente basada en el uso del gas natural iniciando por las dos franjas de estados fronterizos, requiriendo alrededor de $380 millones para convertir a gas el 80% de los vehículos operativos particulares a gasolina. Dicho costo de conversión es equivalente a unos 55 días de contrabando de extracción ó 42 días de importación de gasolina. Con dicha acción el país ahorraría al año, aparte del costo de los 70.000 BPD de contrabando de extracción, el costo equivalente a unos 21.000 BPD en importación; algo así como unos $2.700 millones anuales.
La infraestructura de almacenamiento y venta al detal del gas vehicular esta disponible en todos los estados. El transporte del gas hacia los centros de distribución y consumo puede ser compartido entre gasoductos existentes y camiones presurizados especialmente diseñados para tal efecto. Venezuela aun en las condiciones actuales produce suficiente gas para atender la demanda que dicho consumo añadiría, de cerca de 240 MMPCD que bien pudiera ser suplida desde los distintos activos de producción y procesamiento de nuestro país. Al costo de producción que PDVSA le reconoce a sus activos de producción de cerca de 0.92 $/MPC, ese gas consumido representaría en esencia un costo para la industria del orden de $220.000 por día, comparado contra el costo que le representa al estado adquirir dicha gasolina en el mercado internacional en un valor cercano a $1.5 @ $2.0 MM por día.
Con dicha propuesta, no solo se estaría ahorrando el estado enormes sumas de divisas, sino que se estaría también eliminado el contrabando de extracción y reduciendo a la par y sustancialmente la presión sobre el dólar.
Resta saber porque el gobierno de Maduro y PDVSA no han considerado dicha propuesta.