En Venezuela las primeras sanciones surgieron abiertamente a partir del 2017 directamente enfocadas sobre la industria petrolera, dirigidas a minar su operatividad, estructura y finanzas, bajo el; y a las pruebas me remito, falso basamento que está proveía a la nación sobre el 96% de los ingresos en divisas para aquel entonces.
Aunque en Febrero’2016, Nicolás Maduro decretó el Arco Minero como zona de desarrollo estratégico nacional, el ex presidente Chávez lo venia impulsando desde 2005-06 con un bajo perfil, más enfocado hacia la explotación de ciertos minerales estratégicos.
EL ORO:
A partir de finales de 2015 ya N. Maduro venia poniendo mano de manera progresiva a las reservas de oro, como medio de desahogo de la creciente presión financiera que caía sobre PDVSA, ante el brusco desplome de su nivel de ingresos a partir del desplome del barril. Entrado 2015-16 ya el entorno petrolero nacional acusaba signos de acelerado deterioro ante un nivel de gastos y corrupción insostenible, tanto en el gobierno como en la propia PDVSA.
Ramírez si se quiere siempre se sintió el hijo predilecto de H. Chávez; se creyó el legítimo heredero del poder. Rafael Ramírez había sentado las bases de la destrucción [https://www.aporrea.org/energia/a289063.html] de la industria y había propiciado su salida en el momento preciso en Agosto 2014; a solo dos meses después del desplome mundial de precios. Sabia Ramírez que con la composición de una producción mayor en 50% de pesados extrapesados (X/Xp), con los compromisos de deuda con Rusia, India y China que amarraban de forma monodireccional nuestras exportaciones y con la creciente y criminal dependencia de nuestras refinerías de la importación de crudos/refinados, que antes producía el país pero que en sus manos dejó de producir, los planes políticos de Maduro se verían imposibilitados.
Para el cierre de 2014 el entorno petrolero local acusaba un severo castigo que venia en crecimiento desde 2008; desde la implementación del plan siembra petrolera. Entre 1998 y 2014 le entraron a la industria cerca de $1.35 trillones en ingreso bruto. Aun con ese nivel de ingreso y con un barril que supero los $109 nuestra industria se empeñó desde $2.3 millones en 2006 hasta $46.200 millones en 2014. Perdió 361 MBPD de producción pasando de 3.260 MBPD en 2008 a 2.899 MBPD en 2014. PDVSA además vio reducir su nivel de exportación desde 2.228 MBD en 2008 hasta 1.897 MBD en 2014; desapareciendo unos 331 MBD del mercado aun sin sanciones.
Rafael Ramírez había empeñado vilmente la industria contando con planes faraónicos solo sostenibles en la mente de alguien que genuinamente desconocía los vaivenes del negocio petrolero. Pero hasta el cierre de 2015 con una producción (F/A) de 2.863 MBD y un nivel de exportación de 1.950 MBD que se tradujo en un ingreso neto de $7.345 millones, la situación de PDVSA y del país eran aun manejables.
La catástrofe llega en el ejercicio 2016 cuando los ingresos netos se abatieron hasta $828 millones, precisamente el año en que se vendieron las 156 toneladas de oro físico con un valor de mercado de entre $8.150 y $8.250 para el momento. Entre 2015 y 2019 el gobierno de N. Maduro le puso mano en exceso a $12.200 millones en valor-oro, mientras se secaban los ingresos brutos de PDVSA desde $121.895 millones en 2014 hacia un estimado de $8.851 millones para F/A 2019; un desplome del 92.8%. De ese desplome total, un 77.3% ocurrió entre 2014 y 2017; es decir pre-sanciones.
Ya para entonces PDVSA no poseía suficiente flujo de caja para especular con la intermediación (especulación) cambiaria para tapar su hueco operativo y mal praxis gerencial, como lo venia haciendo particularmente desde 2012-2013 y por ende sus ingresos financieros no pudieron tampoco salvarla, de allí que la relación de ingreso bruto a neto cayera de 13.2% en 2013 a tan solo 1.7% en 2016.
Arrinconado por operaciones costosas, rampante corrupción, creciente ineficiencia creciente y para colmo, la llegada de la caída del barril y las sanciones, PDVSA se tornaba crecientemente insolvente, desincorporaba equipos y reducía actividad para satisfacer la sed de recursos del gobierno central, pasando desde un promedio de 121 taladros activos en 2014 a 49 durante 2017; un derrumbe del 60% que le llevaría a partir de entonces hacia un imparable desplome de producción, alentado por la misma composición inherente de sus activos, dominados principalmente por pozos la Faja del Orinoco de elevado ciclo operacional.
Por supuesto que ante la ausencia de actividad y recursos la producción, exportación e ingresos estaban destinados a ceder con fuerza. Eso pasa en las mejores familias, pasa hoy en los activos de lutitas [Shale oil] en los EEUU. Pero ello no desdice un hecho real; y es que aun con yacimientos envejecidos la nueva PDVSA fue capaz de sostener niveles de producción superiores a aquellos de toda la historia de la mitocracia a excepción de los años 1996-1998, aun contando con yacimientos jóvenes y una infraestructura mucho más “sanitizada”. Dicha producción entre 1996 y 1998 no era debida al resultado del esfuerzo propio de esa PDVSA, sino la adición volumétrica de sus socios, a expensas de haber duplicado el costo de producción.
El mayor desacierto de Nicolás Maduro con PDVSA quizá cediendo ante presiones de sectores del poder, fue el haber sacado a Nelson Martínez para colocar a Manuel Quevedo; máxime en la forma en la que lo hizo. Ese cambio originó un desplome moral interno y la desconfianza de gran parte de esa “comunidad petrolera de tradición” que aun creía en el proceso. Repito, para ese momento aun la industria y el país eran manejables.
Llegado un novato Manuel Quevedo y su equipo entre 2017 y 2019, se le puso fácil a las sanciones el agudizar un problema estructural que ya venia en plena gestación. PDVSA no tenia ninguna posibilidad con M. Quevedo y eso se le advirtió al país desde el momento mismo de su ingreso [https://www.aporrea.org/energia/a257542.html]. El paso de Quevedo por la Campiña solo sirvió para desaparecer 1.090 MBPD de producción y 404.000 BPD de exportación a expensas del mercado interno, además de pasear por el mundo junto a su familia subsidiado por el estado Venezolano.
Ya con Asdrúbal Chávez en apenas 4 meses se han esfumado 472.000 BPD y 642 MBD de nivel de exportación entre Febrero y Junio’2020. De manera similar advertimos sobre A. Chávez [https://www.aporrea.org/energia/a292572.html], quien a pesar de tener sobre 20 años rebotando entre cargos en la directiva, jamás ha abonado valor alguno a la industria. Hoy el país sufre las consecuencias de su poca preparación. Con A. Chávez no existe posibilidad alguna para PDVSA. Las expectativas de ingreso para 2020 no cubren tan siquiera sus costos corporativos, las refinerías continuaran sin producir de forma estable y consistente, permaneciendo caídas en su inmensa mayoría, el país seguirá obligado a importar gasolinas y su población se vera severamente limitada. Las operaciones de campo continuarán sumergidas en abandono y la producción seguirá siendo decadente.
A diferencia de las condiciones reinantes antes y durante el sabotaje petrolero de 2002 con un H. Chávez en ascenso, a partir de 2013 las condiciones no están dadas para Maduro. La cohesión y fortaleza política es endeble, el entorno geopolítico y energético global complejo, el ambiente social interno en Venezuela grave y la posición financiera del gobierno es de verdadero pronostico reservado. No posee masa crítica en ningún organismo multilateral. Pero debemos admitir que la pandemia le cayó como tabla de salvación, al eliminar de tajo un foco de presión “in crescendo” en contra de su gobierno.
Ante la inacción y falta de opciones sustentables, creemos que Venezuela continuará en caída libre y las reservas internacionales desaparecerán en la misma medida en que desaparecerá la estabilidad democrática. La pobreza se multiplicará, la corrupción continuará haciendo de las suyas y el estado se hará de la vista gorda, como medio para poder mantener ese delicado “balance de fuerzas” interno que terminará por ceder abrumado por el peso de la injusticia social. A la velocidad actual de incremento de la entropía ese desenlace no tardará mucho en ocurrir.
La industria no tiene salvación ni en las manos de Asdrúbal Chávez, ni menos en las manos de la entredicha “pandilla ad hoc” de Juan Guaidó, hoy sumergida en toda clase juicios e [https://twitter.com/einsteinmillan/status/1284095440615546881?s=11], desaciertos e ilícitos que hemos señalado en múltiples oportunidades [https://www.aporrea.org/energia/a292324.html].
Hace falta un nuevo protagonista político distinto a los representantes de la revolución y distintos a los representantes de toda la fallida MUD. Hace falta borrar del mapa a los traficantes de la miseria, el engaño y la corrupción. Hace falta una alternativa política “pro nacionalista”, ultra conservadora y diametralmente frontal contra todo lo que se llame corrupción y sobretodo traición a la patria. El país se debe reconstruir desde sus cimientos, unido en la voluntad de su legítima sociedad; no existe otra alternativa.