La Organización de países Exportadores de Petróleo, OPEP, debe urgentemente
cambiar de denominación. Proponemos que se llame: Organización de Países
Productores de Petróleo (OPPP).
De seguidas pasamos a exponer nuestras razones: Cuando sus fundadores
decidieron agrupar a los principales países productores de petróleo cuyas
reservas ociosas sobrepujaban en mucho sus propias necesidades domésticas
energéticas, se quedaron cortos. Cierto que esos países producían
básicamente para exportar y de allí la denominación original que aún
conserva la organización que nos ocupa.
Observemos la definición biográfica fundacional que nos ofrece la Pág. Web
Wikipedia:
organización económica internacional, con sede en Viena Austria). Creada
como respuesta a la bajada del precio oficial del petróleo acordada unilateralmente por las grandes compañías distribuidoras en agosto de 1960 (que eran extranjeras), sus fines son la unificación y coordinación de las políticas petroleras de los países miembros, con la defensa de sus intereses como naciones productoras. Los países consumidores consideran a la OPEP como un cartel.
de Petróleo [1]
Fue fundada en Bagdad, en una conferencia entre el 10 y el 14 de
septiembre de 1960 con la iniciativa del entonces ministro de Energía y
Minas venezolano Juan pablo Pérez Alfonso y el ministro de Petróleo y
Recursos Minerales de Arabia Saudita, Abdallah Tariki. Alfonzo señaló que
era necesario un "instrumento de defensa de los precios para evitar el
despilfarro económico del petróleo que se agota sin posibilidad de
renovarse". Las rojillas me pertenecen.
Como puede interpretarse, el motivo inicial de la incipiente OPEP fue evadir
o suavizar el control de los "precios del mercado" fijados por parte de los
intermediarios quienes ayer como hoy juegan arbitrariamente con unos
inventarios generalmente comprados a precio de gallina flaca y en su
condición de grandes financistas e inversionistas de la poderosa industria
petrolera derivada mundial.
Ahora bien, los intermediarios, independientemente de los productores
petroleros, podrían imponer sus controles de precios a punta del juego de la
Oferta y la Demanda, pero sólo tratándose de mercancías producidas en serie
o ya industrializadas. Nuevamente, pasamos a explicarnos:
Pensemos en un artesano. Este no fijará el precio de su mercancía según el
volumen de encargos que le hagan ni del vaivén de la oferta y demanda,
digamos, de sus trajes. Léase bien: de sus trajes y no de los trajes en
general donde entrarían los confeccionados en serie.
Mutatis mutandis, los productos naturales, los bienes del subsuelo y los
mineropetroleros en particular tampoco no tienen porqué ajustar sus precios
a esos vaivenes del mercado. Ha sido la ignorancia y los ventajismos
tecnológicos e ideológicos los que han determinado que los precios del
petróleo crudo respondan a la incierta e incontrolable coyuntura de unos
mercados que siempre estarán al margen de los intereses de los productores,
mientras estos no funjan de vendedores directos al consumidor sin pasar
de intermediario alguno.
Es claro que si baja la demanda del petróleo, los países productores deben
dejar de extraer más petróleo que la cantidad efectiva y finalmente
demandada. Es estúpido y antieconómico extraer excedentes en espera de
mejores precios, por ejemplo, o para aprovechar la capacidad productiva
instalada y llenar inventarios fuera del pozo. Esta estrategia sólo es
recomendable para la industria de productos sintéticos en general.
Digamos que Pablo Pérez Alfonso no tenía muy claro el rol de los
intermediarios ni la diferencia entre productos no renovables y los
manufacturables en fábricas ad hoc. Se dejó llevar por la influencia del
mercado, por una concepción mercantilista que ha pasado limpiamente al modo
burgués donde el mercado sigue dictándole órdenes al sector productor.
Un mercado que gobierne la producción es un mercado que no se compagina con
las características de los bienes y recursos naturales no renovables.
Por eso, así como el artesano mantiene sus precios para evaluar y vender
cada unidad de su obra, asimismo la OPEP, que debería llamarse OPPP, puede
perfectamente reducir su extracción y venta de petróleo en la justa medida
que sus compradores así lo decidan, pero esto no tiene porqué llevarla al
abaratamiento simultáneo de los precios del petróleo.
Cierto que las reducción de extracción reduce costes de prospección y
extracción y almacenamiento fuera de pozos o a cielo abierto, pero sin
extraer un solo barril de petróleo este seguiría allí naturalmente en
reserva como lo ha estado por gigas de tiempo.
A continuación ofrecemos una tabla demostrativa de la conducta que debe
asumir la "OPPP":
D O Pu
d1 q1 P3
d2 q2 P3
d3 q3 P3
Para D = demanda; O, de Oferta; Pu, de precio único, y Q, de cantidades
ofrecidas y demandadas a idéntico precio.
En esa tabla observamos cómo el precio se mantiene o mantendría constante
(Pu o precio único) a pesar de las bajas en la demanda,
Para d1 > d2, y éste > d3; y para:
q1 > q2, y éste > 3
Sin embargo, es de suponerse que cuando la demanda crezca los precios
seguirían el curso ascendente de la curva de la oferta que coyunturalmente
determinen los costes de producción del petróleo, y según las necesidades
sociales que convencionalmente presente la organización de Países
Productores de Petróleo, OPPP.