Vivir a oscuras y sin aparatos por unas horas. Vivir por unas horas con nosotros mismos. Cerrar los ojos y pensar, tratar de pensar porque ya no ejercitamos el pensamiento. O recordar que tampoco lo disfrutamos. O tomar un libro que se ha amado tanto y releerlo. O salir a los campos y ver a los animales que no saben de electricidad ni de cuentos de pantallas. O asomarse a las noches con su cazuela cuajada de tizones parpadeantes, y preguntarse, por ejemplo, por qué hemos venido a este mundo y no a otro. O hablar con alguien sin verle a la cara y sin saber quién es. Olvidarse de los celulares. Perderse y ojalá uno pudiera perderse para siempre. Recogerse, volver a ser lo que éramos hace cincuenta años con nuestros padres deambulando por la casa con una vela al fondo de un zaguán, y en la espera de algo dulce y sublime, mientras un perro a lo lejos aúlla. Todo sin luz artificial que nos tuerce la vida, y luego… dejarse llevar. Esa, la noche, lo más bello del día, que también hemos perdido. La noche sin luz artificial: lo más socialista que existe.
Anoche, como a las 9:30, se produjo el sector de La Pedregosa, el tercer corte eléctrico del día, cada uno de los cuales dura dos horas. Entonces se formó una poblada, golpes de cacerolas, gritos muy vulgares desde muchos apartamentos, y algunos malandros y vagos comenzaron a bajar enfurecidos a la calle a quemar cauchos. Trancaron las vías de la avenida Eleazar López Contreras, regaron basura y en el sector se creó un estado de histeria y alarma bestial. La mayoría de los metidos en la protesta era niños y jóvenes, indignados porque lo único que tienen para entretenerse dentro unos apartamentos es ver televisión. Necesitaban su droga, requerían chutarse con urgencia porque si no iban a quemar todas las urbanizaciones del lugar, así decían. Esta gente que ve televisión hasta la madrugada y luego duerme hasta la diez o dos de la tarde. A todos los incendiarios que le pregunté que para qué necesitaban luz me respondieron que era para ver televisión. Y ahí contaban unos que estaban viendo películas pornográficas, otros una juego de futbol, un tercero manipulando un playstation, algunos intendos, unas niñas estaban furibundas porque les suspendieron el servicio en lo mejor de una telenovela en el canal Boomerang, etc.
Al decirles que si no entendían que se trataba de un fenómeno de la naturaleza y que debían tener conciencia y un poco de paciencia, se mostraron sumamente agresivos, y respondieron “tienes que ser chavista de mierda” y contestaron que eso era peo del gobierno comunista que no los dejaba en paz, y que a ellos tenían que darle luz porque no tenían más nada que hacer de noche que ver televisión. Niños y jóvenes malcriados y caprichosos acostumbrados a que le den todo, y además a no tener país; el país les debe servir en todo, pero ellos no tener ninguna clase de responsabilidad ni compromiso ante la nación. Porque ahora en las escuelas, liceos y universidades no se dicta una sola materia que enseñe la responsabilidad social del ciudadano ante los problemas, dificultades y carencias del país. Ellos no tienen nada creativo qué hacer al no tener electricidad, entonces no quieren estar consigo mismos, mucho menos pensar o leer, lo único que les da nota es ver televisión. Ya para el jueves de esta semana, los manitas blancas de la ULA están organizando una marcha contra los apagones que no dudamos será tumultuosa; allí veremos a todos los amigos de Nixon Moreno y Baltazar Porras, vendrán representantes de la derecha Caracas como Rick Sánchez y Leopoldo López, la encabezará el rector de la ULA Mario Bounucci y cargarán una señora gandola de cauchos y bombas molotovs para incendiar la ciudad.
Finalmente la guerra en La Pedregosa duró hasta la media noche y se recrudeció cuando llegó la policía echando bombas lacrimógenas; luego al reponerse la luz, entonces todos corrieron a sus habitaciones, a ver otra vez televisión; eso los calma, los seda, pierden totalmente el cerebro, y la muerte para ellos recobra vida. Estos idiotas, así y todo, aunque parezca mentira, pueden tumbar un gobierno. Están locos y deformados y no hay tiempo para tratarlos ni para cambiarles el modo de vida que llevan.
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