PARTE I.
Desde
una mirada retrospectiva, y en el marco de las elecciones del mes de
septiembre, para elegir a los representantes del pueblo en la Asamblea
Nacional (recordemos que la representatividad no ha sido eliminada del
todo en la Constitución del 1999), analizaremos el contexto en
el cual se realizaban las elecciones “democráticas” de la IV república.
El escenario político venezolano, sobre todo en materia electoral,
no era el más creíble que digamos, un contexto donde estaba a la orden
del día el fraude electoral en todos los sentidos que se puedan pensar,
recordemos, las llamadas “actas mata votos” o los difuntos que venían
del más allá para cumplir con su “deber” de ciudadano (también
hay que mencionar que el voto en la “democracia” puntofijista no
era un deber sino una obligación), hasta la descarada inmoralidad del
árbitro electoral.
En fin, un escenario electoral donde el mayor perjudicado era el pueblo
venezolano y la gran ganadora era la abstención (siempre rondaba el
60% y más), sin ahondar en otros factores políticos, económicos y
sociales, como las represiones, las desapariciones, la violación a
la autonomía universitaria, falsas ofertas electorales, entre otras
viles promesas y engaños por parte de los pseudos dirigentes políticos
adecos-copeyanos. Me detengo aquí para resaltar un detallito que
debería ser analizado y profundizado con mayor intensidad. Estamos
hablando de la legitimidad que organizaciones como la OEA y la
CEPAL le concedían al país, en sus informes anuales sobre la democracia
en América Latina, colocando a Venezuela como un modelo a seguir en
materia política, curiosamente esto está pasando en Chile, en
donde se reprime con tal descaro a las organizaciones, sindicatos,
movimientos
estudiantiles, cuando estos salen a luchar por sus derechos y estos
mismos organismo en los últimos años han colocado a Chile como modelo
democrático y económico a seguir en América Latina, que curioso no!.
Continuando con el tema central, no debemos obviar que aparte de los
métodos fascistas utilizados por el régimen partidocrático excluyente,
para silenciar y crear miedo en el pueblo, con la única intención
de soslayar las demandas sociales de la mayoría, era mediante el uso
de técnicas provenientes del “MARKETING POLÍTICO”, como la propaganda
y la publicidad, instrumentos que son muy comunes en las empresas
privadas
(relacionado a estrategias de mercadeo), es decir, que los partidos
políticos tradicionales, cuando se acercaban épocas de elecciones,
no eran capaces de ofrecen proyectos con contenido político y la mejor
manera que encontraban para llegar a los sectores votantes, era mediante
las lógicas del marketing, vender una imagen, ofreciendo un producto,
además, de utilizar las “prestigiosas encuestadoras”, que bien
sabemos que estos medios siempre vienen con una predisposición y de
esta manera el poco electorado que asistiera a depositar su voto,
claramente
la tendencia ya estaba definida. Procesos que eran constantes como forma
de legitimar su régimen.
Pero, lo cierto de este modelo “democrático” representativo,
una vez que los pseudos políticos llegaban al poder era traicionar
la confianza del pueblo, le daban la espalda, creando leyes para
legitimar
el saqueo de los grandes empresarios y dejaban nulas leyes sociales
para el beneficio de los más necesitados. Dejando a unos de los países
más rico de América latina con índice de pobreza superiores al 80%
de sus habitantes.
PARTE II.
Producto
de esta necesidad, en el 99’ se da un salto cualitativo, de una
democracia representativa a una democracia participativa y protagónica
del pueblo en todos los campo de la vida pública nacional, colocando
la representatividad al servicio del pueblo, por ejemplo establece que
los representantes deben ser elegidos desde las bases de los partidos
políticos u organizaciones sociales. Además de colocar a disposición
del pueblo otros instrumentos legales que le permite estar en constate
comunicación con los entes gubernamentales para definir políticas
y planes que beneficien al colectivo.
Sin
embargo, es necesario decir que el término representatividad no está
del todo eliminado de la Constitución, pero si hay que mencionar que
tiene otra lógica de interpretación y de practicarse, ejemplo de esto
se pudo observar sobre todo en las últimos proceso electorales de
gobernadores
y alcaldes y en las elecciones internas del PSUV para elegir a los
candidatos
para la Asamblea Nacional, con todo y sus fallas, pero que sirven de
ensayo para seguir buscando los mecanismo más idóneos para seleccionar
a los mejores, los más capaces y comprometidos con el proyecto nacional.
Otro
elemento que marca la diferencia entre el voto de la “IV” y
el de la “V”, puesto que en este último, el Partido Socialista
Unido de Venezuela, no vende una imagen, ni ofrece producto, sino que
los candidatos del PSUV llevan en todo momento de su campaña electoral
propuestas relacionadas al “Proyecto País” con la firme
intención de transcender y consolidar un Estado Socialista, donde la
mayoría sean quienes asuman políticas de Estado, en materia social,
cultural, deportiva y hasta económica.
Para
cerrar este análisis teniendo en cuenta que faltan muchos elementos
que destacar y así poder hacer una comparación más amplia de
las diferencias que existen entre los momentos electorales de la “IV”
y “V” república, pero por cuestiones de formato, terminaré señalando
que actualmente el voto a diferencia del pasado, no es la única vía
para que los sujetos sociales demuestren sus descontentos, existen otras
formas que están plasmadas en la CRBV, pero que considerando la
oposición
apátrida que tenemos en el país, el voto es de suma importancia, porque
define tendencias y futuros escenarios, sobre todo en la coyuntura
actual
de la revolución venezolana. Por eso el voto de la “V” es de esperanza,
de futuro, de permanencia y consolidación del Poder Popular y más
allá.