Hace casi unos 50 años, el Profesor de “Historia de la Economía”, nuestro apreciado y muy recordado Economista Augusto Azaf, además de darnos los buenos días estuvo felicitándonos porque habíamos escogido la profesión más académica de todas, sin que por ello perdamos la importancia del trabajo en equipo. Más bien, con ella ocurre todo lo contrario puesto que entre los insumos de sus soportes y objetivos están los recursos humanos de multidisciplinaria configuración.
Algunos dirán que la madre de todas las ciencias sigue siendo la Filosofía a lo largo de su dilatada evolución, pero esta nos resulta demasiado infatuada para desplegarse con el encanto y popularidad que brinda la ciencia de todos los días, de ayer, de hoy y del futuro, este, siempre abierto a nuevos tratamientos y a nuevas variables.
Cierto que la Economía Política se desarrolla explosivamente cuando los mercados burgueses exigieron una mayor normativa en materia mercadotécnica y productiva. Es una ciencia burguesa de reciente data que nace de las entrañas del feudalismo mercantil tardío y cobra importancia cuando las decisiones económicas necesitaron explicar la fuente primaria de la riqueza, entre otras interrogantes mundialistas.
Es que la E.P. es una ciencia macroeconómica por antonomasia. Dar cuenta de una bodega, una arepera o una empresa en particular no es un asunto científico, sino tecnológico, como no lo es tampoco explicar el intríngulis de la Economía de un país aisladamente considerado. Todos los mercados son abiertos puesto que hasta la noción de autarquía cayó en desuso, y hoy nos resulta anacrónica y desfasada por razones no menos universales. De allí la sólida importancia del Comercio Exterior, independientemente de sus constantes desbalances acusados en las cuentas del catálogo correspondiente.
¿Dónde y en qué consiste y radica el poder de esta ciencia para polarizar todas las demás disciplinas tanto las pertenecientes a las llamadas c. duras, como a las c. humanísticas en general, y así juntarlas, mezclarlas, aplicarlas y ponerlas al servicio de toda la dinámica económica nacional e internacional, de corto, mediano y largo plazos?, ¿por qué abunda tanta especulación sobre una ciencia que se presta a mil y una conjeturas, elucubraciones, afirmaciones y negaciones, de cuanto empírico asuma con sobrado derecho funciones políticas, burocráticas, mercantiles, comerciales o financieras, industriales o bodegueras?
Con toda la inmodestia nos atrevemos a responder sumariamente: La Economía Política es una disciplina que busca aportar dosis de ordenamiento en medio del ingobernable caos que supone por sí mismo el cruce de economías de allá y de acá; de los inventarios de ayer, de hoy y del porvenir; de las mejoras tecnológicas, de los progresos científicos de todo tipo con aplicabilidad a mediano a largo plazos; de la oportunidad y volumen de la penetración de los mercados, sus abandonos morales y técnicos, su agrandamiento incesante, la satisfacción hipotética siempre negada del mayor número de consumidores efectivos y potenciales. En fin que la E. P. nos luce el vestido de la ecumenicidad que hace del hombre moderno un ser desnacionalizado, sin fronteras, sin patriotismos, sin parroquialismos, vicios, estos, que a manera de resabios o vestigios inerciales siguen privando en una Economía Mundial cuyo desarrollo todavía se mantiene muy desigual y muy combinada.