El Canciller Nicolás Maduro es un ejemplo de cambio revolucionario

 Cuando  le pregunté al Presidente Chávez en la rueda de prensa del teatro Teresa Carreño recién electo Presidente de Venezuela sobre la calidad de sus embajadores jamás imaginé que designaría  Canciller a un  chofer de vagón del Metro, como despectivamente llaman los escuálidos mediáticos a Nicolás Maduro.

      Escribía Omar Lares el domingo 13 de agosto de 2006 vomitando toda su frustración por la designación de Nicolás como Canciller. “Comparen este line up de cancilleres de la IV República con el currículum de Nicolás Maduro, quien debutará en el cargo, mañana, recibiendo a María Consuelo Araujo, Ministra similar de Colombia, con unas credenciales de portento en la asignatura y un esplendor fisonómico que hará, también, una diferencia abismal: Carlos Morales, Ignacio Luis Arcaya, Marcos Falcón Briceño, Ignacio Iribarren Borges, René De Sola, Arístides Calvani, Efraín Schatch Aristigueta, José Alberto Zambrano, Miguel Ángel Burelli, Ramón Escobar Salom, Enrique Tejera París, Humberto Calderón Berti, Isidro Morales Paúl y Simón Alberto Consalvi”.

      Otro vómito escuálido leímos de Paulina Gamus en analítica.com el jueves 10 de agosto de 2006. “Hemos recibido por Internet muchos comentarios adversos y hasta chistes sobre la escasa educación de Nicolás Maduro. En su currículo tomado de la página Web de la Asamblea Nacional, de la que fue Presidente hasta hace unos días, no se menciona su nivel de instrucción ni siquiera algún curso por correspondencia Su carrera se limita a labores sindicales en el Metro de Caracas y otras experiencias de un activista político menor. Tampoco se hace referencia alguna a su papel de guardaespaldas del teniente coronel Hugo Chávez cuando este fue liberado de la prisión de Yare”.

      Quien medio conozca la historia de la diplomacia venezolana contemporánea debe saber que los cargos de embajadores eran premios de consolación dados a los amigotes que caían en desgracia con el Presidente. También como un privilegio a  los gobernantes entrados en años para que pasaran su otoño en las capitales europeas, preferentemente en Roma. París, Madrid. Demás está decir que durante los gobiernos cuartorepublicanos el escualidismo montó un tinglado denominado Carrera Diplomática que le permitió convertir a la diplomacia venezolana en un coto exclusivo de los magnates de la Lagunita Country Club A y de la cofradía de Miraflores. Tanto que yo no sé cómo ha hecho Nicolás Maduro para desenredar esa telaraña escuálida, que aún sigue echando varillas en las embajadas. En la IV República ningún pelabola podía ser embajador; ni siquiera agregado cultural. Tampoco cónsul. Fíjense. El último cónsul que  conocí en la era cuartorepublicana, fue uno de Barcelona que era nuero de Rafael Caldera siendo éste Presidente de Venezuela. 

      A principio de la Revolución Bolivariana en muchas embajadas venezolanas había personal que le echaba paja y el Gobierno nada se podía hacer por culpa de esa bendita Carrera Diplomática. Menos mal que la Asamblea Nacional aprobó una reforma de la Ley de Cancillería y así pudo el Proceso colocar algunas piezas importantes en la diplomacia.

   En definitiva la designación de Nicolás Maduro como Canciller Venezolano fue un cambio violento de la manera como la IV República manejaba los cargos de la diplomacia criolla. Sólo una Revolución nombra a un hombre tan humilde,  salido de las entrañas del pueblo y si en ese pedigrí “laguniterocontricluriano”,  en tan importante cargo. Y mira que Nicolás se ha manejado con sapiencia y dignidad. Le ha tocado manejar casos difíciles; pero de todos ha salido airoso. Hoy por hoy es uno de los cancilleres bien colocados en el ranking internacional. Su más reciente disposición, conjuntamente con el Presidente Chávez, es lograr un plan de paz para Colombia.

      Tiempo tenía que no lo veía. Desde cuando se inició  como diputado nacional y un día le tocó  estar en Barcelona. Eso fue mucho antes de 2006 cuando le designaron Canciller. Hasta que lo entrevisté  haciéndole  un quite a Telesur y VTV a nombre de la Gobernación de Vargas en el recibimiento que le hizo en el aeropuerto internacional de Maiquetía al embajador de Bielorrusia. Le noté con clase. Se le observa que el roce internacional le ha dado ese caché que caracterizan a las personas que  nacieron para interrelacionarse. Y sin embargo a pesar de casi una década sin verle y de la importancia de su cargo, me recordó y me saludó cordialmente. He allí ese toque de humildad que debe caracterizar a todo buen revolucionario en funciones de alto gobierno. Le felicito camarada.

      TINTERO

      Hoy Venezuela es conocida en el mundo entero como un polo revolucionario de vanguardia y su desempeño es motivo de estudio y seguimiento por acreditadas universidades internacionales. No como antes que la medio conocían por ser cuna de mujeres hermosas, por su industria petrolera y porque Galarraga se iba para la calle regularmente.

      Es mentira que el país antes tenía mejor imagen internacional. Y ¿cómo? Con embajadores con 80 años de edad promedio, que padecían de gota, que eran casi ciegos y que nunca acudían temprano a sus despachos. Y que por eso los venezolanos pasaban trabajo en el extranjero cada vez que requerían de realizar un trámite en dichas embajadas; nunca estaban en sus oficinas. A diferencia de los embajadores japoneses que tienen 30 años de edad promedio, son atletas, gozan de buena salud, son poliglotas, tocan piano y guitarra y cumplen horario de oficina en las embajadas, de 8 am a 12 m y de 2 pm a 6 pm. Y cuando no están despachando dejan un personal de guardia.

TINTERO II

Sin caernos a coba. Hay que reconocer el camión de bola que le ha echado el Pastor Freddy Romero y  los guerreros de Granja Oasis en el rescate y embellecimiento de los espacios públicos de Vargas. No hacerlo es caer  en la envidia.   Pero lo más grande de toda esa bonita historia es que esos guerreros fueron rescatados por García Carneiro de las drogas y de las calles (Más de 2.000). Hombres y mujeres que estaban perdidos en el mundo del alcoholismo, de la indigencia, del  consumo de piedra, de la prostitución; que dormían en las plazas, parques, jardines, calles y avenidas y que ahora cuidan y embellecen como si fueran de ellos.  García Carneiro con Granja Oasis y el Pastor Freddy embellecen a Vargas y recuperan a seres que estaban perdidos y sin esperanza. Gente que antes no tenían nada y  que hoy tiene un trabajo, comida caliente y cama cálida. Y lo más importante, amor consideración y respeto. Así es como se fabrica Patria.


americoarcadio@yahoo.com



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Américo Hernández


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