El viejo Martín

Caraqueño de la Parroquia San Juan, Martín Torrealba, fue un revolucionario cabal que siempre creyó en la vía armada como único camino para instaurar una autentica revolución. Solía decirle a las generaciones sucedáneas de la lucha revolucionaria de los años sesenta que los bolivarianos teníamos el gobierno más no el poder. Con Gorki afirmaba: “seguiré siendo revolucionario mientras unos solamente manden y otros sólo trabajen”

Militante del Partido Comunista de Venezuela, fue un guerrillero urbano, un combatiente ejemplar de las llamadas Unidades Tácticas de Combate (UTC) junto a Ernesto Virla y a Fabricio Aristiguieta, “el loco Fabricio”, uno de los guerrilleros más temerarios que se enfrentó al puntofijismo. Formó parte del MBR 200, y tuvo, además, el Viejo Martín, una participación ejemplar en la insurrección cívico militar del 04 de febrero y en la del 27 de noviembre de 1992 en contra del gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Nunca estuvo de acuerdo con la táctica de la dirección de su partido PCV, en relación a la instrumentación el año 1967 de la llamada táctica de la “Paz Democrática”, porque la consideraba una traición a la lucha armada. Admirador de Manuel Marulanda Vélez, por eso siempre se quejaba de no formar parte de la guerrillerada las FARC-EP.

En su casa de Yagua en Guacara, Estado Carabobo, donde vivio llas últimas décadas albergó al Comandante Chávez, a Freddy Bernal y a un buen número de revolucionarios internacionalistas, así como también a muchos perseguidos políticos de los organismos de inteligencia de la Cuarta República.

Martín Torrealba, tenía un olfato nato para la lucha insurgente y para detectar a los infiltrados contrarrevolucionarios; le correspondió materializar expropiaciones a la burguesía capitalista; sabía guardar muy bien los secretos que como revolucionario le tocó estar al tanto; era puntual en las reuniones y sabía también emprender la retirada de los lugares de espera cuando algún contacto no llegaba en el tiempo estipulado.

Fue el Viejo Martín quien el 11 de abril de 2002, a la una y treinta de la tarde nos comunicó en Puente Llaguno, que el gobierno de Chávez estaba caído; asimismo lideró un movimiento de hombres y mujeres que solicitaba a las puertas del Fuerte Paramacay de Valencia, el retorno del presidente Hugo Chávez a Miraflores. Junto con Macario Escorcha, Nicasio Bordones y José Félix Ramírez, constituía el colectivo de viejos comunistas de Guacara, población ésta a la que le dedicó grandes esfuerzos para alcanzar su desarrollo como ciudad.

Le había ganado varias partidas a la muerte, por eso se burlaba del marcapasos que se abultaba en su pecho de valiente guerrillero, murió este 17 de agosto de 2010, al igual que otros cientos de revolucionarios, esperando una humilde pensión más que del Seguro Social, de la Revolución Bolivariana.

A Nancy, su mujer, a Nataly, su hija, y demás descendientes nuestro abrazo de fe en el porvenir de la Patria Grande, queda el compromiso con la memoria del Viejo Martín, el compromiso de continuar la lucha para construir un mundo mejor con el que él siempre soñó.



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Isrrael Sotillo


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