(ENSARTAOS.COM.VE) ESTADO DE SORDERA: Nosotros movilizamos millones de esperanzados camaradas, que con gran entusiasmo salen al encuentro del Comandante; en cambio, los opositores se quedan enconchados porque les basta con odiar a Chávez.
Y de ese odio inoculado por los medios, hundidos en una estupidez inaudita, pareciera que ya no hay Cristo que los pueda hacer cambiar de idea.
De modo que los escuálidos no necesitan embarcarse en una campaña electoral, les basta con decir que no quieren más a Chávez en el poder, y entonces se plantan en su trece decididos a votar por ladrones, asesinos, violadores y malditos apátridas.
Se ha llegado al máximo de locura colectiva, como aquellos grupos de guyaneses y gringos que se suicidaron en masa, conducidos por el reverendo Bill Jones.
Y se ha llegado después de doce años de duro batallar a una especie de punto muerto que atenta peligrosamente contra el proceso revolucionario.
En ese punto muerto ellos no oyen ningún mensaje, ni les interesa. Y por nuestra parte ya nosotros estamos más que convencidos de nuestro papel.
ESTADO DE CEGUERA: VOTOS DUROS
Nosotros contamos con entre 4 y 5 millones de votos duros.
Existen unos tres millones de votos flotantes, de OPORTUNISTAS, de “interesados”, que juegan al mejor postor.
Los votos (escuálidos) fijos, conquistados por la estupidez más rampante, sobrepasan los 4 millones.
ESTADO DE PARÁLISIS: QUÉ HABRÍA QUE CAMBIAR:
Darle más importancia a la auto-crítica y que ésta vaya acompañada de acciones contundentes. Por falta de auto-crítica y de aplicar los correctivos necesarios y a tiempo, el PSUV ha sido minado en muchas regiones por negociantes de partido, por logreros (arribistas) y personas sin escrúpulos. Todo esto se traduce en que en estas regiones, se respira en el pueblo un gran desengaño, una tremenda decepción por el proceso.
HAY QUE RETOMAR DE VERDAD:
- La formación de cuadros.
- El trabajo ideológico.
- Verdadera aplicación de las tres R.
- Y una decidida limpieza del partido.
EL PROBLEMA DE LA PLAGA CLIENTELAR
Muchos han sido los clamores del pueblo a lo largo de estos doce años de intenso batallar político que han sido dejados de lado, en función de lo táctico inmediato, de la práctica clientelar, lo que nos ha atado fuertemente a los viejos métodos del sistema adeco-copeyano del puntofijismo.
No se pueden producir cambios si en la dirección del movimiento revolucionario se encuentran “líderes” muy cortos de miras, verdaderos negociantes de partidos, muy insensibles, que sólo velan por sus intereses personales, y por demás bastante ignorantes hacia dónde debe avanzar y dirigirse el proceso y que en poco o nada les importa el pueblo.
Si se deja en manos de esta gente el proceso, éste marchará a ciegas, a media máquina o sencillamente se estancará, se empozará, se pasmará.
De lo cual habría que hacerse una revisión profunda de todos los Burós en las regiones, pero está claro que si lo hacen los que ya estuvieron en el mando pasado, muy poco será lo que se pueda renovar.
El proceso nuestro está profundamente impregnado de cuartorrepublicanismo. Existen detalles que nos permiten ver, de qué manera chapoteamos en el barro de la vanidad, del más burdo sectarismo, de la más penosa de las guerras personalistas que en todos los niveles provoca decepción, desgano, indiferencia hacia nuestro proyecto socialista, el peor de los enemigos que estamos enfrentando, sobre todo cuando se trata de convencer a estos compatriotas, de que participen en los frecuentes procesos electorales.
Si nuestra revolución está básicamente fundamentada sobre el triunfo en estos procesos, no queda más que revisar la maquinaria electoral.
Es necesario entender que en el fondo tal maquinaría lo que hace es entrabar y desvirtuar los planes de nuestra revolución, porque en verdad hasta ahora todo se mueve, todo se anima y eleva con la sola presencia del Comandante en cada región. Ningún triunfo en parte alguna, se le puede adjudicar a la maquinaria, porque todo se le debe al Presidente.
Y es por esta razón por lo cual entonces, comienzan a surgir grupos, sectas o individualidades que se atribuyen los triunfos que única y exclusivamente se les debe al Comandante. En razón de estos triunfos estas particularidades convierten en pequeñas mafias las direcciones del PSUV en las regiones, partido en el que entonces por ningún lado se observa debate, pensamiento socialista o bolivariano, pluralidad de ideas, mucho menos espíritu de revisión, rectificación y reimpulso de nada.
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