Felicitamos a su autora por su apretada síntesis de la “la producción teórica de Marx” (sic). Ella tiene mucha razón cuando invita a la lectura directa de la “obra” de este connotadísimo Economista, Filósofo y Sociólogo, y Abogado. La misma está originalmente escrita en alemán, las demás son traducciones a otras lenguas, cargadas de yerros de toda índole, y por si fuera poco viciadas con el riesgo de las tergiversaciones “interesadas” ora por ignorancia de quienes todavía no logreemos su correcta lectura, y lo peor, ora no hagamos nuestras las enseñanzas que de ella puedan desprenderse a fin de tener una visión “personal”, aunque inevitablemente gobernada por la obra estudiada.
No obstante, nos permitimos conversarle sobre ciertas y contradictorias imprecisiones albergadas en la cita que nos ocupa:
De entrada, como sabemos o creemos saber, debemos estar contestes sobre un Marx recolector de concreciones materiales a posteriori, armadas a punta de abstracciones muy bien entrelazadas que terminan dándole una primera aproximación de la sociedad capitalista en permanente proceso de desarrollo y extinción, como otra cualquiera cambiante realidad, valga la redundancia.
Según la lectura de mis “lecturas sobre Economía Política Proletaria y marxianas”, los métodos de lucha social que hasta ahora se sigue emprendiendo responden a una metodología cargada de prejuicios preburgueses, como si se tratara de luchas intraclasistas, entre capitalistas, por ejemplo, o entre los mismos proletarios en su competencia permanente para lograr mejores empleos, mejor formación tecnociéntifica para servirle mejor al explotador que más le pague; luchas por mejoras laborales, etc., a fin de que unos (los capitalistas) y otros (los explotados) logren sobrevivir mejor con su alícuota gananciosa o su salario, respectivamente, y hacerlo dentro del propio sistema que cada día abarca más mercados y lo seguirá haciendo mientras haya demandas potencialmente solventes.
Cuando se investiga, se plantea un problema, y esto supone un previo conocimiento; se recoge datos, a estos se los organiza, se descubre sus relaciones entre sí, se los estructura. Finalmente, se puede exponer un conjunto teórico (una idea o un paquete de ellas) que se asemeje a la realidad puntualmente concretizada. Es inverosímil, de partida, pretender atrapar lo inaprehensible, de lo cual sólo podemos darnos una idea, un reflejo más o menos aproximado de la realidad estudiada. De allí que cada día que pasa debamos modificar o perfeccionar nuestra “idealizada” o teorizada concreción que a la sazón nos faculte para seguir adelante en nuestras investigaciones de nunca acabar.
Así, las cosas, muy lejos de Marx estuvo alguna pretensión intencional o subjetivamente destructiva del sistema burgués. Ciertamente, y así lo señaló: a este sistema, él no lo pintó de color de rosa (Carlos Marx, “El Capital, Prefacio de la Primera Ed. Alemana”); sólo recomendaba el acortamiento de su período de vida, en el sentido de no entrabarle su libre desenvolviendo hasta que la aún no bien interpretada “tasa de ganancia media tendenciosamente decreciente” se mostrara inatractiva para los propios apetitos burgueses. Es que, al igual que el feudalismo “parió” el burguesismo, así será el comunismo que emergerá de las entrañas burguesas, que va formando sus “propios sepultureros”, sin ningún tipo de guerras ni luchas preburguesas. (Cónfer C. Marx, O. Citada, Libro Primero, Cap. XXXII -Tendencia Histórica de la Acumulación Capitalista-, subnota 3).
Marx, por el contrario, luchó moderna e ideológicamente por la mejor concientización del proletariado, teorizó sobre una concientización que sólo se lograría cuando descubramos la esencia burguesa, cuando leamos El Capital. Si coprotagonizó luchas obrero-patronales, fue precisamente para ir acortando el período de gestación ya que las mejoras salariales y demás reivindicaciones sociales suelen traducirse en mayores precios en unos mercados que cada día aumentan la demografía lumperiana, encarecen los inventarios mercantiles y dan mayor pesantez al capital ocioso.
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