"El pueblo judío es un grupo étnico descendiente de los antiguos israelitas del Oriente Próximo y de aquellos que se fueron convirtiendo a lo largo de los milenios adoptando su religión. La religión constituye, por tanto, un aspecto fundamental de la pertenencia étnica al pueblo judío, si bien éste comparte además prácticas culturales, sociales, lingüísticas, etc. La definición precisa de judío es controvertida y puede variar dependiendo de que se haga mayor énfasis en la identidad religiosa o en la secular (étnica y sociológica).
Los judíos han sufrido una larga historia de persecución en diferentes lugares y su población ha ido variando a lo largo de los siglos. Hoy en día, la mayoría de las autoridades estiman que la actual población judía mundial oscila entre los 12 y los 15 millones,[5] la mayoría de ellos residentes en Estados Unidos e Israel." http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_jud%C3%ADo
Versiones como esas predominan en la literatura política, étnica y sociológica universal. Evidentemente, en ella se los identifica más como perseguidos de terceros que como explotadores y explotadoras; más como religiosos y religiosas que como comerciantes de viejísima data, y como pioneros de la burguesía desde hace unos 500 años, luego de su extraordinario papel como enterradores económicos de la aristocracia feudal, a punta de “ayudas” financieras a la aristocracia venida a menos.
Son notorios los invalorables aportes judíos al desarrollo de las Fuerzas Productivas mundiales; estos pasan por la invención de la escritura, del alambique, el álgebra precedida de los números que manipulan al mundo y a este lo manipulan sus inventores; pasan por la rueda dentada, componente vital en la fabricación de maquinaria innovadora como antecedente robótico y cibernéticos en general (cónfer:http://www.fabio.com.ar/verpost.php?id_noticia=2183 ).
De ser cierta la versión contenida en el aparte único del epígrafe, ese escaso número de judíos y judías estaría parcialmente ajustado a la verdad. Efectivamente, los burgueses de hoy, y los comerciantes precapitalistas, siempre han sido pocos en relación a los miles de millones de explotadas y explotados del mundo desde que el trueque de una mercancía por otra cedió paso a la intervención del dinero, y con ello al protagonismo de los capitalistas como explotadores modernos del trabajo de otros.
Cristianos, judíos y musulmanes terminan fundidos no sólo como los porteros y custodios del Asia Suroccidental, sino como practicantes de la modernas Relaciones sociales de producción.
Como comerciantes, los judíos experimentaron una radical metamorfosis económica y violenta al pasar de simples traficantes de mercancías fabricadas por terceros a capitalistas productores de ellas. Así fue cómo se convirtieron en los representantes de avanzada más poderos del planeta burgués, en lo económico y en lo político, habida cuenta del aserto dialéctico materialista, según el cual las relaciones económicas ejercen el control de todas las demás manifestaciones humanas, según lo expresan los hechos corroborativos de la versión teoricocientífica de Carlos Marx, uno de los raros judíos no dedicados al comercio ni a ninguna actividad crematística (a las cuales se les obligó desempeñar debido a las múltiples discriminaciones que sufrieron en Europa), sino más bien dedicado a “trabajar para poder vivir” (Karl Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política, Prólogo).
Es comprensible que antes de Carlos Marx se les diera a estos interesantes habitantes el tratamiento de comerciantes o mercaderes, dado su origen asiático y del Mediterráneo lejano; y también es lógico que se les haya considerados excelentes empresarios, cargados de riesgos y aventuras comerciales que sirvieron para satisfacer necesidades materiales y espirituales. Porque con el tráfico extracomunitario e interregional de mercancías, los comerciantes judíos traficaron también su cultura y las de los demás pueblos que fungieron de clientela internacional. La colonización de los archipiélagos de la costa norafricana y su asentamiento en la península ibérica (España) durante el Medioevo tardío expresan esta universalización suya, y la apatridad de sí mismos.
Pero todos esos méritos de incuestionable paternidad judaica fueron sometidos a evaluación social con la llegada de toda esa información filosófica, sociológica y económica legada por el Crítico de la Economía Política recién citado (obra citada arriba). A partir de esta nueva visión del mundo, comerciantes, productores fabriles y banqueros se conjugan en una nueva clase social con nombre propio: son “explotadores” y “explotadoras” de la mano de obra de asalariadas y asalariados.
Evidentemente, la literatura, que sigue abundando como mercancía de alta rentabilidad por parte la mediática burguesa, omite el rasgo más homogeneizante que priva entre estos ciudadanos, en este grupo étnico. Así, con el intercambio de bienes surgieron las primeras relaciones intersociales. Los fenicios fueron los pioneros de esta actividad antes del descubrimiento de América. Las mercancías trocadas no sólo satisfacían necesidades utilitarias recíprocas de vendedores y comparadores sino que además abrieron el apetito de la acumulación por la acumulación. La tenencia de reservas para la oferta oportuna se hizo una necesidad productiva que hasta hoy no ha cesado de multiplicarse.
"Los progresos son tales, que se puede hablar de un "primer renacimiento", muy anterior al fenómeno que se efectuará en Italia durante el siglo XIII. Los conquistadores no son los autores, sino que ellos recibieron estos conocimientos de países de antigua civilización que conquistaron por la fuerza: (Siria, Líbano, Egipto, Mesopotamia, la provincia romana de África). Europa tiene entonces cerca de dos siglos de retraso sobre el mundo musulmán, aunque ciudades como Venecia tuvieron al respecto una situación extraordinaria. La imprenta vendrá luego para invertir el sentido de la diferencia cronológica. Desde el Renacimento, los progresos en términos de desarrollo científico y técnico, así como los beneficios culturales antes citados, se generarán en la dirección contraria y el mundo islámico quedará retrasado con respecto al occidental, invirtiendo la situación"
Las mejoras técnicas productivas para elevar rendimientos y conquistar nuevos y mayores mercados, con el empleo del dinero, impulsaron todos los avances tecnológicos colaterales, como el transporte, la polilingüidad y, lo más importante, dieron origen a la Matemática y a la Escritura.
Se cuenta que hasta el siglo XIII sólo los judíos, y árabes (asirios incluidos) del Próximo Oriente mediterráneo dominaban las operaciones de multiplicar y dividir. El resto de los habitantes contaba con los dedos o seguían en “tercer grado de Primaria”, valga la metáfora. La educación alfabetizante que sobrevino con el alfabeto fenicio estuvo motorizado por una necesidad tecnoproductiva y comercial. Llevar contabilidad de mercancías, su almacenaje, estiba, calta, número de clientes, deudores y proveedores fue una de las ocupaciones que primero llenaron los programas del el proceso educativo.
Desde la escritura pictográfica pasando por cuñas y signos abstractos, los “cálculos” dinerarios, sistemas de cuenta y de archivos, todos ellos se despegaron hasta el presente con las modernas rotativas digitoelectrónicas, el celular multifuncional y el dinero virtual.
Hasta allí la evolución del hombre en materia de adelantos científicos que también fueron promovidos y financiados por los comerciantes. En su crítica al Capitalismo Karl Marx analizó la conducta del dueño del dinero, del productor, y respetó la imprescindible figura del comerciante. Este ha sido un personaje que ha brindado satisfacciones al mundo, ha divulgado los adelantos de los pueblos,… Marx explica que el comerciante y el banquero son sólo copartícipes de la plusvalía pero no de su apropiación. Esta ha corrido sólo a cargo del productor capitalista.
Por mercaderes definimos al practicante indirecto de labores comerciales extramercantiles o de avanzada. Practican el comercio con absoluta independencia de las bondades o maldades de las mercancías involucradas en su tráfico. Es el comerciante transformado en productor capitalista. Su esfera de actuaciones va desde el préstamo con intereses anatocistas hasta la trata de blanca, de esclavos, de bisuterías religiosas, de mercenarios, de armas destructivas, etc. Pero banqueros y comerciantes no contratan asalariados, como ninguno de ellos contratan asalariados en sus hogares. El trabajo doméstico es otra cosa, y si hay abusos y explotación en su contrata no es la determinante para una Economía Nacional.
En su infinita carrera acumulativa comercial no se detiene en depredaciones ni devastaciones. La ruina del planeta tendría un solo sobreviviente en su persona, pero ya no tendría a quien venderle ni a quién comprarle nada.
Estos mercaderes capitalistas han acabado con la circulación de las piedras preciosas, con la de los metales preciosos; han desertificado buena parte del planeta Tierra. Hoy están contaminando morbosamente a animales y seres humanos sin que por ello dejen de comerciar, ahora con fármacos antibióticos y antivirales, y con el material medicoasistencial que en paralelo va desarrollándose.
Es que asirios y fenicios son los pioneros de este segmento social que tantos cambios han provocado en el planeta y sus pobladores. Al parecer, todo comenzó en la longeva ciudad de Biblos, una exportadora de madera cedrosa en tal cantidad y tan irracionalmente que sus comerciantes lograron desaparecer las nutridas poblaciones de cedros. Aportó el alfabeto y libros que hoy manejamos.
Actualmente están agotando los fósiles hidrocarbonados, y se proponen esterilizar las plantas silvestres para que dependamos de sintéticos, almacenables y traficables pero con la dependencia de una empresa de otra, y esta de otra, y esta de otra más, a diferencia de la dependencia hombre-tierra.
Digamos que el comerciante se educó y ha educado a sus clientes proveedores y compradores en una cultura predominantemente mercantil cuyo mejor representante es el vigente Sistema Capitalista en el cual la despersonalización del mercader da cuenta de una sociedad donde nadie es responsable directo de la oferta de una mercancía, con una educación y un mercader que hasta todo lo puede y todo lo reduce al comercio.
El portentoso científico social Karl Marx no pudo evadir el rol del comerciante. En su tenaz empeño por criticar los pormenores del sistema de trabajo burgués, con sus capitalistas y asalariados, redujo el proceso productivo a un comerciante portador de dinero que compra medios de producción materias primas y fuerza de trabajo.
Sin embargo, realmente, el capitalista abre su empresa y a esta llegarán los asalariables sin que aquél solicite su contrata. Los avisos publicitarios en tal sentido sólo buscan seleccionar a tales o cuales técnicos, pero hasta allí porque la contrata de asalariados rasos no necesita promocionarse.
Este comercio termina con la venta de nuevas mercancías procesadas por los asalariados, las cuales terminan siendo vendidas para recuperar la inversión y aparentemente obtener una ganancia extraída del mercado. Es oportuno recalcar que el mercado no produce mercancías ni ganancias pero las concreta como tales.
Un bien que no pase por el mercado es sólo un valor útil. Sólo cuando se le mercadea se convierte en un valor intercambiable, cuyo tráfico involucra a comerciantes y banqueros. Esta es una clasificación de explotadores donde se subordina el comercio a la producción y a ambas operaciones a la banca, pero en común todos sus practicantes saben saltar todas las fronteras geográficas, razón por la cual son apátridas por excelencia.
Corolario. La connotación religiosa que acompaña a los ciudadanos judíos y afines debe también mirarse como suscrita por los fundadores del sistema capitalista y su consecuente transnacionalización.
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