Especulación es un término muy popular que desde hace milenios quedó asociado al comercio, y semánticamente eso es correcto, pero fue Carlos Marx quien genialmente lo adosó a la producción capitalista, habida cuenta de que, hasta el nacimiento de este sistema, siglo XVI, en Europa y en el Cercano Oriente sólo especulaban los comerciantes dedicados al tráfico de mercancías producidas por terceras personas: campesinos y artesanos, orfebres, vidrieros, herreros, tapiceros, agricultores, directamente con la intermediación de otros comerciantes, etc.[1], mientras que en el sistema “capitalista” el comercio especulativo – más allá de simple trueque – es especulación con el trabajo ajeno, con la “fuerza de trabajo” que es la mercancía burguesa por excelencia.
Sabemos que continúan dadas todas las condiciones para que el sistema burgués siga su marcha, que existen en el mercado una demanda capitalista o de riqueza de explotación (ganancia), representada por el poseedor de dinero, y una oferta de mano de obra por parte del proletario, oferta que la hace por hallarse obligado a “trabajar para vivir”;[2], a vender diariamente parte de su vida al mejor postor, al mejor de sus explotadores[3], o, en caso de no estar siendo explotado - se halla “desempleado” o “desexplotado” -, entonces se la ofrece a quien con la mayor brevedad lo contrate para su máxima explotación con salario mínimo[4] , y al margen de su preparación técnica.
Explotador es eufemismo de empleador, de especulador[5] con el trabajo ajeno, con la riqueza creada por un asalariado que vende su fuerza de trabajo porque carece de dinero hasta para bastecerse de medios de subsistencia. Y asalariado es sinónimo de productor de riquezas, de un trabajador que desde hace siglos fue liberado de toda servidumbre y de las roscas de la “jerarquía industrial “o de los gremios de artes y oficios medioevales[6], como condición sine qua non para metamorfosear su libre producción personal en una sometida producción patronal.
Sabemos que desde esos 500 años atrás en este planeta nadie nace con su pan asegurado: burgueses y proletarios están sujetos a la suerte en sus actividades industriales. Los capitalistas no se respetan como personas, sino como competidores o consocios, y ellos miran a los trabajadores como simples “insumos”, al lado sin mayores diferencias de las materias primas y afines, pero, para más, los miran como “pendejos”, como pobres y sin fortuna. Los trabajadores, amén de ver a sus patronos como sus beneficiarios, les admiran el que hayan hecho fortuna, sin conocer a fondo que han celebrado contrato con un integrante de la clase causante de sus desgracias, las mismas que lo llevan a los centros fabriles de explotación.
Pero hay más, el contrato laboral oficial o, paradójicamente, extraeconómico se realiza entre un especulador “capitalista” o empresario burgués en funciones de explotación, y un asalariado o proletario en .funciones de explotado. Se trata de un contrato despersonalizado, pero personificado jurídicamente en representación de las clases de la burguesía y el proletariado, mismas que adoptan la figura de capitalistas y aslaraidos dentro de la fábrica.
Un cosa se pone más clara cada día, sin fuerza de trabajo humana los capitalistas no son nada, sería como un mercado vacío, desabastecido, tal como los feudales jamás lo fueron en ausencia de servidumbre, ni los esclavistas sin esclavos, como no hay demagogo si cegatos, dictador sin adulones, ni maestros con aulas vacías.
De allí la importancia de la renovación constante del proletariado y de su incremento incesante ya que hablamos de un creador de riquezas que no posee herramientas ni tierra, ni siquiera un bastón para ararla, y hablamos también del mecanismo social mediante el cual “se ata de manos” a las manos que producen los bienes de uso, y de los cuales se adueña el capitalista mediante un contrato oficial entre patrono y obrero que la Constitución moderna convalida y así lo prescribe.
Y a propósito de esas condiciones burguesas, recientemente, el ex Presidente cubano Fidel Castro hizo referencia a la crisis alimentaria, y entre sus posibles causas señaló la expropiación de grandes extensiones de tierra agrícola:
“;La crisis alimentaria provocada por el precio a cuenta de la especulación financiera, la escandalosa compra de millones de hectáreas de tierra de Tercer Mundo por parte de las transnacionales, los agrocombustibles, los secretos de una adecuada alimentación humana, las medias verdades y las interesadas mentiras sobre las concentraciones poblaciones y su impacto en los precios de la comida… Tomado de: Con negrillas mías, tomado de:
http://www.aporrea.org/actualidad/n175071.html
Si entendemos bien este mensaje de Fidel Castro, la especulación con la compra de tierras representaría la continuidad y ampliación de aquellas expropiaciones (en inglés, expropriations[7]) que fueron consumadas 500 años atrás cuando se inició la era capitalista. Detrás de toda especulación con esta mercancía, que es el semillero de todos los demás medios de producción, está el control potencial y efectivo de unos proletarios a quienes dicha expropiación afianzaría y multiplicaría en consecuencia.
Los conuqueros, vegueros y medianos agricultores podrían perder su última atadura a la servidumbre precapitalista. Por eso, nos preocupa la Misión AgroVenezuela que el gobierno del Presidente Chávez ha promovido con mucho entusiasmo y, al parecer, con mucho éxito por ahora. Quisiéramos pensar que esta “misión” de Economía Política termine en beneficio nacional, y que sólo estamos prejuiciados con semejantes intenciones imperialistas, propias de los representantes del Capitalismo Internacional.
Así, “;El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, se reunió con su tren ejecutivo en el Palacio de Miraflores para hacer seguimiento a la misión. Se espera censar a más de 300 mil productores, quienes tendrán oportunidad de registrarse hasta el próximo 10 de febrero.” Tomado de, con negrillas mías:
http://www.chavez.org.ve/temas/noticias/arranco-mision-agro-venezuela-censo-nacional-productores/ .
Históricamente, las condiciones capitalistas fueron moldeadas ex profeso por los nuevos especuladores, condiciones cuyo origen se remonta al siglo XVI cuando la servidumbre feudal comenzó su irreversible descenso y fue reemplazada por la servidumbre capitalista[8]. Si bien sus componentes económicos básicos partieron del régimen económico saliente, los explotadores sustitutos debieron emprender acciones directas sobre las condiciones imperantes, pero no contra los antiguos explotadores, sino contra los mismos explotados de marras a fin de forzarlos a la servidumbre entrante. Por ejemplo (así se expresaría el explotador entrante): “No hay que salir a matar a los latifundistas, lo que hay es que entorpecer las condiciones económicas imperantes actualmente que estén frenando todavía la libertad plena de los futuros asalariados”. Este sería el caso o proyecto en marcha llamado “Agro Venezuela”, y que posiblemente encajaría en la “compra” de tierras que el veterano Fidel Castro denunció como estrategia imperialista.
[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Sección VIII, Cap. XXVI
[2] Autor citado, Prólogo de Contribución a la Critica de la Economía Capitalista.
[3] Mismo autor, El Capital, Libro Primero, Sección II, Cap. VI
[4] El salario mínimo es una categoría de explotación burguesa que ya lleva aplicándose sus buenas décadas, una estrategia de capital para edulcorar las discusiones obrero-patronales. El gremio patronal reduce sus discusiones sobre el salario de cada año con sus trabajadores, esto se lo deja al Estado, a sus coexplotadores burocráticos, quienes gustosamente lo hacen cada año, y hasta tienen el tupé de anunciarlo “con bombos y platillos” - el día - del “Día del Trabajador” (léase: Día del pendejo o del explotado), y actividad política con la cual los gobernantes ¡hasta ganan en popularidad! El salario mínimo se prescribe para que los trabajadores no mueran por inanición, y evitar con ello que de dediquen a robar o a otras actividades non sanctas que les impondría el hambre insatisfecha. Es un recurso capitalista no sólo para explotar un mayor número de proletarios sino también para contribuir con la paz burguesa que tanta falta le hace al sistema, habida cuenta de que el miniasalariado u obrero de salario mínimo termina creyendo que no se halla subpagado.
[5] Cónfer. Nota “1” de esta misma entrega.
[6] Carlos Marx, El Capital, Libro I, Sección VIII, Cap. XXVII.
[7] En inglés hay dos tipos de expropiaciones: con indemnización, y sin ella. En nosotros, la expropiación subsume el pago del precio bien confiscado, y que los ingleses reservan al vocablo “;acquire”)
[8] Carlos Marx, El Capital, Libro I,