Toda gestión macroeconómica lleva implícita el factor político. En Venezuela la discusión política llevada hasta ahora por los diversos factores, trata de establecer una diferenciación entre derechas e izquierdas o entre capitalismo y socialismo, esta diatriba se produce en un entorno de desempeño económico en que tales posturas dejan a un lado los equilibrios que debe haber en el desempeño social.
En una sociedad moderna los actores económicos deben ser vistos fuera de aquella visión clásica de la economía, en que sólo se considera la tierra, el capital y el trabajo. Ese concepto ha sido una suerte de base dogmática del capitalismo. La sociedad ha avanzado y mientras en siglos pasados sólo los aristócratas eran dueños de las tierras, los burgueses de la maquinaria y la industria, el proletario sólo tenía el trabajo. Hoy en día un trabajador tiene posibilidades de ser propietario de acciones de empresas, de vivienda y de tierras, lo que deja de hecho en el pasado a la economía clásica, obsoleta y objeto crítica política de parte sectores izquierdistas. En la visión socialista, el proletario tiene las posibilidades de apropiarse incluso de los medios de producción.
El asunto puede definirse más allá de visiones ideológicas antagónicas, porque el sentido inclusivo e integrador se pierde al tener una postura u otra. Si se ve la economía con tres actores fundamentales, en que los productores, los consumidores y el gobierno como sus actores principales, se pueden definir propuestas de equilibrio en el desempeño tanto social, como el de creación de riqueza y distribución de la misma.
Entiéndase al sector productor como todo lo que parte de las materias básicas, agrícolas, minerales e hidrocarburos, así como el secundario, que es la industria manufacturera y transformadora, ya sea público, privado, mixto, comunal, cooperativo, al fin de cuentas debe producirse. Luego el sector consumidor, que comienza en una cadena desde que se producen las materias primas hasta el consumidor final, tómese en cuenta que los consumidores en algún momento del intercambio de bienes pueden tener roles de productores y viceversa.
El gobierno se constituye en la organización social que debe regir el desempeño entre ambos sectores, pude participar o no en uno u otro lado, con fines de estabilización y equilibrios, cuando aparezcan los desequilibrios. El ente de gobierno se constituye en un ente regulador, fiscalizador, supervisor, recaudador y estabilizador de la actividad de creación de riqueza y consumo de la misma, por lo que tiene en sus manos un rol tan importante como los otros dos. No se trata del Estado, sino del gobierno, el primero se entiende como el todo, el territorio, el pueblo y el gobierno.
Es decir, para que exista el intercambio de bienes y servicios, se necesita entonces de un productor, un consumidor y un ente imparcial que defina las reglas del juego, que verifique, supervise y haga cumplir normas que permitan mantener un equilibrio entre ambos sectores, lo que quiere decir que no debe ser más propenso a apoyar a los productores que a los consumidores, ni al contrario, porque entonces el ente encargado de lograr los equilibrios, abriría las puertas al desastre, lo que se vive hoy en muchos países.
En la visión capitalista de un gobierno, sus medidas políticas, decretos y acciones estarán conducidas en favorecer a los productores, tomando acciones que permiten a estos lograr riqueza y aumentar sus ingresos, situación que conlleva el detrimento de los consumidores, pues al haber políticas en favor de un solo sector el co-relacionado sufrirá efectos negativos, generando pobreza, inflación y miseria en los consumidores, desatando desequilibrios económicos.
En la visión socialista de un gobierno, entonces ocurre lo contrario, sus medidas políticas, decretos y acciones estarán conducidas en favorecer a los consumidores, tomando acciones que permiten a estos acceder a la riqueza creada por los productores pero en detrimento de estos últimos, se genera entonces el problema contrario, se destruye la creación de riqueza y cuando ya no haya capacidad de crearla se cae en pobreza, inflación y miseria en todos los sectores, lo que también genera desequilibrios económicos.
En el caso de la visión capitalista se estima el Producto Interno Bruto (PIB) como factor para determinar el éxito de la gestión, mientras en la otra visión se estiman indicadores sociales educativos, de salud y de desarrollo social, en el caso venezolano se ha citado el indicador GINI. Ambos aspectos no pueden andar divorciados, una visión inclusiva sería promover el equilibrio, medir la interacción entre producción y consumo, para que un gobierno inclusivo e imparcial pueda implementar medidas de equilibrio y no de depredación de un sector contra otro.
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