Tras el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en que Donald Trump resultó el vencedor, el dólar estadounidense se disparó en todo el mundo. El índice DXY, que mide al dólar frente a una cesta de seis monedas mundiales, aumentó desde 103.93 puntos a 105,92 puntos. El repunte de este indicador, en 1,61 % el pasado 6 de noviembre o al día siguiente, no se había visto desde septiembre de 2022, cuando el dólar estaba en alza debido al aumento de las tasas de interés.
El dólar continuó su avasallante aumento de valor, en lo que los analistas de los mercados llaman el "Trump Trade", que desató nuevos máximos históricos en el S&P500 y en el mercado de criptomonedas, con el bitcoin como líder. El jueves siguiente, la Reserva Federal de Estados Unidos, anunció un nuevo recorte de tasas de 25 puntos básicos y ahora quedan en un rango de 4,50 % y 4,75 %. Esto debió debilitar al dólar, pero siguió avanzando frente a las materias primas como el petróleo y al resto de monedas.
El aumento del valor del dólar, más allá de ser una reacción eufórica por el triunfo de Trump, es al contrario una señal de alerta. En los mercados de materias primas, el algodón, el cobre, el petróleo, el trigo, entre otros, se desplomaron tras el resultado y esta caída tiene que ver con el enfriamiento económico global. Por algo los chinos vienen retrasando el programa de estímulos económicos para intervenir en su economía, esperando los resultados electorales norteamericanos y cómo quedarán el Senado y el Congreso.
El aumento del dólar tiene un claro mensaje: el fantasma de la recesión amenaza al próximo gobierno y al resto del mundo.
El programa de Trump es percibido como inflacionario. Recortar impuestos y sustituirlos por aranceles podría obligar a que se siga emitiendo deuda y dinero para dar cobertura al gobierno y esto sería más inflación. Así que los especuladores en los mercados están apostando a que el programa de reducción de tasas de interés que inició la Reserva Federal, podría verse debilitado y al contrario, tendrían que mantener la tasa de interés alta o volver a subirla, si la inflación reaparece. Según la estrategia de la FED, el debilitamiento del mercado laboral, sería suficiente para que la inflación permanezca "bajo control" como está ahora.
Lo cierto es que las expectativas de un nuevo recorte de tasas el próximo 18 de diciembre, se redujeron de 84,4 % hace un mes, hasta 65,3 %, según los datos de CME Group.
Lo anterior indica una caída del precio del petróleo, o al menos una consolidación en los precios actuales, con pocas probabilidades de nuevos repuntes. A ello se debe agregar que, si los conflictos bélicos cesan, con la administración Trump, entonces el crudo seguiría en descenso. Eso aliviaría el propósito económico del nuevo presidente, ya que alejaría aún más la inflación de su gestión.
Pero la caída del precio del petróleo golpea la producción norteamericana debido a los costos operativos de extracción y transporte interno. Si bien una merma de los ingresos afecta a Venezuela, las compañías petroleras extranjeras instaladas en el país, tendrían que aumentar la producción para compensar los volúmenes de comercio y evitar nuevos brotes de alzas de precios. Además, Trump recibe un país con las Reservas Estratégicas Petroleras a la mitad de cuando fue presidente la primera vez y tendrá que recuperarlas, sin presionar los precios del crudo, lo que significa que deba haber un mayor bombeo.
Donald Trump podría poner fin al conflicto de Ucrania como un primer paso para recuperar el uso del dólar en el mundo. Las sanciones de Rusia, impuestas por Occidente, tuvieron como resultado, que este país terminó aliado con China y este último lidera una cruzada de desdolarización en que están los países BRICS y sus socios. La única manera de recuperar el uso del dólar es que estos países vuelvan al sistema SWIFT y eso significa, retirar las sanciones a muchos de los que hoy están con estas medidas.
Además, en la visión de Trump, dar incentivos a Rusia, es promover la rivalidad que históricamente ha tenido con China. Hay que recordar que en tras el encuentro del presidente Xi Jinping y Joe Biden en San Francisco, el año pasado, los hutíes, que responden a los iraníes y rusos, montaron una guerra no convencional en el Mar Rojo, y ni siquiera los barcos chinos estuvieron a salvo.
Aunque Trump habló de poner fin a las guerras, esto último no va a desaparecer fácilmente. El complejo industrial militar es poderoso y necesita conflictos. Aunque Trump pueda desmantelar el "estado profundo", no será una tarea fácil con lo primero. Así que, para evitar un choque interno, tendrá que permitir otros problemas. Aunque Estados Unidos no participe directamente, el próximo polvorín podría estar en Irán, en una guerra promovida por Israel. Los iraníes ya lanzaron una advertencia y es que se sospecha que un reciente terremoto en su territorio fue una prueba nuclear.
El conflicto en el Medio Oriente, la necesidad del flujo petrolero constante, barato y seguro, además con el dólar como moneda, apunta a que el nuevo gobierno de Estados Unidos podría mantener o seguir las negociaciones que la Casa Blanca y Miraflores iniciaron hace tiempo. Contrario a algunas opiniones sesgadas, sobre supuestas invasiones militares, o acciones "quirúrgicas".